I • Nuevas generaciones

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Scorpius había transcurrido todo el camino al castillo al lado de su hermana y Hugo, a quién miraba como su primo, aunque no lo fuese de sangre eran bastante cercanos, sus padres eran amigos muy cercanos y hasta tenían el privilegio de llamarlos tíos.

Por el momento, el rubio no pensaba alejarse de su hermana, no quería perderse en su primer día o caminar con desconocidos, sabía que si se mantenía cerca de ella no le pasaría nada malo, así que la seguiría todo el tiempo.

Al subir las escaleras, se encontraron con dos puertas realmente altas y una maestra bastante mayor en edad, Scorpius le sonrío con timidez cuando ella fijo sus ojos en él.

—Ahora pasarán al gran comedor, formarán una fila en el pasillo del centro y serán llamados por su nombre para que el sombrero seleccionador dicté su casa —les informó con serenidad—. ¿De acuerdo?

Todos asintieron.

Scorpius también.

Las puertas se abrieron una vez que la maestra estuvo dispuesta a entrar, todos se asombraron. Incluso Scorpius llegó a escuchar que un niño decía que eso debió hacerlo con magia.

Después, tal y como lo anunció la bruja de mayor edad, fueron llamados por orden, hasta que llegó el turno de Rose.

Los nervios y la tensión de Scorpius aumentó. Había visto como a cada alumno le ponían el sombrero y este escogía una casa para ellos gritándolo tan fuerte que todos los que allí se encontraban lo escuchaban, y cada vez que un alumno se sentaba en la mesa de su casa lo felicitaban, se preguntaba si a él también lo felicitarían o lo harían sentir bienvenido.

Lo único que esperaba era poder estar con su hermana.

Y si eso no se podía, entonces esperaba estar con Hugo. Pero preferiblemente con su hermana.

Observó el sombrero parlanchín en la cabeza de Rose, no entendía nada de lo que platicaban, su hermana hablaba en voz muy baja, sin embargo, escuchó el nombre de la casa en la que había sido seleccionada.

—¡GRYFFINDOR! —exclamó el sombrero seleccionador.

Sus nervios crecieron cada vez más. Si, entendía que Rose quedase en Gryffindor, era bastante parecida a mamá, pero eso quería decir que el también tendría que quedar en Gryffindor si quería estar con ella.

Por otro lado, él no se visualizaba perteneciendo a Gryffindor, para nada. Siempre tuvo la creencia de que asistiría a Slytherin igual que su padre, o incluso mejor, a Ravenclaw, pero no tenía la certeza de si fuera bueno asistir a una casa a la que ninguno de sus progenitores asistió, más bien creía que sería una decepción para su padre que no pudiera estar en Slytherin siendo tan parecido a él y llevando el apellido Malfoy.

—Malfoy Scorpius —llamó la bruja de antes.

Scorpius se acercó a la silla con temblor en sus piernas. Sentía que estaba entre la espada y la pared.

Quería estar con su hermana, pero definitivamente no pertenecía a Gryffindor.

Se sentó y McGonagall le puso el sombrero en un instante.

Scorpius no sintió nada de peso, el sombrero era tan ligero como una pluma.

—Otro Malfoy —le escuchó decir—, pero este es rubio, igual a su padre..., creo que debería...

—¿Ir a Gryffindor con mi hermana? —le preguntó en voz baja.

El sombrero guardó silencio. Definitivamente ese no era su plan.

—¿Gryffindor? —repintió desconcertado, y examinó bien su cabeza, el niño tenía potencial, no para Gryffindor, sino para Ravenclaw, pero él a diferencia de su hermana, merecía un honorable puesto en Slytherin, era una decisión bastante difícil, considerando que él quería ir a Gryffindor con su hermana—. Definitivamente no eres de ahí... —le dijo.

—Pero...

—Eres tan inteligente como solo un Ravenclaw puede serlo —no lo dejó terminar—, y tan astuto como un Slytherin..., ¿dónde te pondré?

Era un caso perdido, el sombrero la sabía tan bien como él. No pertenecía a Gryffindor. Pero ¿entonces a dónde sí pertenecía?

No quería ser el único en su familia en pertenecer a Ravenclaw, y tenía la creencia de que al pertenecer a Slytherin su padre se pondría feliz y estaría más orgulloso de él, ser su viva imagen en el colegio.

Además, los colores no le disgustaban.

—Bueno, soy un Malfoy —dijo con superioridad.

—Esa actitud... ¡SLYTHERIN! —vociferó.

Como era de esperarse, los alumnos de Slytherin aplaudieron, y lo recibieron de buena manera, incluso algunos de ellos lo saludaron, todos se sorprendieron por lo mucho que tardó en escoger una casa para él. Eso significaba que sería un alumno prometedor.

Scorpius volteó a ver a Rose con melancolía, sin embargo, se alegró de que estuviese feliz y haciendo amigas nuevas.

Después de un rato fue el turno de Hugo, al sombrero le bastaron cinco segundos para decidir que estaría en Gryffindor, al final, era un Weasley.

●●●

A Hermione le pesaban los párpados, esa mañana había dormido más de la cuenta, se sentó en la cama con cuidado y retiró la sabana poco a poco, esa era la primera mañana sin sus pequeños hijos en casa.

Los dos se habían ido al mismo tiempo, la casa ya se sentía bastante sola y eran apenas las nueve de la mañana, deseaba al menos tener a uno allí y disfrutar de sus tardes con compañía.

Por otro lado, no era sorpresa no encontrar a Draco en la cama, para ella seguramente ya se había ido al trabajo desde temprano, le gustaba que fuera tan dedicado.

Sin embargo, esa mañana no fue el caso. Su esposo entró en la habitación con un desayuno hecho para los dos. Por supuesto que eran wafles sacados del tostador, pero agradecía el gesto, aquello era algo que no se veía seguido.

Además...

—Oh por Dios ¡Draco Malfoy! —exclamó sonrojada—. ¡Estás en boxers!

Cubrió sus labios con ambas manos.

—¿Lo notaste? —preguntó burlón.

Hermione había olvidado la buena figura que tenía, seguía luciendo bastante joven a pesar de tener dos hijos de once años.

—¿Por qué? —le preguntó aun sonrojada.

—Bueno, ahora que no están los niños..., creí que podríamos tener más libertad.

No le desagradaba la idea, sin embargo, no planeaba tener más hijos.

Amor Correspondido (Dramione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora