OTRO PEQUEÑO ACERCAMIENTO

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Yuzu durmió abrazando a su madre y despertó lo suficientemente temprano para que Ume siguiera soñando con alcohol y matar a su padre. Se vistió luego de una ducha con agua helada, la cual recorrido las marcas de su espalda, las marcas que dejo Eiji cada vez que le enseñaba que tartamudear era para estúpidos retrasados mentales. El baño con agua helada era parte de esa "educación" que le dio para ser alguien digno del apellido y de ser el líder de una mafia que nadie se atrevía a desafiar.

Se vistió con las ropas de varón que una vez fueron de Luka y que Eiji le hizo usar, para que nadie viera a una mujer débil sino un hombre con carácter suficiente para matar a quienes le importunaran. La razón por la cual Eiji también permitió sus amoríos con diversas mujeres era para hacerle la fama de "casanova", todos olvidaban que era mujer enseguida, solo miraban lo que los ojos querían y eso les daba Yuzu... solo seguir la corriente.

Yuzu ya no se veía como mujer u hombre, solo se miraba como "eso" o "aquello", sin etiqueta, sin personalidad... sin propósito más que esperar pacientemente su turno de retorcerse y ocupar la silla del rey de la oscuridad humana. Con esa piel puesta salió rumbo a la universidad, no tan temprano, paso el rato por el pequeño parque de su casa y se dedico a fumar un poco. Llego y encontró al conserje gritándole a la radio, ayer paso el partido que esperaba y no vio porque se cayó ebrio en su bañera y despertó hacia unas horas.

-Buenos días. -le saludo sonriendo.

-Buenas. -gruño y agito la mano. -Has estado temprano, eso es nuevo.

Yuzu quiso decirle algo pero se abstuvo.

-Adiós. -dijo con cariño y se marchó.

El conserje le miro con cara contraída y siguió peleando con el radio. Yuzu no tenia idea de como disculparse con Mei, solo quería resolver el asunto lo más fácil posible y si tenia que ponerse de rodillas lo haría, no era que nunca hubiera tenido orgullo para negarse, solo que no tenía cabeza ni corazón para volver un simple acto descuidado en la maldita guerra de los cien años.

Llego a donde los senderos de ambas facultades se dividían y pensó un poco más, algo le dijo ir a su edificio y así lo hizo, su "sentido arácnido" siempre le ayudaba o cuando le prestaba atención le sacaba de la mierda. Con las manos en los bolsillos se percató que tenía puesta la música y se conformo con decirse que la música de dimmu borgin no era más que gritos... gritos que le gustaba oír con esa música de fondo algo espeluznante para una personalidad tranquila que tenía. Se prometió borrar esa música un día de estos.

Llego a la "bodega de arte" como le decía Matsuri de vez en cuando a su enorme estudio de maquetas y planos que tenían para trabajar y abrió la puerta mientras mensajeaba en su celular, Yuuki le invitaba unas copas el fin de semana, al parecer se entero lo que paso y eso les preocupaba a ambas, de enterarse esa chica que tiene más vida de color de rosa, significaba que era un asunto que Eiji mostraría su molestia y solucionaría con la cabeza de alguien en una lanza.

El alivio era cercano, de ser molestia para su abuelo ya habría actuado, seguramente el chisme terminaría pronto, hacer enojar al "perro infernal" terminarían con el culo empalado. Dejarlos hablar un poco era un lujo que ellos sabían que no estaban en condiciones de abusar. Abrió la puerta y encontró una figura delgada y delicada mirando lo que estaba allí en la bodega de arte y parecía muy concentrada porque no escucho a Yuzu.

La rubia guardo el móvil y apago la música se acerco a ella y la reconoció de inmediato, medito entre hacerse oír o asustarla... sonó tentador asustarla así que la sujeto de las caderas con la mano derecha y recargo su mentón en el hombro izquierdo de Mei. La chica quedo estática del miedo y Yuzu saboreo ese momento con pesar.

SOME (CITRUS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora