40⚡[Final de Temporada]

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Este es el capítulo más fuerte de toda la historia, no apto para menores de 15 años.

Si eres mayor y en algún momento te sientes muy mal, por favor deja de leer, tu eres primero.

Aristóteles entró a su mansión, no se iría, comenzó a desempacar sus cosas con rapidez y las colocó en su lugar, en la habitación con su Alfa, busco a su destinado con la mirada, estaba algo temeroso, solo tenía que encontrarlo y decirle que ya todo estaba arreglado, ese hombre no volvería a interferir entre ellos, busco en las demás habitaciones, hasta que comenzó a olfatear un fuerte aroma, finalmente lo encontró en su despacho.

- Alfa, el ya no va a molestarnos más, arreglé las cosas, por favor perdóname -el más alto asintió, mientras sujetaba el tabique de su nariz, sin siquiera mirarlo y caminó con prisa hacia la puerta la de mansión-

- esta bien, Omega, voy a llegar tarde, no me esperes, encierrate en el sótano, y no abras la puerta por ningún motivo, obedece mis indicaciones -el rizado asintió aunque no lo estuviera viendo y se dio una ducha, se colocó la nueva ropa que tenía permitido usar, solo que esta vez se colocó una lencería muy hermosa, noto que su esposo había estado algo raro, pero decidió no prestarle atención, y comenzó a hacer sus labores, limpiando absolutamente cada rincón de la casa, y cocinando deliciosas recetas de sus comidas favoritas, ya que asumía que Cuahutémoc no iba a comer en casa, cuándo terminó, se encerró en la habitación en la que debía encerrarse, y decidió que tendría una tarde de películas, como hacia la mayoría de los días para no aburrirse, se quedó ahí durante mucho tiempo, cuando recordó que no había lavado su ropa del día de hoy, salió con cautela del sótano y camino hacia su habitación, en donde tomó las prendas, al llegar a la planta baja escuchó unos ruidos provenientes de la cocina, intentó retirarse sin ser descubierto, sin embargo su aroma lo delató, el Alfa volteó rápidamente hacia el, con los ojos totalmente rojos y unos largos colmillos, sus garras afiladas y su piel más pálida de lo normal, su cabello despeinado y su ropa desprolija, el no era Cuahutémoc, el era su lado animal y estaba en celo, el más alto lo olfateo a la distancia.

- Ari, mi Omega -el rizado negó totalmente asustado, retrocediendo al ver que el contrario estaba avanzando-

- tu no eres mi Alfa -dijo titubeante, estaba temblando y aterrado, el más alto olfateo de nuevo y pudo distinguir un aroma a otro Alfa, en la ropa sucia de Aristóteles, quien al notarlo se estremeció, escuchando un gruñido, corrió lo más rápido que pudo, llegó al sótano y empujo la puerta, pero no logró cerrarla, ya que una fuerte mano se interpuso en su camino, ambos lucharon, pero al final el lobo logró abrirla, el Omega chillo débilmente, corriendo, el ojirojo se lanzó contra el, tomando sus manos, contra la madera de una mesa alta, el estómago del Castañeda quedaba sobre la superficie, dejando su trasero a una perfecta altura, tomó sus manos arriba de su cabeza, y desgarró su vestido, en la parte de arriba, simplemente bajo sus tirantes y lo dejó conservar el corsé, miró el espejo frente a ellos, observando lo hermoso que se veía, abrazó su cintura con una mano, a la vez que depositaba múltiples lambidas en su espalda, el más bajo chillo, ganándose un gruñido y que atrajera su cuerpo más contra el suyo-

- mío -declaro con su voz, el estaba en celo y totalmente celoso, una pésima combinación, no podía aguantar mucho más, lo tomo con fuerza de las caderas y metió de una su grueso y largo miembro, el Omega soltó un quejido lastimero, con las lágrimas escurriendo por sus mejillas- no! -grito desgarradoramente, escuchando un gruñido, a la vez que sus piernas temblaban, su estómago se contrajo por el dolor, permitiéndole notar el miembro bajo su piel, recibió una embestida que le sacó el aire, jadeo apretando su entrada inconscientemente, sus ojos se cristalizaron, podía sentir cada vena, cada relieve, cada centímetro, cuando se movía, estaba muy profundo, lastimaria a sus cachorros, soltó un chillido cuando sintió un punto en su interior ser golpeado, algo había dolido mucho, algo había sido roto, sus ojos se abrieron con terror, sus caderas se abrían, empujó a Cuahutémoc para comenzar a pujar, solo salió una pequeña bolsa rota, el enseguida se dio la vuelta para ver que era, tapo su boca rápidamente, sollozando, eran sus bebés, se tranquilizó al escuchar un llanto, acercó sus brazos, para cargarlos y darles un baño, sin embargo enseguida fue empujado de nuevo contra la mesa alta, Alfa por favor, nuestros cachorros, el mayor lo ignoró, entrando de nuevo, gruñendo al sentirlo apretado, podía sentir como su interior tenía más espacio para poder hundirse aún más, pero su estrecha entrada (por el reciente esfuerzo) no se lo permitía, empujó bruscamente, escuchando al de abajo soltar un quejido, enfadado, tomó sus muslos y los jalo con sus manos, rompiendolo para poder entrar, escuchando al Omega gritar y patalear, aplasto sus piernas con fuerza, a la vez que rodeaba su cintura, y entró profundamente, jadeando ante la presión y calidez, unio sus labios en un beso descuidado, saboreando las lágrimas del contrario, quien parecía querer gritar, mordió su labio a la vez que metía su lengua a la fuerza, siendo mucho más rápido y brusco, buscando su propio placer, a la vez que apretaba su cuerpo contra el suyo con posesividad, mordiendo a su novio, cada vez que este intentaba escapar, gruño sacando sus colmillos, rozando el cuello de Ari, quién asustado, dejó de luchar, el lambio sus labios, y sus mejillas, sintiéndolo temblar por el llanto, suspiro sintiéndose cerca, acelerando sus movimientos, apretando a su pertenencia entre sus brazos, era su Omega, solo suyo, y nunca lo compartiría, tomó su rostro bruscamente para que este lo mirará, tenía que enseñarle quien era su hombre, su único hombre, mordió y chupo sus clavículas, al igual que devoró su boca, después simplemente la lambio, dejando su saliva, impregnando su aroma, gruño viniendosé en su interior, lo aplastó aún más contra la dura e incómoda superficie, asegurándose de estar lo más profundo que podía, lastimando aún más al herido Omega, desgarró su ropa, llenándolo de besos y chupetones, pero sobretodo lamiendo cada centímetro de su piel, a la vez que lo apretaba descargandose completamente, llenándolo de su saliva y su semen, llenando de su aroma a su perra, le dio un gruñido a Ari, cuando lo sintió removerse por el dolor, el rizado se quedó quieto totalmente asustado, el rizado aprieta fuertemente el miembro dentro de el, soltando pequeños quejidos al sentir como el enorme pedazo de carne, va abriendo sus caderas poco a poco, obligándolo a recibirlo completamente, su Alfa lo reafirma hacia atrás, sacándole un gemido lastimero, mientras se empuja lo más profundo que puede dentro de Aristóteles, se detiene al sentir que la base de su pene se hincha hasta que su nudo se expande por completo y queda atrapado, hace círculos, asegurándose de bañar las paredes de su semilla, abraza sus caderas con fuerza, comenzando a embestir de nuevo, el nudo raspa el interior del rizado, sus caderas se abren cada vez más, comienza a embestir con tanta fuerza, que saca sollozos del Omega, suelta un gruñido al sentir como lo ordeña, lo succiona tan bien, sus paredes hacen sonidos obscenos por la presión y el lubricante, el alfa gruño ronco, despegando sus pieles, aplastandolo mientras empezaba a embestirlo, iba a follarlo toda la noche, lo dejaría cojeando, sintiéndolo durante días, haría que dejara de ser una zorra, le enseñaría a respetarlo, su maldito cuerpo le pertenecía, azotaba sus muslos, y dejaba muchas marcas, su ritmo era rápido y constante, gruñia cada cierto tiempo, llenándolo demasiado, lo suficiente para manchar la madera de la mesa, Aristóteles lloraba y suplicaba, incluso cegado por la desesperación, le dio un fuerte empujón al Alfa y corrío hacia la puerta con esperanza, pero entonces el más alto lo atrapó, le dio una bofetada, empujando su vientre duramente contra la madera, abrazando sus caderas, al sentirlo removerse, lo mordió del cuello, tomando ese punto como soporte, como un collar que lo dejaba inmóvil, después de un tiempo el simplemente se rindió, solo sintió como le dio un jalón a sus caderas, y entró aún más en el, se sintió sofocado, era como si una barra de metal lo estuviera atravesando, le costaba respirar, se sentía roto, destrozado por dentro, y fue tomado incontables veces, ya no sentía sus piernas, estaba delirando del dolor de su entrada, su parte racional sentía un intruso en su interior, pero su lado Omega no dejaba de producir lubricante y arquear su espalda, también apretaba el nudo con fuerza, reclamando lo que le pertenecía, satisfaciendo a su Alfa, a ese mismo Alfa que lo estaba lastimando, a ese Alfa que no lo había dejado ver a sus cachorros, sabía todo lo que cuahutémoc había hecho y lo amaba aún así, le amaba más de lo que se amaba a si mismo, pidió piedad una vez más, abrió sus ojos observando la luz del día, el Alfa notó que el cuerpo del contrario se estaba enfriando un poco, pero no le importaba, su interior seguía cálido y húmedo, además de que su cuerpo lo tomaba todo, tomaba todo lo que el le daba, como un buen chico, unió sus labios en un beso hambriento y demandante, sintiendo a su Omega corresponderle sin muchas fuerzas, soltó un jadeo ronco, viniendosé por última vez, apretando su cintura, mientras sentía la corrida de Aristóteles en su mano, dejó de morder su cuello y lambio la marca, Sus rizos rebotaron cuando lo embistió por última vez, terminando de romperlo, solo pudo soltar un suspiro, mientras sus mejillas se llenaban nuevamente de lágrimas, recargando su rostro en la madera, la piel que unía sus muslos, estaba rota, ahora la única unión había llegado hasta su espalda baja, no podía moverse, solo se acostó, sintiendo a su Alfa dentro.

- te amo Alfa -eso era verdad, a pesar de todo lo amaba y siempre lo amaría-
siempre voy a amarte -dijo en un susurro para desplomarse-

La mirada perdida y vacía de Aristóteles se dirigía a la pared, su cuerpo más frío a cada instante, su piel pálida, las incontables heridas en su cuerpo, sus muslos estaban rojos y con marcas de rasguños y golpes, su espalda decorada de marcas rojizas, los chupetones y mordidas, las marcas moradas por un fuerte agarre en sus muñecas, su abdomen, sus caderas con piel desgarrada a los costados por resistirse, sus piernas con hematomas, sus bragas y sus mallas estaban rotas y cubiertas de restos blanquecinos, su entrada chorreaba lubricante y semen sobrante, incluso sangre, pero había algo que destacaba, su cuello con un pedazo de carne faltante, eso y las marcas de garras, hacían ver un ataque de un lobo cualquiera, sin embargo el abuso sexual estaba claro, Aristóteles había muerto en manos de su Alfa, nunca había prestado atención a las señales de alerta y la primera vez que notó el abuso sexual, fue demasiado tarde...

FINAL DE TEMPORADA.

²⁴/⁰⁷/²¹

Hola luces!

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Hola luces!

Bueno pues como saben es el final de temporada, pero si quieren pueden tomarlo como un final, si ya les gusta la historia así, me disculpo mucho por no tener los recursos gráficos, ya listos, lo que pasa es que de verdad he estado muy ocupada, pero no se preocupen, voy a hacer un pequeño separador para esta parte❤

Habrá Segunda Temporada, y se subirá en este mismo libro, para que no lo eliminen de su biblioteca!

Gracias por acompañarme en la primera parte de esta historia, los adoro mucho, espero que estén bien, yo estoy pasando por una crisis el día de hoy y ya lloré, pero les prometo que estoy intentando sobrellevarlo, gracias por las 18k vistas.

⚡MÉRITOS DEL CAPÍTULO 39⚡

Recuerda que estoy muy orgullosa de ti y nadie tiene derecho a menospreciar lo que haces, yo sé que realmente te esfuerzas

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Recuerda que estoy muy orgullosa de ti y nadie tiene derecho a menospreciar lo que haces, yo que realmente te esfuerzas.

Los ama, la escritora ❤

̶M̶a̶l̶a̶ ̶E̶d̶u̶c̶a̶c̶i̶ó̶n̶⚡[RESUBIDA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora