twenty three

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26 de junio, 2019.


El resto de los salones estuvieron igual de bien que el primero. Las profesoras y Mónica me apoyaron bastante, y los niños eran bastante amables y fáciles de impresionar. A penas les comentaba los instrumentos que manejaba, todos gritaban emocionados. Ojalá impresionar a la industria musical y a las disqueras fuera igual de fácil.

Me descoloqué bastante cuando entré al salón de Emma y esta me trató con total indiferencia. Me sonrío bastante amable y estrechó mi mano como tal desconocido. La tensión del momento la alivió Finn cuando comenzó a gritar y a decirle a sus amigos que yo era su tío, se veía bastante orgulloso y feliz, tanto así que como nunca, corrió a abrazarme.

Mónica me invitó a desayunar a su oficina, charlamos de mis horarios y me entregó mi itinerario con los cursos y las clases que debería hacer. La señora era bastante agradable.

Sin darme cuenta eran las doce y treinta de la tarde, Mónica me informó que desde mañana comenzaba mi horario habitual, pero que por hoy, podía irme antes. Le agradecí, pero estaba jodido, debía llevar a Finn a casa.

Salí del lugar y me apoye en mi auto mientras esperaba que la hora pasara. Comencé a buscar en mi teléfono música que escuchaban los niños de hoy en día, pero todo era una mierda. Sin duda le preguntaría a Finn que música le gustaba.

Mi vista se dirigió a la entrada al ver a decenas de pequeños niños salir del lugar, las afueras del jardín estaban llenas de adultos que se reencontraban con sus hijos. Rodé los ojos al ver tanta efusividad, juraría que esos niños y sus padres se habían visto hace algunas horas.

Divise a Finn a lo lejos y me acerqué a él. Me saludó con su pequeña manito y me abrazó las piernas cuando llegué a su lado. Le revolví un poco su cabello y le saqué su mochila de sus hombros, para cargarla yo.

Vi a Emma cargar sus usuales cajas y materiales, me acerqué a ella, seguida de Finn, intentando arrebatarle una de las cajas. La castaña se alejó rápidamente de mi y me miró confundida. Abrió su boca para decir algo, pero al ver a Finn detrás de mí, pareció pensar lo que diría.

— ¿Qué haces? — murmuró. Encogí mis hombros.

—Sólo quería ayudarte, vamos no seas terca, que te llevo a casa. — solté intentando ser divertido, pero la castaña se alejó violentamente de mi, nuevamente.

—No es necesario. — soltó seca. — Tengo cosas que hacer.

Seguí a la mirada con la castaña. Fruncí mi ceño notoriamente al ver al idiota de Spencer ayudarla con sus cajas, mientras ella se subía al asiento del copiloto. Bufé algo molesto.

— ¿Él es el esposo de tía Emma? —preguntó Finn a mis espaldas.

—No dios, no. — solté algo cabreado, sin entender el comportamiento de la castaña.

***

— ¡Luke, si sigues cerrando así los cajones harás que mis vasos se rompan! — me regañó mi madre. Bufé mientras la miraba y cerraba suavemente el cajón.

— ¿Así? ¿Estás contenta o me seguirás jodiendo? — mi madre puso sus manos en la cintura y entrecerró sus ojos.

—No te atrevas a hablarme así, Luke ¡Estás en mi casa! —me sermoneó molesta. — Te he preparado tu almuerzo favorito por tu primer día de trabajo y estás con cara de culo. Ni siquiera te has dignado a contarme como te fue.

—Bien mamá, me fue genial. — solté irónico mientras salía dando un portazo en la cocina.

Comencé a subir las escaleras pero mi madre me detuvo agarrándome del brazo.

— ¿Pasó algo, cariño? — cuestionó algo preocupada.

—Joder, no. Sólo estoy cansado. — me quejé.

—Está triste porque tía Emma no estuvo en el auto con nosotros. — soltó Finn desde la sala de estar dejándome boquiabierto.

—Calla, enano. — lo regañé molesto.

¿Por qué decía esas cosas?

— ¿Emma? ¿Quién es Emma, cariño? — le preguntó mi madre.

—Mi maestra, abuelita Liz. — soltó el enano haciéndome apretar los puños.

— ¡¿Tienes algo con la maestra de Finn?! —gritó en susurros mi madre. — Luke eso es sumamente irresponsable.

Rodé mis ojos.

—No pasa nada con ella, mamá, por Dios. Solamente es una chica que está buscando joderme la existencia. — solté sin pensar. Quise abofetearme al darle más detalles a mi mamá.

— ¿Ella te está molestando?

— ¡Mamá! Dejémoslo hasta acá, no te metas.

Bajé las escaleras, ignorando a mi madre, quien me llamaba desde lejos. Tomé mi chaqueta y mis llaves y salí de casa dando un fuerte portazo

Tomé mi teléfono y marque sin pensar.

¿Qué me sucedía?

— ¿Hola? ¿Luke? — habló Sierra a penas contestó la llamada.

—Sí, soy yo, ¿Estás desocupada? — pregunté mientras subía a mi auto.

—Siempre puedo hacerme un tiempito para ti. — soltó risueña.

Rodé los ojos.

—Necesito aliviar tensiones. 

kindergarten | luke hemmingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora