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Entraba y salía, él omega jadeaba y gemía, siendo empotrado contra la pared, llorando por lo bestia que estaba siendo el alfa atrás suyo, pidiendo entre suspiros que le dejara, que esperara, que parara

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Entraba y salía, él omega jadeaba y gemía, siendo empotrado contra la pared, llorando por lo bestia que estaba siendo el alfa atrás suyo, pidiendo entre suspiros que le dejara, que esperara, que parara. La suplicas del omega eran ignoradas y el alfa seguía entrando sin mucho cuidado, cada vez intentando ir más profundo, siendo tomado por la entrada del omega que en esa posición casi parecía como si este estuviera sentado en mayor, intentado por él mismo ir cada vez más a fondo.

Sus lágrimas amenazaban con caer, expresando su disgusto a la forma en la que estaba siendo tratado, pero el sabía que no era eso. Era el miedo que le daba el hecho de que el alfa estaba siendo animal. Como la bestia que él durante sus celos se negaba a ser. El alfa volvió a morder cerca de sus glándulas feromonales, tan cerca que él omega apretó sus interiores como un acto involuntario. El alfa se burló de él, diciéndole como se sentía su interior y como parecía querer tragarse su miembro. Seguía amasando el pecho del omega hasta que esté le dijo que se estaba por venir, y fue ahí cuando se sintió en la necesidad de ir más rápido, más profundo, más fuerte.

El omega estaba sintiendo como su interior estaba siendo arremetido con fuerza, las sensaciones eran demasiadas para él y escucho como el amo le regañaba por que volviera a esa actitud sumisa. Actitud no creí ser capaz de retomar ahora que estaba tan aterrado y tan a la defensiva. Seguía evitando su pregunta, pero no por que quisiera, es que realmente no podía pensar en nada más que no fuera ese alfa de ojos rojizos entrando y saliendo de él con fuerza. Sintió como una estocada más y él se corría, sintiendo el espeso y caliente semen llenando su interior, saliendo por su entrada y escurriéndose cuando el amo salió de él. En esa posición tan incomoda, donde ahora ya no había nada que le sostuviera dejó que sus rodillas se vencieran abriendo todo su ser. Era una buena pose de no ser por que estaba asustado.

Al ver al omega no pudo contenerse y sintió el calor volviendo a él. Con brusquedad tomó una de sus piernas para arrastrarlo al piso, entrando en el en ese mismo movimiento, violento y fuerte, subiendo las caderas níveas para que fuera más fácil penetrarle. Escucho los reclamos del joven pidiéndole que se detuviera y en respuesta entró más fuerte en él, lleno profundo,  tomando sus piernas con una bestialidad tremenda, clavando sus uñas y sus dedos, dejando marca. Entraba, salía, rápido, fuerte, duro.

Veía el pene ajeno balancearse cada vez que entraba en el. El omega hecho su cabeza hacia atrás intentando soportar la fuerza del alfa, sintiendo como algo salía de su miembro con fuerza. Era tibio, o así lo percibió el amo, quien tenía de ese espeso líquido en su rostro, viendo como de el miembro ajeno salía más de ese líquido. Sonrió victorioso viendo al omega en un estado espasmodico del cual no parecía que fuera a salir pronto. Se burló de él una vez más, recibiendo como respuesta los lloriqueos que hasta hace unos momentos se había limitado a ignorar.

Na-Kyum por su parte sentía que no podía más por la vergüenza y el miedo, sabía que no había podido y hubiera estado bien si no se lo hubieran echado en cara, diciéndole que parecía no tener modales o que era similar a un niño. Comenzó a llorar con más fuerza, pues el aroma del amo estaba llegando a él con la misma fuerza y brutalidad con la que lo había tomado. Sentía sus muslos doler Justo donde el amo había clavado sus dedos y la cadera la sentía mal.

Mi amo...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora