XII.

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"...Y no puedo olvidarte…"


Debía admitir que era complicado. 

Separarse nuevamente de la persona que amaba era difícil. Y mucho más si no se tenía la oportunidad de desenvolverse del mismo modo en el que cualquier pareja recién conformada lo haría.

No pudieron pasar ni siquiera un día completo juntos, tampoco fue posible compartir buenos momentos por medio de citas o semejantes, ni mucho menos disfrutar de la compañía del otro.

Y, sin siquiera haberse cumplido un día de haber iniciado su relación, fue momento de separarse. Otra vez. 

San debía marcharse cerca del mediodía. En un primer momento había decidido no tomar el vuelo y quedarse un día más, pues era fin de semana, pero luego de que su madre se negara rotundamente tal vez ya no sería posible seguir esa idea.

WooYoung se había mantenido con la mirada perdida en el suelo del depósito mientras escuchaba a su novio hablar por el teléfono. No podía oír lo que decía la mujer, pero a juzgar por el modo en el que San caminaba de un lado a otro con prisa y los gestos exasperados que ejecutaba, parecía no ser nada bueno. 

—¿Puedes siquiera una vez en tu vida escucharme…? ¡No, entiéndelo de una vez! 

Sin saber muy bien qué hacer, sus manos terminaron moviéndose en la superficie de sus piernas en un intento de mantenerse ocupado. Era un poco incómodo estar allí y escuchar parte de esa discusión, pero lo era aún más al saber que, de alguna u otra forma, él era el culpable. 

Una de las razones por las cuales San había viajado era para hablar con él, después de todo.

La felicidad que había invadido su interior se había esfumado casi por completo para reemplazarla por la culpa y la inquietud. Todo el ambiente mágico en el que se habían sumergido la tarde anterior parecía haber sido sólo un sueño, una simple burbuja que los había mantenido alejados del mundo real, donde no había lugar para preocupaciones. 

Pero ahora todo era distinto. Aquella mañana la realidad los había golpeado con fuerza, con una simple llamada y un boleto de avión les había recordado sin piedad todos los obstáculos que aún deberían atravesar. Ya no había más tiempo para seguir sumergidos en una perfecta ilusión, era momento de enfrentarse al mundo real.

Esa era la verdadera realidad. 

—Puedes hacer lo que quieras, madre. Pero jamás seré tu marioneta, ¿me escuchaste? —continuó hablando San a través de la línea, su tono de voz dejando en claro la furia de la que estaba siendo preso—. Sólo espera el día en el que me gradúe y te aseguro que jamás en tu vida volverás a verme.  

San no esperó una respuesta, simplemente finalizó la llamada y arrojó el teléfono hacia la cama sin cuidado alguno, ya sin importarle muy poco que pudiera caerse o romperse. No pudiendo contener más todas las emociones que lo desbordaban, sus manos terminaron ocultando su rostro al mismo tiempo que se dejaba caer en la cama. 

WooYoung no dudó ni un segundo en acercarse hasta él y abrazarlo, de este modo indicándole silenciosamente que estaba ahí para él, que contaba con su apoyo. No obtuvo algún tipo de respuesta o reacción, por lo que permanecieron de aquel modo por largos instantes que se hicieron eternos, hasta que San pareció abandonar el tumulto de pensamientos en el que se había encontrado sumergido y dio un pequeño sobresalto, como si recién entonces notara que su novio lo estaba abrazando. 

—Oh Dios, Woonnie. L-lo siento, no se supone que deberían ser así… nuestros últimos momentos juntos antes de que me vaya —se disculpó al instante mientras se pasaba rápidamente las manos por el rostro, llevándose las lágrimas rebeldes que se habían atrevido a escaparse de sus ojos. Formó una sonrisa de inmediato antes de continuar—. Aún tenemos una hora, podemos ir a la cafetería y desayunar con los demás.

Inception [SanWoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora