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Dos días después...

Aristóteles se tomaba de las paredes, y del brazo de su mamá para llegar a su cuarto, estaba demasiado débil, los dos días anteriores Cuahutémoc lo había tomado de nuevo hasta el cansancio, día y noche sin parar, y aunque hacía pequeñas pausas para comer y tomar agua (10 minutos), enseguida terminaba el tiempo y su Alfa lo volvía a empujar en la cama, y el abría las piernas sin oponerse, simplemente lo dejaba tomar su cuerpo, el no tenía fuerzas para moverse, después se quedaban unidos hasta el día siguiente para garantizar que el Omega quedará en cinta, el aperlado ahora sufría las consecuencias de esa mala alimentación, muy apenas podía mantener los ojos abiertos, y le dolía todo el cuerpo, ya estaba limpió, la ojiverde lo depositó en la cama y las demás Omegas entraron apresuradamente, dándole muchos abrazos y felicitaciones por no haber quedado inconsciente (algo que solía pasar, al realizar esta tradición). Esta no era la única tradición que su familia había llevado a cabo, había una que consistía en coser la vagina, para garantizar la pureza de la Omega, el día de su noche de bodas, había una persona esperando a la pareja con una cuchilla, para cortar los hilos, la única que había pasado por esa tortuosa tradición fue la patriarca y Blanca, las demás no tuvieron que hacerlo, a ellas les había tocado tener una marca, la cual había sido con una pieza de metal, que se calentaba a niveles inimaginables, para enseguida colocarla en la piel, esto lo habían hecho Amapola, Marisol, y Gabriel, además de Juan Pablo, las tradiciones anteriormente mencionadas se habían sacado del libro familiar, no querían que los más pequeños sufrieran tanto, así que habían escrito el reglamento, el cual Linda, Aristóteles, Yolo y Frida habían aprendido, además de las adultas, una anciana con dones, le había indicado a Amapola que su bebé, era puro, más que todos los demás, ella lo ofreció a la luna, como símbolo de su compromiso con la descendencia, ya que se suponía que el sería el más fértil, es por eso que la noticia de su esterilidad causó mucha sorpresa, sin embargo, ahora que Cuahutémoc les había contado de las pastillas, todo tenía sentido, la rizada alimentaba a su hijo, quien comía apresuradamente, tenía muchísima hambre y sed, la mayor lo veía con ternura, enseguida terminó con ese plato le pasaron otro lleno de comida distinta, todos los platillos eran los favoritos del Omega, Marisol acercó su mano para tocar el vientre de Aristóteles y hacer los masajes que se acostumbraban, pero polita enseguida la detuvo.

- no toques a mi Aris -dijo de forma amenazante a la castaña, quien enseguida alejó su mano, la ojiverde volvió a ver a su pequeño y sonrió como si nada hubiera pasado, el Omega se había asustado un poco, al escuchar a su mamá en ese tono, sin embargo lo entendía, los Omegas eran muy celosos con sus cachorros, no dejaban que otras personas tocaran a sus crías, en especial mujeres, ya que creían que querían robar a sus crías para hacerlas pasar por suyas, la de piel pálida pidió que todas salieran, y lleno a su hijo de besos castos en sus rizos- mi Ari

- tranquila mamá, soy tu cachorro -dijo intentando reconfortarla, sabía que en la etapa de al tradición las mamás de los implicados se encontraban más cariñosas con sus hijos, esa respuesta pareció calmar a la Castañeda, ya que sonrió acariciando su rostro, para volver a alimentar al más joven, cuando termino de darle de comer, llegó la hora de la oración, así que la mayor pedía y oraba a la luna, mientras acariciaba su vientre, el ojimarron tenía los ojos cerrados, al abrirlos sus ojos brillaron de dorado, su cuerpo se elevó levemente y sus muñecas se iluminaron en la inicial de su Alfa, nadie notó la sangre que salió de sus marcas, en su vientre se iluminó algo, no se distinguía si era una figura o una inicial, ya que la luz que se emitía de él, era cegadora, su cuerpo volvió a ser depositado en la cama, y su cuerpo volvió a la normalidad, enseguida se quedó dormido, la madre sonrió y lo arropó, lo dejaron descansar durante tres días, nunca nadie había tenido un periodo de sueño tan largo, pero al se lo permitieron por las condiciones en las que había llegado al edificio, Cuahutémoc se quedó con el durante ese período, también dormía profundamente, y de vez en cuando se levantaba para comer, siempre abrazaba a su Omega de la cintura para asegurarse de que no se fuera o más bien de que nadie se lo quitara, en todo momento mimaba su vientre-

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Hoy ah sido un día difícil, no tengo nada más que decir.

̶M̶a̶l̶a̶ ̶E̶d̶u̶c̶a̶c̶i̶ó̶n̶⚡[RESUBIDA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora