Akashi Seijuuro sabía que tenía la vida comprada; o bueno en realidad, regalada.
Siendo hijo único y heredero de la gran dinastía Akashi, podía obtener de todo con solo el tronar de sus dedos, comida, vestido, servidumbre y porque no; a su edad, mujeres y donceles.
Así que estaba ahí, desnudo frente a su padre en la que era su habitación y se suponía por educación no debían entrar. El joven y la jovencita en su cama estaba rojos de la vergüenza levantando sus pocas pertenencias, tropezando contra las botellas de licor y bandejas de plata con restos de comida en el suelo.
Sí; en definitiva Seijuuro sabía que debía repetir esa fiesta, de preferencia desde el día 1 en el que sus padres se fueran.
Ah, sí; sus padres, los actuales reyes del imperio, su pronto a ser imperio.
—Vístete ahora y ve a las habitaciones de tu madre—
Seijuuro aun tenía respeto por esa buena mujer a diferencia de su padre. Así que obedeció con desgano, enviando al par en su habitación medios escondidos entre las grandes cortinas por donde habían vuelto, debía recordar decirle a Reo; su siempre compañero y amigo de juegos, que no los volviera a contactar, uno de ellos tenía mirada de querer algo mas y eso era un, no, no en su agenda.
Se vistió con la mejor túnica de las que tenía, ignorando la fuerte presencia de su padre a sus espaldas, quería, ansiaba una copa de vino, un buen trasero y mucha comida después de tres días de fiesta, pero iría donde su madre.
Camino a paso veloz hasta llegar a la enorme habitación que a lo largo del tiempo se había convertido en biblioteca con una cama en ella.
Shiori siempre había sido bondadosa pero de naturaleza enferma, por lo que su padre no desaprovechaba oportunidad de partir a tierras lejanas en un intento de aliviarla, no la odiaba, pero la extrañaba. Cosa que obviamente no dijera.
Masaomi Akashi sin embargo era más bien, frio; desinteresado y en extremo desobligado en lo que a Seijuuro respectaba, le había dado educación, conocimientos sobre como gobernar un imperio y más y más tareas absurdas una al hilo de la otra; ¿Paciencia, moralidad, virtud? ¿Empatía, sentimentalismos, tratados de paz? Seijuuro no necesitaba de eso, un par de guerras, soldados entrenados y tendría todo a sus pies; o al menos a su conveniencia, por lo que a la edad de 18 años, sentía que ya lo sabía todo, que ya lo conocía todo y por lo tanto lo merecía todo.
—Has obrado mal últimamente hijo mío— le dijo la hermosa reina mientras bajaba un libro a su regazo —Por lo que he pensado que; aunque tarde, es hora de guiarte por el buen camino—
—Es por eso de nuestro viaje— agrego Masaomi
—NO hay nada que necesite en este momento más que gobernar— les dijo mientras los miraba altivo, aun con la rodilla en el piso
—Has entendido mal todo acerca de la relación de un gobernante para con su pueblo— dijo mientras se levantaba con ayuda del rey, sus hermosas túnicas a juego con el color de su cabello brillaron a la par de las piedras preciosas que la adornaban —Oh hijo mío, cosechas lo que siembras—
Seijuuro vio como el largo y terso cabello de su madre se inclinaba hacia su posición cuando esta le tomo del rostro para que viera sus facciones, una hermosa sonrisa como siniestra; que Masaomi nunca diría pero tenía e impactándose cuando el aroma dulzón llego a sus sentidos, seguido de ser engullido por un mar negro con el que indudablemente perdió.
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31 DIAS DE AKAFURI DICIEMBRE
FanfictionReto para la pagina "Porque amamos el AKAFURI" 31 días 31 historias Todo Diciembre para darle amor al AKAFURI