Capítulo 18

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Para este punto, Sungchan había tratado de comunicarse con Jaemin de todas las formas humanas posibles sin lograrlo.

Sabía que el mayor lo estaba evitando, y no lo culpaba.

Se había portado como un cretino con él, incluso cuando sabía que era el único de los tres dioses que estaba siendo realmente considerado.

Quería llorar.

Lo extrañaba mucho y quería volver a dormir junto a él.

¿A quién quería engañar? En realidad solo quería volver a dormir, pues llevaba días sin lograrlo.

Pensó en rezar, claro que lo había hecho, pero no había caso, nadie le estaba respondiendo de todos modos.

Donghyuck lo llamaba casi todos los días para preguntarle como estaba, cosa que odiaba.

También extrañaba a su amigo, pero moría de la envidia desde que el mayor le había contado que estaba viendo a Jeno y que ahora eran algo así como amigos.

¿Amigos?

Jaemin ni siquiera lo reconocería en la calle.

Estuvo tentado a irse a la bodega a llorar hasta morir, cuando la campana de la entrada sonó.

Esa era otra cosa, aún no contrataban a nadie que ocupara el puesto de su amigo, por lo que estaba solo y atareado.

- Buenas noches – saludó sin ánimo - ¿qué le ofrezco? –

- Un café – pidió el amable chico colocando un par de billetes en el mostrador – y un pastelito –

- ¿Algún sabor en específico? – preguntó con los ojos en la pantalla.

- ¿Qué sabe mejor? –

- Todo – sonrió – realmente puedo recomendarle todos los sabores –

- Entonces fresa –

- Buena elección –

- ¿Sabes qué quiero? – dijo el recién llegado, tomando asiento frente a él – que cambies esa música deprimente. Está lloviendo afuera, no necesitamos más que eso –

- ¿Alguna sugerencia? –

- No sé, ¿Madonna? –

El menor lo miró extrañado.

- Como ordene –

- No me hables así, no soy tan viejo –

- No sé, acaba de pedir a Madonna – tomó el dinero e hizo el cobro - estoy seguro de que no nació ayer –

- Apenas soy un par de años más viejo que tú –

- ¿Cómo lo sabe? – se giró a servir café.

- Tengo 22 – se encogió de hombros - ¿y tú? –

- 16 –

- Mentiroso –

- Está bien, tengo 20 – le entregó la taza.

- ¿Cómo te llamas? –

El chico miró su uniforme, percatándose de que le faltaba la placa de presentación.

- Sungchan –

- Mark – bebió un trago de su café – y dime, Sungchan, ¿siempre estás aquí? –

- Suena horrible ¿no? – le entregó un pequeño plato con una rebanada de pastel de fresa – no es tan malo cuando te acostumbras a los vampiros y esas criaturas de la noche –

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