El atractivo joven tocaba el piano con concentración y maestría.
La melodía se interpretaba sin error alguno, pese a los seductores y húmedos labios que se arrastraban a lo largo de su cuello y nuca, succionando con cuidado su piel, mientras que una mano traviesa se colaba por su ropa para tocar su fuerte pecho.
- ¿Está hipnotizado? – peguntaron tras él.
- Fue un obsequio – respondió el hombre sin dejar de tocarlo – casi moría esta mañana en un accidente, yo lo salvé –
- Sólo quieres acostarte con él – acusó Sicheng, cruzándose de brazos.
- Cuida tu tono – advirtió, agachándose a la altura del oído del pianista – sigue tocando, John, lo estás haciendo bien – susurró antes de alejarse de él - ¿qué los trae por aquí? –
- Queríamos saludar – mintió el peli rosa.
- ¿En serio? – sonrió brillante – porque vi todo el desastre que hicieron en esa cafetería –
- ¿Entonces por qué mierda preguntas? – bramó Sicheng.
- Cierra la puta boca – ordenó Jeno, temeroso de molestar a su superior – lo sentimos mucho, Jungwoo –
- No tienes que hacerlo, mi niño – acarició su barbilla con cariño – tú no hiciste nada –
- Fue un accidente – se apresuró a decir Jaemin – estábamos tratando de arreglarlo y... -
- ¿Arreglar qué? – rió con sorna – estaban tratando de deshacerse del muchacho que Sicheng enamoró por error, cuya madre había estado orando para que pidiera la mano de esa joven con la que salía – lo tomó por el cuello de la camisa – no para que te acostaras con él, pedazo de mierda –
- Yo iba a hacerlo –
- Pero no lo hiciste – lo soltó con brusquedad – y ni siquiera ibas a dárselo a la chica –
- Él no la quiere –
- Tampoco al niño con quien ibas a dejarlo –
- ¿Vas a ayudarnos o no? –
- Te mereces lo que está pasándote – negó – pagarás por ello lo que tenga que durar –
- ¿Qué hay de nosotros? – interrogó Jaemin.
- Lo siento, Afrodita, es parte de las consecuencias de sus actos – caminó hacia el músico – la próxima vez lo pensarán dos veces antes de intentar ayudar a esta porquería –
- Fue un accidente –
- Ya dijiste eso – abanicó su mano – salgan de aquí, estoy ocupado –
Los tres salieron del lugar desganados.
- Lo siento – susurró Sicheng una vez fuera del edificio.
- No es tu culpa – animó Jaemin – fue un error –
- Pero no podemos arreglarlo, y yo los metí en esto –
- Sí podemos – aseguró Jeno.
- Zeus dijo que no – recordó el peli rosa.
- Exacto – lo apuntó – Zeus dijo que no, entonces... -
- Hades dirá que sí – completó el mayor.
- Eros es un chico listo – bromeó.
- ¿Cómo llegaremos al inframundo? – cuestionó Jaemin, exasperado.
Sicheng suspiró pesado.
- Sabes que no tenemos opción –
- Será asqueroso verlos juntos, lo saben ¿verdad? –
- Tiene razón – defendió Jeno – tenemos que llamar a Hermes, lo siento –
- Da igual – se cruzó de brazos – pero tendremos que hacerlo mañana, ahora tenemos que buscar a esos estúpidos humanos –
- Al menos el tuyo está bonito. Se ve virgen y eso –
- Se ve virgen porque probablemente lo es – gritó en un susurro – tiene como siete años –
- Entonces vas a divertirte mucho – se burló Jeno, golpeando su hombro.
- También tú, con tu perro, y tu boda, y las alergias.... –
- Ni lo menciones – rió – ese chico es patético –
- Al menos es gracioso verlos – Sicheng rodó los ojos – Yuta es un tipo aburrido como la mierda –
¿Cómo se habían metido en eso?
Donghyuck limpiaba la mesa sin quitar los ojos de la puerta, al igual que Sungchan, quien fregaba el piso.
- ¿Viste sus ojos? – recordó emocionado – eran oscuros y profundos –
- ¿Viste su cuerpo? – dijo el menor, abrazando el trapeador – era tan sensual – mordió sus labios y apretó con fuerza el objeto entre sus manos.
- ¿Crees que vengan? – preguntó temeroso – tal vez sólo estaban mintiendo –
- Él no lo haría – defendió Sungchan – él no me mentiría, me ama –
- Tienes razón – frunció el ceño - ¿cómo se llaman? –
- Ni idea – suspiró – "Hermosos seres celestiales del cielo" –
- Tendría sentido –
La campana sonó, haciendo ambos corazones latir con fuerza.
Ambos dioses entraron con miradas cansadas y semblante molesto.
- ¿Dónde estuviste? – enfrentó Sungchan - ¿no llegaste a tu casa durante la noche? – inquirió al mirar su ropa.
- Niño... -
- Tienes razón, tú no me engañarías –
- Viniste – susurró Donghyuck al hombre frente a él – cumpliste porque me amas –
- No te amo, tienes que dejar de pensar eso –
- Claro que me amas. Me amas tanto como yo a ti, y si no lo haces, lo harás –
El azabache giró a ver a su amigo, quien también lo miraba boquiabierto.
Esos chicos en verdad no tenían dignidad.
- ¿A qué hora sales? –
- En dos minutos – abanicó sus pestañas - ¿vas a llevarme a pasear? –
- No –
- Está bien, podemos ir a mi departamento – se encogió de hombros.
Sungchan, por su parte, miró avergonzado al peli rosa.
- ¿Quieres desayunar algo? –
- Sí, ¿por qué no? – respondió Jaemin con una sonrisa resignada.
- Yo... - rascó su nuca – ¿a dónde quieres ir? –
El mayor lo consideró.
- Lo que sea está bien –
- Conozco un lugar a dos calles – se acercó a su oído para hablar más bajo – su café es mejor que el nuestro –
Jaemin reprimió una risa y asintió.
- Servirá –
- Bien, dame un minuto, te veré afuera – dijo caminando hacia la caja para entregársela a los chicos que recibirían el turno.
Jaemin acordó el plan y fue donde su amigo para hablar con él.
- Tengo que irme –
- Ya sé, lo escuché – hizo una mueca – suerte –
- A ti – rió – tú eres quien irá a su departamento –
Jeno lloriqueó discretamente.
- Nos vemos más tarde –
- Adiós, Apolo – se despidió antes de salir del local.
Esperaban que las cosas no se salieran de control.
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The month
FanfictionEl amor de las flechas de Cupido (Eros, en los peores casos) duraba solamente un mes en el tiempo humano. Si te quieres deshacer de una persona, eso está perfecto. El problema es cuando no quieres hacerlo. A causa de la gracia accidental de Sichen...