PECADO

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—No hay tiempo de explicaciones, sígueme...—



Kouki no entendió al instante de salir corriendo de la mano de un desconocido. Iba saliendo de sus clases complementarias en Seirin, cuando fue interceptado por un chico casi de su edad de cabellos azules como el cielo. Por alguna razón sentía una con fianza abrumadora, como si le conociera de muchos años, pero también sentía un deje de temor a ser traicionado; de nuevo, por lo cual se sentía incómodo y extraño.

También sentía una mirada directamente en su nuca, como si tuviera una diana centrada en su espalda. Ese temor crecía con forme se alejaban, entre calles atestadas de estudiantes y de personas que salían de sus trabajos, pero aun así no dejo de correr.

Pronto se hallaron en una zona poco concurrida, de apartamentos de apariencia cara. Su mano sudaba pero no era fuertemente tomada, por lo que no pudo obtenerla para limpiarla. Además de que; en cuanto pisaron a esencia de un edificio de apartamentos, la sensación de ser visto bajo una lupa desapareció.

Subieron hasta el penúltimo piso, ambos en silencio con el sonido del aparato de fondo.



No sientes que la lluvia que cae cuando estas triste es más tibia que lo que una lluvia es con normalidad—escucho en su mente, haciendo que cayera de rodillas en el suelo de metal, cerrando los ojos y cubriendo sus oídos.

—Estaremos pronto a salvo Furihata-kun resiste—escucho como un eco del de cabellos celestes

—...alta... aun...—



Kouki perdió la conciencia, con miles de murmullos de fondo, de voces que no conocía pero amaba, de ases de luz de muchos colores, estrellas, el color del horizonte al atardecer y una cálida sonrisa.





Kouki perdió la conciencia, con miles de murmullos de fondo, de voces que no conocía pero amaba, de ases de luz de muchos colores, estrellas, el color del horizonte al atardecer y una cálida sonrisa

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—¿Llegaste a tiempo Kuroko?— escucho a la lejanía



¿Kuroko? ¿Quién era ese Kuroko?



—No lo hice, lo siento tanto Kagami-kun, también lo perdí de vista en cuanto llegue aquí, debemos hacer algo, nos pisaba los talones—



Kouki podía escuchar el miedo en la voz del de cabellos celestes, no reconocía la voz del primero que había hablado, pero por alguna razón la sintió cálida, y confortante. Como si la conociera.

Entonces un grito aterrador se escuchó en el fondo de su mente, un dolor indescriptible lleno cada poro de su ser y el sentimiento de vacío y dolor en el alma fue tan intenso que le hizo gritar aun estando semi inconsciente.





—Espero poder entender algún día, el amor que siento por ti, aun si mis pasos no son firmes— la voz no era suya pero le resultaba evocadora, tiempos de sonrisas y plumas blancas

31 DIAS DE AKAFURI DICIEMBREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora