HILOS

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El lunes, temprano y más de lo usual, Yuzu se despertó de sobresalto con una extraña pesadilla. Jadeaba con inquietante resoplo y un retazo del sueño era una pistola mirándole con burla. Un rostro borroso era quien le apuntaba y con una voz extraña le dijo que se lo llevaría con él. Se tocó la cara con susto y se preguntó si sería una ingrata premonición de como terminaría su vida.

-Mierda, mierda... voy a morir a manos seguramente de un maldito mercenario. –susurro mientras sentía el sudor escurriéndose del cuerpo entero.

La habitación estaba oscura y vacía, su madre dormía en la habitación contigua y roncaba un tanto alto, el cansancio le subía al volumen y la borrachera la ahogaba un tanto. Se levantó con pesadez y cuando sus pies sintieron el frio se estremeció un poco y al quedarse un poco quieta para acostumbrarse. El segundero siguió y supo que no dormiría de nuevo, temía continuar el sueño y saberse muerta. Preparo su ropa y salió rumbo al gimnasio cercano que no cerraba ni para un descanso pequeño con excepción de navidad y año nuevo.

Cuando cerró la puerta eran las cuatro de la mañana. Llego con cinco minutos más en el reloj y encontró al recepcionista leyendo una revista de nutrición mientras una manzana descansaba en su mesa. Al escuchar a Yuzu frente a él alzo la vista y le sonrió amablemente.

-Tiene un mes que no te veía. –le dijo mientras se levantaba. -¿Qué te trae aquí tan temprano?

-Te extrañaba mucho, pequeño costal de músculos a base de pastillas. –Yuzu burlona le reto con la mandíbula alta a refutarle.

-Wow, que ruda eres. –respondió sin molestarse por aquello. -¿Solo vienes hoy?

-Sí. –saco el dinero y se lo extendió. –Me gustaría sacar el mes pero saldré y para que me comprometo.

-Una lástima, desde que te fuiste las chicas dejaron de venir seguido. –guardo el dinero en la caja. –Eras nuestra imán de hermosas mujeres, ¿sabías?

Yuzu entro al gimnasio y se rio por el comentario.

-Claro que lo sabía. Después de todo por estas cosas peleábamos Yuuki, por las chicas acosándome en la rutina y en las duchas.

El chico resoplo y le vio entrar en silencio, le dio la idea de que estaba allí más para dejar ir el coraje.

***

La hora de la universidad llego y Yuzu se ducho luego del ejercicio y se vistió como siempre, al verse al espejo se admiró unos momentos y con los dedos se formó una sonrisa tensa.

-Sonríe. –susurro apretando los dientes. –Sonríe, maldita sea.

Sus dedos tensaron más la sonrisa y sus ojos amenazaban con llorar, de pronto respiro hondo, relajo el cuerpo y cuando soltó el aire mostro su expresión feliz y cálida de siempre; como si fuera genuina y sin maquillaje.

-Sí, es fácil hacer esta mierda. –se rasco la nuca. –Fingir es más fácil que mostrar la debilidad... es mejor dar la imagen de fortaleza. De lo contrario te pisaran.

Salió de las duchas y el pelo aun le escurría un poco, ya estaba en la salida cuando una chica entraba y se toparon un momento. Se miraron unos instantes y la chica sonrió coquetamente, agitándose el cabello. Yuzu le dio una inclinación de cabeza como saludo y le guiño el ojo, salió de allí sin voltear a verla de nuevo.

Llego a casa, dejo la maleta y encontró a su madre preparando el desayuno. Como si supiera lo que haría su hija y de que volvería a dejar las cosas, le extendió una caja de desayuno junto a un termo de café y una botella de agua.

-Recién te lo hago. Te aseguro que no lo envenene, siéntate a comer un poco conmigo, ¿o ya eres de las que llegan a barrer la universidad?

-No, no me gusta barrer. –respondió Yuzu mientras se acercaba a la mesa.

SOME (CITRUS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora