Observó su cabello subir y bajar varias veces, el aire jugueteaba con el a su gusto. El rubio de su cabello era más amarillo que el de él. Aunque dudaba si a su cabello podría llamársele rubio, puesto que era más plateado.
Ella sintió su presencia.
—...llegaste —dijo en voz baja.
—Sí, lamentó haber tardado tuve un contratiempo —dijo haciendo una mueca, su contratiempo tenía nombre y apellido.
—Eh..., sí —mantuvo la compostura—, llegas tarde —le reprochó. Después desvió la mirada y volvió a darle la espalda.
—¿Qué haremos primero?
Ella se montó en la escoba.
—Muéstrame lo que tienes —dijo ella—. Veamos si es verdad que estuviste entrenando en las vacaciones.
Su mirada retadora lo atormentó. Cabizbajo se subió a su escoba y comenzó a volar por la cancha al frente de su compañera rubia. Pero ella lo alcanzó enseguida y no tardó nada en superarlo.
—Detente —le dijo una vez al frente—. Eres más rápido —le reconoció—, pero no lo suficiente.
El tragó saliva. Necesitaba mejorar, necesitaba llegar lejos, le gustaba estar en el equipo, no quería seguir en la cuerda floja, lo detestaba. Y las palabras duras de Astrid era lo que lo ayudaría en esas circunstancias. Una persona franca como ella le diría lo malo sin pensárselo dos veces, no como su padre. La benevolencia no le haría ver la realidad. Necesitaba franqueza.
—Tienes que observar bien la postura que estás haciendo y donde te apoyas para que tu escoba sienta menos peso y avance más rápido —le decía—, dale una vuelta a la cancha.
—Entendido —obedeció.
Después de dar una vuelta tal y como le había dicho, regreso a su lado.
—Listo... —dijo.
—¿Y bien? —le preguntó.
—¿...? —su rostro reflejaba lo confundido que estaba.
Astrid, suspiró incrédula.
—¿De qué te diste cuenta?
—¿Al dar la vuelta?
—¡Por Odín! ¿Qué se supone que hiciste? ¡Te dije que observarás tu postura, por eso fuiste a dar una vuelta a la cancha! —el bajo la cabeza, lucía distraído y desanimado, Astrid bajo la voz llegando a sentirse mal por hablarle así—. Ve a dar otra vuelta..., solo asegúrate de observar bien tu postura para que sepas que vas a cambiar, tienes que verlo y darte cuenta por ti mismo o no aprenderás nada.
—Sí —dijo firme.
•••
—No entiendo como es que tienes tanto conocimiento sobre esto —dijo James sintiéndose inferior que su hermano menor.
—Es porque Scorpius me ayudo a estudiar en las vacaciones, tenía muchos nervios de entrar aquí sin saber nada, así que me presto sus apuntes de primer y segundo año.
—¿¡Cómo pudiste estudiar tanto!? —se asombró el mayor.
—Tenía mucho tiempo libre...
—Pero..., ¡eran vacaciones!
—No había muchas cosas más que hacer —repuso inquieto y nervioso—. Si ya terminamos..., tengo que irme.
—¿Tienes prisa? —le preguntó al verlo volteando a ambos lados del pasillo.
—Bueno yo..., quede de verme con mi amiga —se ruborizó.
—¿Ya hiciste amigos? —no era por ofenderlo, realmente estaba sorprendido de que su hermano hiciese amigos en el primer día. Lo conocía bastante bien y sabía lo callado, tímido y reservado que era, si había conseguido amigos tendrían que haberlo forzado a hablar o haber sido bastante pacientes.
—Solo una —respondió viendo las puntas de sus zapatos.
—¿Es una niña? —definitivamente estaba sorprendido, ni siquiera él tenía amigas mujeres, todo su tiempo lo pasaba con hombres, compañeros de clase y fuera de ella con los gemelos Weasley—. ¿Y como se llama?
—Se llama Emma —volvió a levantar su cabeza, esta vez sonriente.
—¿Quieres que te acompañe hasta el lugar donde quedaste de verla? No creo que conozcas bien los pasillos todavía.
Albus aceptó gustoso de pasar más tiempo con su hermano mayor.
—A propósito —añadió James—, ¿has visto a Lily?
Albus negó.
•••
La mañana siguiente Scorpius se sentía devastado, su cuerpo no había descansado en lo absoluto en la noche. Su espalda, brazos y piernas le dolían hasta los huesos.
Esa mañana por primera vez no llego a clases con Theo y Peony, le había dicho a Theo que se adelantaran sin él porque evidentemente batallaría para levantarse de la cama y no quería hacerlos esperar.
Cuando llegó a la clase de encantamientos se percató de que Theo y Peony estaban juntos en una mesa, lo cual era raro porque Peony siempre se sentaba con su amiga Leta, y a su vez Theo se sentaba con él. Sin embargo, parecía que esa mañana Leta se había sentado con alguien más debido al retraso de Peony. Lo que terminaba por dejarlo solo a él.
Suspiró. Justo esa mañana que no se sentía con ganas de escribir por el dolor de sus brazos y manos esperaba dejárselo a Theo, pero ahora no podría.
Se sentó en una mesa vacía, ubicada hasta el final del lado derecho.
La maestra no tardaría en llegar y no podía quedarse de pie.
—¿Puedo sentarme aquí?
Se estremeció. Reconoció la voz al instante. Cuando se encontró con su mirada sintió la necesidad de golpearse, y así lo hizo, la palmada en su pierna hizo que ella se sobresaltara, sin embargo, Scorpius había tenido que hacerlo, aquello no era algo que se viera comúnmente. Por lo general ella no le hablaba fuera de los entrenamientos.
—Si ya terminaste de golpearte...
—Siéntate, está libre... —le dijo con un nudo en la garganta—, lo siento por eso, es que tú y yo no...
—No tenía opción, no había más asientos vacíos.
—Sí, lo sé —repuso riendo nervioso, en realidad no lo sabía—, pero, ¿no crees que es raro que no hablemos fuera de los entrenamientos? Quiero decir, podríamos ser amigos.
Astrid lo observo directamente a los ojos y estos se llenaron de luz. Afortunadamente la maestra McGonagall llegó irrumpiendo, por lo que no tuvo que responderle.
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Que lo disfruten👀 y ya que probablemente no actualice mañana, ¡feliz navidad a todos! que la pasen bonito 🎄✨
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Amor Correspondido (Dramione)
FanficEra inevitable no querer observar cada cosa que hacía, cada movimiento, cada sonrisa, cada sensación que sentía. Para ella esa cabellera rubia, esos ojos grises y esa piel pálida era lo más hermoso que había visto en toda su vida. Continúa leyendo m...