D I E Z

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Lexy.

Respiro profundo, tratando de no enloquecer por lo que acabamos de hacer y también tratando de regular mi respiración.

Busco mi voz en el fondo de mi ser.-Eso fue...

Un timbrido lo pone tenso, carraspea.-Tengo que contestar...-dice seco.

Asiento, me levanto de su regazo, con un nudo atorado en la garganta.

-Discúlpame un segundo.-Toma su teléfono, su ropa interior y se va.

Ajusto mi traje, con manos temblorosas. No puede ser.

Sin permitirme derramar una sola lágrima, salgo de la casa, sin hacer ningún ruido, cierro la puerta y camino unas cuanta cuadras antes de llamar a Matt para que pase por mi. Sintiéndome como una prostituta de quinta, botada a la basura cual desecho y una fácil, sucia y asquerosa prostituta. 

No dice nada al verme, solo pone música y conduce hasta mi casa, abro aún con las manos temblorosas.

-Mierda, ni siquiera puedo abrir la maldita puerta de porquería.

Martha abre desde adentro, su sonrisa va disminuyendo mientras más mira mi rostro. No dice nada, sostiene mi brazo, me jala hasta la cocina, enmudecida sirve dos copas de vino, toma una y me da la otra, se sienta a mi lado y bebe sin preguntar.

Hago lo mismo, doy un sorbo y recuesto mi cabeza a su hombro.

-Mia ya está dormida, puedes hablar libremente o simplemente quedarnos así hasta que tu quieras.

¿Soy una estúpida regalada? Sí.

¿Me da vergüenza decirlo en voz alta y que eso lo convierta en aún más real? Por supuesto.

¿Qué la mujer que básicamente me crió, sepa que tuve un acostón con un don Juan que ni siquiera se dignó a ponerme el mundo de colores antes de hacerme pecar? No, eso no.

-Martha, yo solo fui una estúpida, tomé una mala decisión hoy. No pensé en nada, fue solo un momento de debilidad.

Ella acaricia mi cabello, como cuando era niña.

-Seguramente no sea nada grave, o ya lo hubieras solucionado, Lexy, tu eres muy inteligente.

Suspiro.-No moriré por ello, pero sí fue una tontería de mi parte.

-No te preocupes por ello, bebe tu copa, luego te das un baño y a dormir, mañana ya lo resolverás, así eres tú.

Ojalá sea tan fácil como cavar un hueco e irme junto a mi hija al otro lado del país. Me siento usada, manipulada y sí, yo participé del acto, lo disfruté en su momento, pero no creo que haya sido tan malo para él que tuvo que despreciarme y echarme de esa manera...¿o sí? Ni siquiera fue capaz de decirlo él mismo.

Esta vez he caído aún más bajo, Evan Beily no tuvo que esforzarse tanto para tenerme en sus brazos, se lo di todo fácil, soy una asquerosa. Eso merezco por serlo.

Suspirando, asomo la cabeza por la habitación de mi pequeña, quien duerme profundamente, quiero darle un beso, pero prefiero no despertarla. Voy a mi habitación, hago lo que mi querida nana dijo, y cuando estoy sobre mi cama, en pijamas, mi pecho se hunde, recordándolo siendo dulce y salvaje, y luego, haciéndome a un lado, si bien no quería que me abrazara, tampoco merecía su desprecio.

No puedo permitirme otra equivocación de esa magnitud, él me mintió, me hechizó, me utilizó, hace años me prometí que ninguna persona pasara sobre mi, y menos un hombre. ¿Fue mi error no resistir a sus encantos? Sí, pero fue la suya hacerme sentir como una cualquiera, un trapo sucio al cual botar, y eso, era inadmisible.

Bella Donna [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora