Capítulo 10 Hope

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POV Alexia

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POV Alexia.
El beso con Aizawa le había hecho más cosas a mi interior en unos pocos segundos que cualquiera de los de Nathan en dos años. Era sencillamente increíble lo bien que estábamos juntos, digo, era mi profesor y todo, pero no por eso dejaba de verlo como un hombre y esa sensación me asustaba mucho, no quería que mi corazón sufriera, pero no podía evitar querer más de él.
El primer fin de semana lejos de casa decidí visitar a mi mamá y convencí a mi profesor de ir conmigo. Sabiendo que Aizawa había trabajado la noche anterior probablemente hasta altas horas de la madrugada, lo guié hacia mi habitación.
-Aquí puedes descansar, sé que trabajaste anoche y estás cansado, cuando esté el almuerzo te despierto- dije frente a él.
-¿No te incomoda que duerma en tu cama?- preguntó el pelinegro, ganándose una mirada divertida de mi parte.
-Para nada, prefiero que duermas en mi cama que en la de Jiro y además ya dormimos juntos en tu cama, que más da que duermas en la mía- espeté ya en la puerta de mi habitación- dulces sueños Eraser.
                                   ✴✴✴
-¿Por qué duerme a esta hora?¿Qué hace él en las noches?- preguntaba mamá cuando la interrumpí.
-OMG mom, tiene que dormir a esta hora porque trabaja de profesor por el día y como héroe por la noche, por eso está tan cansado. No es por nada raro- espeté irritada.
-Bueno, vamos a cocinar, que cuando se levante probablemente tendrá hambre- comentó besando mi mejilla.
-Y que lo digas- dije recordando el apetito que se gastaba mi profesor.
Media hora más tarde estaba todo preparado y puesto en la mesa, por lo que fui a despertarlo. Me senté a su lado en la cama y lo observé dormir por unos segundos _nunca puedo verlo porque siempre se despierta antes que yo_ pensé observando lo pacífico que se veía dormido, acaricié su rostro para luego darle pequeños golpecillos en los abdominales, los que provocaron que abriera los ojos abruptamente y me agarrara la mano, provocándome un pequeño dolor en la muñeca antes de lanzarme hacia la cama y posicionarse encima de mi.
-Te aconsejo que no me vuelvas a tocar así mientras duermo- dijo él con voz ronca.
-¿Por qué?- pregunté curiosa.
-No es correcto- respondió dejándose caer a mi lado- y podría hacerte daño- susurró en un suspiro.
-La única forma en que me podrías hacer daño es iéndote lejos y ya me prometiste que no me abandonarías- susurré poniendo mi cabeza contra su pecho y mirando hacia arriba quedando justo debajo de su barbilla, se tensó por un momento, pero luego suspiró y dijo con la voz plana.
-No me conoces Alexia, no sabes quién ni cómo soy, no sabes cómo puedo herirte.
-Mírame- a regañadientas lo hizo quedando nuestras bocas tan cerca que se confundían nuestros alientos- sé que eres un héroe maravilloso que no busca fama, que se preocupa por los demás y que daría su vida por proteger a cualquiera que le necesite, que eres un profesor que deja la piel todos los días en cada clase, que eres un hombre excepcional que aguanta a una niña malcriada en su casa, solo por ayudarla a sanar sus cicatrices y que eres una oruga terriblemente tierna- agregué acariciando su mejilla con mi mano y sonrojándome ante su negra mirada emocionada- ¿cómo puedes decir que no te conozco?
-Eres de lo que no hay- dijo con una sonrisa sincera que hizo que mi corazón se saltara un latido- si no f… vamos a almorzar, se enfría la comida.
Bajé las escaleras junto a Aizawa, mostrándole el camino hacia el comedor, mientras yo pensaba en la frase que dejó a medio terminar. El almuerzo fue bueno hasta que mamá comenzó a hacer preguntas al pelinegro, interesándose por su edad, compromisos laborales y amorosos, a las que el interrogado respondió con total calma, pero conociéndolo, por dentro estaba terriblemente irritado. Pasadas las cuatro de la tarde decidimos retirarnos a nuestro hogar con la promesa de regresar la próxima semana. Ya en el autobús nos sentamos en los últimos asientos e inconscientemente o no tan inconsciente quedé dormida en el hombro de mi profesor, que se limitó a despertarme cuando solo quedaba una parada, rápidamente me disculpé roja como un tomate, él no le dio mucha importancia al asunto y caminamos apaciblemente desde la parada hasta la casa.
POV Aizawa
Al llegar a la casa nos encontramos un gato blanco como la nieve y ojos tan azules como el mar, atraída por su belleza, Alexia se acercó a nuestro visitante y la tomó entre sus brazos.
-¿Podemos adoptarla?- preguntó poniendo cara de perrito desamparado.
-Está bien, pero ella es tuya, no mía- aclaré.
-Genial- chilló ella soltando a la gata,y abrazándome por la cintura enterró su cabeza en mi pecho, solo por esta vez me dejé llevar y le devolví el abrazo.
-¿Cómo la vas a llamar?- pregunté apoyando el mentón en la cabeza de mi alumna.
-Hope- respondió ella sin apartarse de mi.
-¿Por qué?- pregunté curioso.
-Porque hoy me dio esperanzas- dijo simplemente.
-¿Por qué?- dije apartándola para poder ver su rostro que se hallaba totalmente rojo.
-Es un secreto- dijo ella poniendo una mano sobre mi pecho.
-Estás mal de la cabeza- sonreí y dije algo que nunca pensé que diría- creo que eres mi alumna favorita.
-¿Tu alumna eh? Bueno, algo es algo- susurró y abrió la puerta a casa.
Después de entrar a la casa con hope en brazos se giró hacia mi.
-Voy a bañarme y luego me acuesto a dormir, ¿vas a trabajar hoy?- preguntó ella como ya era costumbre.
-Sí creo que me voy a dar una vuelta, de todas maneras mañana es domingo y puedo descansar- respondí perdido en aquellas últimas palabras_tenía esperanzas dijo, no la entiendo_
-Buenas noches entonces que estoy cansada- respondió, dio la vuelta y se fue.
Cuando me acosté más tarde, su cuerpecito se acercó al mío en busca de calor y la abracé, ya era una costumbre.
Al día siguiente, eran las nueve de la mañana cuando desperté, de la cocina venía un rico olor a huevo frito, tocino y café, seguramente Alexia había ido a preparar el desayuno, doblé en el pasillo y ella estaba de espaldas a mi, me permití contemplarla un segundo, su trasero cubierto por solo un boxer de color negro le dio una terrible sacudida a mi entrepierna, lo que hizo que me enfureciera.
-Kane, si vas a utilizar mi cocina, al menos vístete.
-Estoy vestida- replicó ella alisándose la camisa que traía puesta sobre el boxer.
-Eso, es una triste excusa de ropa, esta es mi casa, son mis reglas, ahora cámbiate y ven a desayunar- dije señalando hacia el cuarto.
-Está bien, tú mandas, pero no te atrevas a tocar mi desayuno, por cierto, estoy esperando un paquete, si cuando llegue aún estoy en la habitación, recíbelo por mí- contestó mientras se dirigía al cuarto.
Mientras me servía el café, escuché el sonido del timbre y efectivamente era el paquete de mi alumna.
-¿Qué es esto?- pregunté cuando salió cambiada.
-Es un televisor plasma de 75 pulgadas, es que aquí no hay mucho que hacer y ni televisión tienes, me disculpo por no decírtelo antes, pero el pedido lo hice hoy mismo...- dijo ella apenada.
-No, está bien, yo no tengo una porque simplemente nunca me hizo falta, ya que casi nunca estoy aquí y cuando estoy lo que hago es dormir, no te preocupes- dije, por su expresión, sorprendiéndola.
-Voy a prepararte tu desayuno, ve instalando la TV- dijo caminando de vuelta a la cocina.
En menos de veinte minutos instalé el dichoso aparato y me tiré en el sofá doble.
-Aquí está tu desayuno- dijo Alexia sentándose a mi lado.
-Mmm, esto está genial- murmuré tras dar un mordisco al tocino junto a un trozo de huevo frito.
-Ventajas de vivir conmigo- sonrió la mocosa dando un sorbo al café.
-¿Y qué vamos a ver?- pregunté llevando los platos sucios al fregadero.
-Películas- respondió simplemente.
-Eso era obvio, pero de qué tipo- pregunté sentándome junto a ella.
-No sé, podemos decidirlo juntos.
-Está bien- dije buscando la lista de filmes y señaló una italiana del año 2008 llamada “Perdona si te llamo amor”.
La película resultó ser bastante buena, pero lo que más me llamó la atención fue una frase que ella repitió al pié de la letra.
"El amor no es y no puede ser simple afecto, no se trata de costumbre o amabilidad. El amor es locura, es el corazón que late a dos mil por hora, la luz que surge de noche en pleno atardecer, las ganas de despertarse por la mañana solo para mirarse a los ojos."
Al final terminamos haciendo un maratón filmográfico, donde descubrimos que las películas de terror no eran lo de ella, ni los dramas lo mío.

Aizawa Shouta: el profesor orugaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora