seven

625 65 8
                                    





11 de mayo, 2019.



El viaje al bosque fue lento y horrible. Los niños y niñas, incluido Finn, estaban bastante inquietos. Todo el camino estuvo lleno de gritos, llantos y niños moviéndose, llegó un momento en donde le tuve que decir a Finn que dormiría un momento para que dejara de molestarme. Por suerte, el enano entendió sin problema.

Cuando llegamos dejamos las canastas en un sitio de picnic que estaba reservado para la excursión. Saqué mi lado paternal y me aseguré de aplicarle protector solar a Finn en la cara, brazos y piernas para que luego Celeste no me asesinara, luego saqué unas pequeñas botellas de agua. Antes de comenzar el recorrido, llevé a Finn a un bañito cercano para que no se me estuviera haciendo en el camino.

La excursión comenzó lenta, tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para no sacar mi teléfono celular para matar el aburrimiento. Un señor de bigote lideraba el paseo, nos contaba acerca de los árboles, flores y animales de la zona. Finn parecía bastante emocionado, no dejaba de preguntarme cosas y de hablar con sus amigos acerca de los animales. La anciana de hace un rato se acercó a mí, me dijo que tenía una cara de cansancio horrible, hablamos un poco de su vida y de la mía sin ahondar en nada. La quise besar cuando me regaló unas gomitas de oso que tenía para su nieta.

Los árboles eran bastante bellos si los miraba más de cerca, los troncos tenían figuras bastante llamativas y las flores eran hermosas.

—No pensé en verte de nuevo por aquí. — miré en dirección a la voz y me encontré a la castaña. La miré incrédulo. — Soy Emma.

— ¿Sí? me importa bien poco quién seas. — hablé entre dientes mientras seguía caminando por el bosque. Busqué a Finn con la mirada, estaba junto a la niña de antes y la ancianita escuchando al señor de bigote.

— ¿Seguirás con esa actitud tan borde?  No hice lo de la notificación con mala intención, lo hice porque este es mi trabajo, es lo que me apasiona y lo que amo hacer. Es una falta de respeto para mi y para mis años de trabajo cuando alguien incumple acuerdos de responsabilidad. — explicó.

—¿Crees que después de toda la mierda que armaste te hablaré como si nada? — paré. Ella paró conmigo, pude verla bien, tenía algunas ondas en su cabello y unos ojos cafés enormes adornados por unas largas pestañas llenas de máscara.  Sus labios se veían bastante apetitosos, sobre todo con ese lunar en el labio superior,  me jodía tanto que fuera tan insoportable.

—No espero que hagas eso, no tenemos porque hablar. Es solo que quería explicarte que no hice eso con mala intención,  es algo que debía hacer para respetar a mi profesión. — explicó.

Busqué a Finn y noté como el grupo ya había avanzado, dejándonos a nosotros dos atrás.

—Mira, Finn es mi sobrino, si hago estas mierdas es porque me lo piden, es un puto favor. Si eres tan jodida como para castigar a los papás de Finn por algo que hizo alguien que no tiene ningún vinculo con el jardín siendo que ellos han sido excepcionales en todo allá tú, pero no te vengas a hacer la simpática conmigo porque no me va el hablar con hipócritas. — solté brusco mientras comenzaba a caminar en dirección al grupo, dejando atrás a la castaña.

— ¡En ningún momento te falte el respeto como para que me hables así! — medio gritó mientras me tironeaba del brazo deteniéndome. La castaña me miró fijamente con ojos rojos en ira. — Se nota que no tienes nada que te apasione porque de ser así entenderías lo maldito que es cuando alguien se burla de tu trabajo ¿Tan consumido estás en la mierda que tienes que denigrar el trabajo de otros?

Sentí como la respiración se me cortaba y mi cuerpo comenzaba a congelarse. Abrí mi boca pero nada salía de esta, me había quedado en blanco. Miré a la castaña quien me miraba algo enojada, al notar mi situación, cambio su cara a una de preocupación. Cerré los ojos intentando regular mi respiración y alejando todos esos pensamientos horribles de mi mente.

— ¿Estás bien? — preguntó finalmente.

—Debemos volver al grupo. — murmuré.

Me solté de su agarré y corrí prácticamente en busca de los adultos y niños del jardín. Cuando llegué a Finn lo tomé de su manita sin dudarlo. El pequeño me miró sonriente.

—Tío Luke, quiero ese árbol de allí. — apuntó al frente. — ¿Crees que papá me dejará tener uno en casa?

Solté una risa algo apagada con la mente aún en el pasado.

—Seguro, enano.

kindergarten | luke hemmingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora