S I E TE

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Se sube a su auto, esperando que Jacqueline llegue a ella, así que le pido que baje su ventana con unos toquecitos sobre el vidrio, y así lo hace, mirando al frente.

—¿Algún día podré besarte?

Veo su mandíbula perfecta moverse cuando aprieta sus dientes.

—Ya le dije que no, no se haga ilusiones, vaya usted a saber si tiene alguna enfermedad venérea o algo similar.

Suelto una carcajada que la hace enojar.—Tienes un buen punto, angelito, así que si me hago los exámenes y los pongo sobre tu escritorio, ¿me dejarás besarte?

Sonríe y creo que voy a desmayarme.—No, pero al menos quedaré tranquila.

—O sea que sí me dejarás.

Me fulmina y enciende su auto.

Lexy.

El lunes por la mañana llego a mi oficina, saludo a las secretarias como de costumbre y entro a mi hermoso lugar. Una parte de mi se siente feliz de por fin poder deshacerme de una presencia abrumadora tras de mi, pero la otra, una que intento ignorar completamente, se entriscese por no tener esa atención.

Suspiro y trabajo hasta medio día, cuando soy interrumpida por el teléfono de recepción.

—¿Que sucede, Mirella?—Si la recepcionista de planta baja me llama es que alguien me está buscando.

Sostengo el teléfono con una mano y con la otra firmo un par de documentos para el departamento de contabilidad.

—El señor Beily está en recepción, diciendo que tiene que verla, ¿que le digo?

Detengo mis movimientos y miro a la puerta, como si mis ojos pudieran traspasarla y ver que realmente está afuera de mi edificio.

Trago y me pongo de pie analizando mi situación.

—¿Señora?

Carraspeo. ¿Que querrá ahora?—Déjelo pasar.

Mis manos tiemblan un poco cuando dejo el teléfono en su lugar, trago y acomodo mi vestido. ¿Pero que estoy haciendo? A pesar de que vuelvo a sentarme e intento volver al trabajo, pero me levanto y cuando escucho que el elevador de abre, me acerco a la puerta y la abro cuando escucho su voz.

—Busco a la señora Salvatore.

Veo a Joan caer en su encanto durante unos segundos antes de levantar el teléfono.

—Señor Beily.

Ambos me miran, Evan sonríe y quiero suspirar, de nuevo el edificio se vuelve pequeño a su alrededor. Cierra el botón de su saco y camina hasta entrar en mi oficina, donde su olor queda impregnado en cada pared, y su presencia se estrella con las mismas paredes para luego terminar aturdiendome.

—Buenas tardes, Alexandra.

Lo miro fijamente, la única que solía llamarme por mi nombre completo era Hope, no me molesta más sí me es raro. Para todo el resto del mundo soy Lexy Salvatore. De hecho, creo que exceptuando a mis padres muy pocas personas conocen mi nombre real.

—Buenas tardes, señor, dígame, ¿que necesita? Le regalaré 5 minutos de mi tiempo porque tengo mucho trabajo.

Lo veo sentarse en una de las sillas frente a mi escritorio, abro una gaveta y saco una tableta donde veo mi agenda, marco algunos pendientes mientras espero que el señor Evan Beily hable, cuando no lo hace, levanto mi vista.

Me pone nerviosa su intensa mirada, trato de manejarlo pero se me hace casi imposible cuando también acaricia su labio inferior con sus dedos mientras me mira.

Bella Donna [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora