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6 de julio, 2019.
Un leve mecimiento me despertó. Emma sostenía sonriente frente a mí una bandeja llena de comida y dos tazas. Un bostezo interrumpió lo que sea que iba a decir y fue entonces que sentí mi cara arder.
—¿Puedes sentarte por tu cuenta? —preguntó, dejando la bandeja sobre la cama.
A duras penas me apoyé en los cojines para sentarme. Emma me tendió una taza, que identifiqué rápidamente como café. Lo había endulzado a la perfección. La bandeja contenía varias frutas y unos sándwiches. Estiré mi mano para alcanzar una de las brillantes fresas, perfectamente lavadas. Su sabor dulce me inundó y una pequeña risa me hizo volver a la realidad.
—¿Estás bien? —consultó, preocupada. Asentí en su dirección. No dejaba de mirarme y podía notar como dirigía su mirada a distintos lugares de mi cara. — Te aplicaré más pomada cuando terminemos de comer. —añadió.
Si hay algo que puedo afirmar de Emma, considerando lo poco que la conozco, es que se preocupa en exceso. Hasta ayer no había dimensionado lo mucho que le afectan los conflictos, sobre todo aquellos que se le escapan de las manos. Y creo que no es consciente de que hay situaciones que no puede controlar y que no tienen nada que ver con ella, y que mucho menos es responsable de lo que otros hacen.
—No quiero que hablemos de esto. —menciono, apuntando a mi cara. — ¿Has dormido bien? Caí como un tronco y ni siquiera recuerdo cuando me dormí. —admití, cambiando de tema.
Emma suspiró.
—Debe haber sido por analgésico que te di. —sentenció. — He dormido bien. Odio a Spencer por jodernos la noche, pero por otro lado fue bueno volver temprano a casa. —añadió encogiéndose de hombros. — Fue una semana agotadora en el jardín infantil.
—Ni me lo digas. —comenté, bebiendo de mi café.
—¿Qué tal has encontrado el jardín? Sé que no es tu empleo soñado, pero es un buen ambiente. —preguntó.
Si alguien, saliendo de la universidad, me hubiese dicho que iba a terminar trabajando en un jardín infantil, muy probablemente me habría partido de la risa. Definitivamente no era mi empleo soñado. Ni siquiera pensé alguna vez en mi vida dedicarme a la educación, mucho menos de niños llorones. Pero tenía que admitir que no ha estado mal. Los niños me querían y me respetaban, mis compañeras de trabajo eran amables, mi jefecita me adoraba y ya pronto tendría mi primera paga.
—No ha estado mal. —admito.
— ¡Te gusta! —afirma, burlona.
—No he dicho eso. —niego, rodando los ojos.
—¡¿Por qué no podría gustarte, Luke?! Es una profesión hermosa. —chilló, comiendo una fresa.
—No he dicho que no sea una profesión hermosa, Emma. —rodé los ojos. Me acomodé en la cama, apoyándome mejor en el respaldo de la cama y me permití examinarla por unos segundos.
Su cabello castaño estaba recogido en una trenza que caía por su espalda. Tenía camiseta rosa de tirantes delgados y un pequeño short que dejaba poco a la imaginación. Su cara estaba libre de cualquier maquillaje y, por lo cerca de que estábamos, pude notar algunas pecas que adornaban su cara. Salí de mis pensamientos cuando ladeó su cabeza en mi dirección.
—Lo es. —aseguró.
—Sí. Me parece una profesión admirable, Emma. Todo lo que hacen, día a día, es mucho trabajo y se nota la dedicación de todas ustedes. —admití, sincero. Emma ensanchó su sonrisa y comenzó a asentir, efusivamente. —Cuando las veo a ustedes, notó que hacen su trabajo desde su vocación y desde lo mucho que aman enseñar. Y si bien, han sido días maravillosos, no siento esa chispa que uno tiene cuando hace lo que ama.
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kindergarten | luke hemmings
FanfictionEn dónde Luke se olvida a su sobrino en el kindergarten. #2 en lukehemmings {28/11/20} 💖 ohsamemistakes© 2020