CAPITULO 12

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DECISIONES



Emma Williams

Cuando estaba en secundaria me repetían una y otra vez que las leyes de la física tenían una cierta influencia en la vida. Inercia, fuerza, acción y reacción.

Siempre pensé que era algo estúpido que unas simples leyes inventandas por un loco que un día le cayó una manzana en la cabeza tendrían algo que ver o que tenían algún tipo de relación en lo que hacíamos diariamente, hasta hoy.

Creí que si tomaba un poco de valor y actuaba como creí que querían que actuará todo resultaría como yo quería o mejor, al parecer me equivoqué porque nada salió como quería y ahora estoy aquí; en una mesa llena de botellas vacías las cuales me he tomado en menos de nada para tratar de olvidar lo que pasó.


Mi acción tuvo una reacción la cual solo me deja en claro una sola cosa "no debí hacer aquello" pero al menos tuve la fuerza necesaria para afrontar que lo que sucedió debió ser así para darme cuenta de que ahí no pasaría nada.

Amy la perdí de vista hace ya un par de horas atrás así que no hay mucho que pueda hacer ya que solo quiero pasar el trago amargo.

Varios me han invitado a bailar, beber y hasta fumar pero me he negado, en cada una de las veces. No es que no quiera divertirme, porque ese era mi objetivo, es que ahora solo puedo pensar en beber sola hasta que amanezca o al menos hasta que yo decida irme a casa.

Le hago señas a un mesero y este sin medir palabras me hace entrega de dos botellas más «es el encargado de haberme traído todas las botellas que ahora están vacías»


Pasan las horas, se acaba el líquido de las botellas, la gente se va yendo y yo sigo aquí, en una puta mesa sola.

Me bebo lo que queda de la botella y me dispongo a buscar la salida para así poder irme a mi casa. Hay gente inconsciente en la acera y agradezco no pertenecer a ese grupo.


Cojo un taxi y le doy la dirección «al fin terminará está noche de mierda»

El taxi estaciona al frente de la casa de mi madre y solo puedo pensar en cómo voy a disimular esta cara de que nada está yendo como quiero.


.–Son 2.50$, señorita -me dice el señor algo impaciente.

.–Oh, sí. Claro, aquí tiene -le pagó y bajó rápidamente del taxi.


Este arranca y ahora solo quedo yo con la luna que siempre me ha acompañado hasta en mis peores momentos.


«al fin en casa... O eso creo»















¡Hi! Ay, Emma... En algún momento toda su vida cambiará ¿No creen?



Con amor, Ari.


Un beso bajo la lluvia[#1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora