C U A R E N T A Y S I E T E

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Evan.

Permanecemos en silencio después de mucho tiempo, mientras comemos de un delicioso pastel de calabazas.

—Traje algo más.—digo finalmente, ella de inmediato me enfoca, interesada y sorprendida por mi repentino arranque de romper el silencio.—Empecé a escribir, y terminé mi libro, ¿recuerdas?

—¿La novela bélica?—Asiento y ella espera a que continúe.

—Te traje una copia de mi borrador, dijiste que jamás leíste algo escrito por mí, y además, es importante para mí saber tu opinión.—Asiente y acepta la pila enorme de hojas.—No hay apuro, mañana tengo que entregarlo a mi editor.

Adelanta un par de páginas hasta la dedicatoria, que solo dice cuatro letras.

A. S
M. A.

—¿Que significa eso?

Sonrío.—Alexandra Salvatore, Mía Alexander.

También sonríe.—¿En serio?

—Claro que no.—bromeo y ella al principio luce decepcionada pero luego ve mi rostro y empieza a reír.

—Eres un bobo, Evan.—me empuja con suavidad mientras ríe.—Muchas gracias.

Sus ojos verdes me analizan, y suspira, volviendo a estar seria y preocupada.

—¿Que sucede?

—Quiero besarte, y no entiendo si tu también lo quieres o no, ¿que ha cambiado?

Me acerco al toca discos y pongo una canción suave de la Diosa Adele, me giro a verla y pido su mano, tiro de ella cuando me la da, haciendo que se levante y se pegue a mí.

—Solo disfrutemos un minuto. Tienes que bailar.—Susurro, ella sonrojada pero confundida empieza a balancearse. No pierdo detalle de su rostro, amar con libertad es mejor que amar entre las tinieblas del resentimiento.—¿Recuerdas que bailamos aquí mismo?

Sonríe y asiente. Una de sus manos abandona mi hombro para peinar mi cabello.

—Estás confundiéndome, Evan, y me lastima.—susurra.—Si solo viniste a ver a Mía, es mejor que te vayas.

Acaricio las líneas de sus labios, ella suspira.—Shh, ángel.

Suelta un pequeño sollozo y cierra los ojos como si le doliera, es tan transparente, cada uno de sus sentimientos es palpable y visible, ¿cuantos has cambiado Lexy?

—Por favor...—Ruega porque me vaya, sin embargo, no detiene sus movimientos, y yo la sostengo con fuerza contra mí, respirando su respiración y su aroma.

—¿Quieres que me vaya?—Susurro rozando sus labios, ella abre sus ojos y observa mis ojos y luego mis labios.

—No juegues conmigo, sabes mis sentimientos hacía ti, yo te amo, y lo único que quiero es tenerte cerca todo el tiempo. Claro que no quiero que te vayas, pero debo mantenerme lejos si quiero que seas feliz y tratar de olvidarte. No lo estás haciendo muy sencillo.

—¿Quieres olvidarme?—Me duele siquiera pronunciar esa pregunta, sin embargo, tal vez eso sea lo mejor, porque yo no vengo aquí a ofrecerle empezar algo, vengo a verificar que queda por salvar o si existe eso.

Limpio sus mejillas húmedas.—Eso a lo que tu me orillaste, tesoro, tu no me quieres cerca, ni me quieres en absoluto.

Envuelvo con delicadeza mi mano en su cuello, ella jadea bajito, y rompo los pocos centímetros que nos separan, suelta un suspiro de mera satisfacción antes de enredar sus dedos en mi cabello y atraerme a ella, como si fuera posible, es el beso más delicado, suave y lento que jamás hemos hecho, sus labios están tibios y con sabor a chocolate. No sé con exactitud cuánto tiempo transcurre, solo puedo pensar en ella y sus labios, sus manos, su perfume, cada parte de ella da vueltas en mi cabeza.

Bella Donna [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora