CONVERSACIONES PROFUNDAS EN UNA COMIDA

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Estaban celebrando terminar aquel trabajo espantoso de administración en un bar agradable mientras la comida llegaba y las bebidas. Mei estaba sentada al lado de una chica llamada Annaisha, era hermosa de cabello rojo y ojos miel. Inteligente y con una agradable aura de confianza. Conversaron de muchas cosas y Mei se sintió a gusto con la chica mientras los temas cambiaban conforme avanzaba o los compañeros se unían al tema.

Tras pasar unas dos horas junto al alcohol los temas se acercaban a lo morboso y la vida sexual fue llamada a la mesa consiguiendo risas divertidas. Aun cuando no se conocían del todo se contaban intimidades y Mei incomoda dejo de participar ocupándose en el rico curry picoso que tenía en el plato.

-¿Cuantos hijos ha pensado en tener? –le pregunto Annaisha amablemente.

-¿Hijos?

-Sí. –asintió amablemente. –Todos hemos pensado al menos una vez en la vida sobre eso.

Mei se quedó pensativa unos momentos y su mente le pregunto si realmente deseaba siquiera casarse... no era porque tuviera algo contra eso pero en su plan de vida jamás le paso por la mente eso. Solía atribuirle al matrimonio una especie de contrato que con el paso de los años era imposible mantener, así como le paso a sus padres.

-Supongo que dos. –dijo intentando seguir la conversación. -¿y tú?

-Cinco como mínimo. –respondió como si fuera algo obvio.

-¡Cinco! –grito un chismoso. -¿Es qué estás loca?

-En una plática de damas no te debes meter sin invitación, Hiro. –dijo lanzándole una botella en la cara y el muchacho se quedó inconsciente en el suelo mientras el resto comenzó a garabatearle la cara.

Mei vio eso con sorpresa, las damas no hacían eso y aun así encontró satisfactorio aquello. Annaisha se agito su hermoso cabello rojo y miro a los ojos a Mei con esa profundidad que la hacía sentir vértigo. Annaisha Shitogui era una chica misteriosa que no hablaba mucho de ella y solía mantener los labios cerrados la mayor parte del tiempo. Encantadora como una hermosa rosa roja con un perfume embriagante que te seduce hasta el final y te hace entregarle el mundo entero si así lo deseara. Había escuchado por boca ajena que era una mujer con tantos amantes que nadie lo creería, que estaba interesada en las pasiones superficiales y que ningún hombre ni mujer era capaz de pasar de esa línea.

Mujeres también, Annaisha era del tipo de persona que no discriminaba a la hora de elegir amante y, dicho por su propia boca; el amor y atracción no debe limitarse al sexo sino que nada puede impedir a las personas sentir una atracción. Mei comprendía un poco lo que quería decir, ella había visto en el campus parejas homosexuales y no le causaban repulsión ni a esa edad ni antes.

-Son muchos hijos actualmente, ¿puedo preguntar por qué? –le dijo Mei volviendo al tema.

-En mi familia somos cinco hijos y nos llevamos bien. –respondió animada y su rostro rojo por el alcohol. –Yo... creo que si uno tiene hijos debe procurar darles hermanitos para enseñarles a convivir, ¿no cree?

Como hija única comprendía eso, siempre deseo un hermano o hermana para pasar los días en que sus padres trabajaban. Un compañero en travesuras y que fuera capaz de guardar secretos, mostrarle nuevas perspectivas y que la ayudara a encontrar el camino cuando sentía perderlo.

-Concuerdo con ese punto de vista. –dijo bebiendo su te. –Así sería menos solitario.

Annaisha asintió y siguió bebiendo de poco en poco mientras discutía con Mei de nuevo sobre lo idiota que eran los hombres. Tanto así regresaron al tema de los hijos y ya con confianza necesaria Mei profundizo el tema.

SOME (CITRUS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora