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Ambos se encontraban en la escuela, caminando por los pasillos, sin embargo, para nuestra sorpresa, Aristóteles no estaba abrazando el brazo de su Alfa y Temo ni siquiera lo esperaba, la razón? El más alto estaba molesto, su Omega había hablado con un chico, más específicamente, un Alfa, si, lo había cambiado por un simple Alfa, definitivamente no iba a preocuparse con el, merecía un castigo, así que iba a ignorarlo, aún recuerda la conversación que tuvieron.

¿Porque estabas hablando con el? Sabes que odió que hables con alguien más.

Tu no estabas y yo me sentía sólo.

Ahora resulta que después de diez años de conocerte, justo ahora necesitas un amigo.

Todos necesitamos amigos.

Yo no, no los necesito, ni los quiero, porque si no lo recuerdas se suponía que con nosotros era suficiente, pero sabes que? Tal vez necesites más libertad, así que porque no vas a hacer amigos? Y te olvidas de que existo, no me sigas, ni me hables, porque te voy a ignorar.

Y sólo se fue, fingiendo que no escuchó los sollozos de Aristóteles y los llamados de su Omega por el lazo, el a diferencia de el aperlado, podía controlar sus emociones, su lobo ni siquiera intentó calmar a su pareja lobuna, la parte racional e irracional de Cuahutémoc, parecía entender que era un castigo que su pareja merecía.

Por su parte, el Córcega caminaba al salón de su última clase, al entrar a este, vio que su lugar estaba ocupado por una Omega, la que tenía mayor índice de fertilidad, sin dudarlo camino hacia su lugar y le dio una mirada a la chica, su lobo soltó un gruñido con los ojos iluminados de dorado, y la chica enseguida se levantó y se fue, Ari se sentó y tomó el suéter de su Alfa, sus bebés tenían algo de frío y esta vez no estaba su padre para calentarlos, hizo un mohin de tristeza, porque había tenido que hablar con ése chico? Su plática ni siquiera había sido interesante, apretó más el suéter contra si mismo, intentando obtener el aroma de su novio, cuando lo obtuvo ronroneo felizmente, el profesor al fin llegó, comenzando a explicar el tema, el rizado tenía algunas dudas, por lo que se volteó hacia su pareja para preguntar, apenas abrió la boca para decir algo, volvió a cerrarla, había olvidado que no podía, que estaba castigado. Al no terminar de entender todo, busco en su libro encontrando algunos de los conceptos, después entregó el trabajo y para su sorpresa había sacado 8, era la calificación más alta que había sacado por su propia cuenta, sonrió satisfecho, cuando la clase terminó, fue al comedor, ya se podía ir a casa, sin embargo tenía hambre, ahí vio a su castaño, sin dudarlo se sentó en un lado de el, colocó un toper frente a el, con sus utensilios de comida, le había preparado el almuerzo como la mayoría de los días.

- por favor, mírame, no te pido que me hables, sólo mírame, aunque sea sólo una vez, no puedo soportarlo más -admitió con los ojos cristalizados, contra todas las estadísticas, Cuahutémoc volteó a verlo, le había agradado su iniciativa y el que a pesar de todo le brindará un detalle, limpió sus lágrimas rápidamente, Ari alzó la mirada incrédulo-

- eres mío, Aristóteles, llevas a mis cachorros, me perteneces, no puedes hablar con alguien más, tu sabes que lo nuestro no funciona así, no quiero que lo vuelvas a hacer nunca, lo entiendes? -el asintió enseguida, se sentía desesperado, solo quería unir sus labios, era como un adicto, un adicto a su droga, no podía apartarse de Cuahutémoc, enseguida comenzaba a temblar, el ojimiel acarició su mejilla premiandolo y el se calmó, ese gesto es su droga, la única cosa que necesita cada minuto, la aprobación de su Alfa-

̶M̶a̶l̶a̶ ̶E̶d̶u̶c̶a̶c̶i̶ó̶n̶⚡[RESUBIDA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora