twenty two

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26 de junio, 2019.


Mónica me tironeó de un brazo para ingresarme al primer salón. Varios pares de pequeños ojos me miraban curiosos. Una chica de enormes rulos y sonrisa reluciente, se acercó a mí y me tendió su mano, a modo de saludo.

Busqué rápidamente con la mirada a mi sobrino y me alivió el hecho de que no lo encontré por ningún lado en el salón.

—Tú debes ser Luke, soy Celine. — estreché mi mano con la pelinegra y le devolví una sonrisa. — Los niños estaban expectantes con tu visita, hace mucho no tienen una clase de música.

—El chico anterior renunció hace unos meses, tenía mejores proyectos. Nos alegramos muchísimo por él, pero los niños se encariñaron demasiado. — añadió Mónica a mis espaldas.

Los pequeños comenzaron a hacer demasiadas preguntas y a acercarse en masa hasta donde nosotros estábamos. Le agradecí mentalmente a la rulosa cuando les pidió que se sentaran.

— ¿Quién es el profesora Celine? — gritó con una voz bastante aguda, una pequeña niña rubia.

— ¿Es el profesor de música? —preguntó un pequeño castaño.

—Sí, pequeños. Quiero presentarles a Luke, el será quien les enseñará música de mañana en adelante, deben ser muy amables con él como hemos estado practicando. — habló la pelinegra dándome un pequeño empujoncito para que me presentara, la maldita.

—Hola niño, yo seré su nuevo profesor de música. — solté haciendo un pequeño ademán con mi mano. Me abofeteé mentalmente cuando noté que no sabía que más decir.

— ¿Tocas el piano? — preguntó una pequeña mientras alzaba su mano.

—Sí. — solté. Hice una pequeña pausa sin saber que añadir. Mis manos temblaban y me sentía jodidamente nervioso, ¿Qué mierda me ocurría?

— ¿Sólo eso? — preguntó la misma niña ladeando un poco su cabeza. Mónica me dio una palmadita en mi espalda dándome apoyo.

—También toco batería, guitarra, bajo y también un poco de flauta. —admití. — También me gusta cantar. — solté sin pensar.

Los niños comenzaron a gritar y a hablar entre ellos, bastante emocionados. Mónica alzó sus pulgares en mi dirección.

— ¿Puede cantar algo para nosotros, profesor Luke? —preguntó una pequeña pelinegra de ojos grandes.

Miré a Mónica en busca de ayuda y esta reía al ver mi cara de desesperación. Los niños comenzaron a gritar a coro mi nombre y a aplaudir. La maldita vieja de mi jefa seguía riéndose de mi cara.

—Pequeños, el profesor Luke no ha preparado nada, mañana los deleitara con una hermosa canción. — me salvó mi jefa.

— ¡Debe cantar algo de The Beatles! —gritó un pequeño, dejándome algo boquiabierto. Jamás hubiera pensado que un niño conoce a la banda.

— ¡Mejor de Queen! — soltó otro logrando que mi boca solo se abriera más.

—Bueno, mañana sabrán que canción será. Despídanse pequeños, el profesor Luke debe irse. — añadió Celine.

Reí bastante cuando los pequeños gritaron a coro una despedida, me despedí de la rulosa y salí junto a Mónica, bastante alegre. Esto había sido mejor de lo que esperaba.

—Escucha Luke, hay una situación que me tiene algo complicada. — soltó Mónica mientras caminábamos por los pasillos del jardín infantil. — Yo no sé que relación tienes con Emma, eso no es de mi incumbencia, pero me complica que el tenerte acá vaya a afectar el rendimiento laboral de ambos.

La pregunta me dejó algo confundido, ¿Es que acaso demostrábamos que éramos algo más?

—Nada ocurre entre Emma y yo. — admití algo duro. —Sólo tenemos amigos en común, ella es prácticamente una desconocida para mi.

La canosa me sonrío satisfecha con mi respuesta.

— ¿Y Finn?

— ¿Qué ocurre con él? — cuestioné confundido.

— ¿Afectará algo en que seas su maestro? Porque debo admitir que es lo que más me complica, no es muy ético ni objetivo ser maestro de un familiar.

—Por mi parte no, yo me dedicaré a hacer mis clases y Finn no tendrá ningún trato especial. De todos modos con mi hermano, su padre, queremos tener una charla con él para dejarle claro que debe comportarse cuando yo este acá.

—Me parece perfecto. — me sonrió la canosa. — Entonces ahora podemos seguir con las demás aulas.

Asentí mientras le seguía el paso. Una silueta algo conocida me hizo entrecerrar mi ojos, dejándome con la incertidumbre de que si habrá escuchado mi conversación con la anciana. 

kindergarten | luke hemmingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora