Capítulo 15

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Donghyuck charlaba animadamente por teléfono en la oscuridad de su habitación.

Hacía un par de días había encontrado trabajo como recepcionista en un hotel al centro de la ciudad.

Era mucho mejor pagado que la cafetería y el horario era aún más accesible.

Extrañaba mucho a Sungchan, pero le había prometido que en un par de meses tendría el dinero suficiente para conseguir un mejor departamento y llevarlo consigo, por lo que el menor comenzó a ahorrar por sí mismo para ayudarle a apresurar el proceso.

El trabajo en general era divertido, conocía personas diferentes todos los días y siempre había alguna anécdota divertida para conversar. Además, había conocido a un chico.

Era guapo, entretenido y, lo mejor, era humano.

- Ya es tarde – dijo mirando el reloj de la pared.

- Lo sé, creo que debemos dormir –

- ¿Te veré mañana? –

- No estoy en turno, pero puedo pasar a recogerte. Si quieres –

- No te molestes, tengo el turno vespertino, salgo por la noche –

- Entonces te llevaré el almuerzo – decidió – te veo entonces –

- Claro – susurró sonriente – adiós –

- Adiós, lindo – se despidió colgando la llamada.

Soltó su teléfono y cubrió su rostro, chillando emocionado.

Estaba pasando, por fin le estaba gustando alguien en serio y por decisión propia.

- No puede ser tan guapo – dijeron desde la puerta.

Asustado, se incorporó para encender la pequeña lámpara de mesa.

- Mierda – toco su pecho exaltado – me asustaste –

- Lo siento – sonrió divertido – sólo pasaba a ver cómo estabas –

- Pude estar dormido – entornó los ojos.

- Te escuché cantar hace un rato – se encogió de hombros – hasta ese muchacho que te llamó, ¿siempre dura tanto tiempo? –

- No en realidad, él sólo... - lo miró – no te importa, Jeno –

- Tienes razón, lo siento –

El moreno lo miró de pies a cabeza.

- Veo que estuviste fuera –

- Con los chicos – asintió – la fiesta a la que te invité –

- Cierto –

- Fue algo aburrido – caminó hacia él para sentarse en la cama – Sicheng fue tras el chico al que trató como basura y Jaemin me abandonó por ir a bailar. Me sentí solo –

- Ah, lo siento – dijo sin interés, acostándose para darle la espalda – apaga la lámpara cuando te vayas –

- ¿Ahora vas a ignorarme? –

El menor suspiró pesado y rodó nuevamente sobre su cuerpo para quedar frente a él.

- ¿Qué quieres que te diga? –

- No sé – se recostó junto a él - ¿no me extrañas? –

- No – bufó.

- Mientes –

- No, Jeno. Yo realmente no lo hago –

El dios jadeó indignado.

- ¿Cómo pudiste olvidarme tan pronto? –

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