MALA SUERTE

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Seijuuro había decidido pedirle a su amado Kouki matrimonio.



Estaban juntos desde hacía ya siete años. Comenzaron su relación en su tercer año de preparatoria, luego de muchos meses de ir y venir, de sus intentos; y según Kuroko, pésimos coqueteos.

De la ingenuidad de Kouki y su lucha contra la inseguridad, nerviosismo y vulnerabilidad.



Todo estaba perfectamente organizado.



Con ayuda de sus conexiones; porque el ser un Akashi por fin le servía para algo más que dolores de cabeza por estrés, encontró un buen lugar para llevarle a cenar.

Era por supuesto un restaurante caro, pero no demasiado ostentoso. Su dulce Kouki nunca había sido fan del derroche, decantándose siempre por regalos simples y con significado. Amaba la comida con formas de animales o corazones, de esas cosas cursis que sabía que al principio no le decía porque pensaba le parecía seria a sus ojos infantil e inútil.

A petición suya y con ayuda del chef en jefe, pondría el anillo de compromiso en un pequeño pastel con forma de gatito.





Sin embargo las cosas no saldrían como Seijuuro quisiera.





Lo primero que sucedió mal, fue que al levantarse se diera en el dedo meñique del pie contra la esquina de una mesa. Kouki en un intento de ayudarlo ya que saltaba patéticamente en un pie, se llevara un golpe en una de sus mejillas. ¿Cómo lo hizo? No tiene idea.

Después; más tarde ya estando en la oficina, una de sus concesionarias había sufrido un colapso electico, dejándola sin producción por medio día, por lo que debido a ello su papelería había aumentado.

Luego; por la tarde el café que había bebido en la mañana al parecer osaba por caerle mal en ese momento, llevándolo a vomitar en dos ocasiones.

Al salir de la oficina y en dirección a su hogar con Kouki, había sido detenido por una patrulla no en una; sino en dos ocasiones.

Luego al salir de su auto, justo al llegar a su casa, había caído tal lluvia torrencial que los 2 metros que le separaban de su auto hasta la puerta de la entrada a los departamentos le habían dejado hecho una sopa.





—¡¿Qué más quieres de mi maldita sea?!— había gritado colérico





Sin embargo ese no fue el fin de sus males, en cuanto llego la luz se fue por lo que no pudo tomar una ducha apropiada. Su lindo Kouki al darse cuenta de ellos estaba comenzando a pedirle que mejor se quedaran a cenar en casa, su preocupación aumentaba debido a que su temperatura comenzaba a subir, ver las suplicas de su amado en pos de su salud estaban comenzando a surtir efecto, mas no cedió por mas pucheros que este le hizo.

Y demonios, a Seijuuro le ponían caliente los pucheros de Kouki; o quizá se debía a que si tenía fiebre, no lo sabía y no iba a averiguarlo.

Entonces después de un par de horas de arreglos a media luz; porque la desgraciada no volvía, salieron cada uno con un paraguas en mano, Seijuuro habría querido compartirlo, pero ya estaba uno medio resfriado, no quería que lo fueran los dos.

Entonces llegaron al restaurante y por segunda vez en el día; porque la primera fue al despertar al lado de su Kouki, sintió que las cosas no eran un total desastre, Kouki le sonreía feliz y avergonzado, fueron guiados a la mesa reservada para los dos, platicaron de sus días; siendo el castaño quien hablara más, ya que no quería decirle lo duro que había sido su día, Kouki podría llevarlo a rastras a descansar.



Nadie se habría podido su sorpresa cuando; al ver Kouki el anillo, pensara que de alguna forma el cocinero que los había atendido lo había dejado caer en la masa durante la preparación, intentando alcanzarlo a la cocina para así poder devolverlo.



Su risa llamo la atención de Kouki y de otros comensales, a tal grado que no pudo evitar derramar unas cuantas lágrimas, Kouki por supuesto estaba rojo de la pena, pensando que sus intenciones no debían de ser hechas en ese momento, mas callo en cuando vio a Seijuuro poner una rodilla en el suelo al lado suyo, tomar el anillo de entre sus temblorosas manos y mirarle fijamente a los ojos mientras los demás comensales les miraban.



—Furihata Kouki ¿Quieres casarte conmigo?—





Seijuuro sintió que la sangre abandonaba su cuerpo, cuando Kouki se levantó de la silla pensando que sería rechazado, mas su querido castaño opto por sentarse en la alfombra del lugar, le dio el sí con una sonrisa encantadora para segundos después desmayarse y caer al piso.





Bueno; le había dicho el vecino de la mesa de junto que le ayudo a levantarlo, por lo menos no te dijo que no.

31 DIAS DE AKAFURI DICIEMBREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora