IX.

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"...Estoy soñando en un sueño todas las noches..."




WooYoung no supo cómo reaccionar.

De todos los escenarios posibles que podría imaginarse viviendo dentro de esa oficina, sin duda que encontrarse a esa persona era el último de ellos.

Sintió como cada parte de su cuerpo se iba congelando a medida que la impresión se abría paso por su semblante, lo que provocó que se detuviera después de haber dado apenas un paso al interior del lugar. No supo con exactitud el porqué pero de repente se sintió intimidado, como cada vez que lo tenía enfrente cuando sólo tenía trece años recién cumplidos.

—Al fin estás aquí, WooYoung. Te estábamos esperando —intervino el director, sacándolo de sus pensamientos. No tardó en separarse de su lugar detrás del escritorio y acercarse hasta él—. Vamos, entra.

WooYoung suprimió el impulso de alejarse cuando sintió la mano ajena en su espalda, incitándolo a caminar. Sus pies parecieron estar arraigados a la superficie del suelo, negándose a avanzar, pero finalmente se vio dando sólo unos pocos pasos.

Se tomó un momento para observar la figura de su tutor, aunque no demasiado pues su mirada lo intimidaba un poco. No había cambiado mucho, a decir verdad, se veía exactamente igual a excepción de su cabello, pues ahora yacía con unas ligeras tonalidades grisáceas en las raíces. Aún conservaba su apariencia atemorizante gracias a su altura que, ni siquiera ahora que tenía dieciocho años, había podido sobrepasar. Vestía un pulcro traje negro que dejaba en claro que su posición no era precisamente de la clase media, y ni qué decir del reloj brillando en su muñeca, que gritaba varios dólares por montones.

WooYoung desvió la mirada y decidió enfocar su atención en el escritorio del director. La confusión bullía con fuerza en su interior, no logrando comprender el porqué estaba allí después de cinco años de haberlo dejado abandonado en ese internado. Jamás le interesó saber sobre él o su bienestar ni mucho menos lo visitó, ni siquiera cuando le notificaron que sus calificaciones comenzaron a bajar.

Aún faltaban un par de meses para la graduación, exactamente la mitad del año escolar, por lo que tampoco tendría sentido que hubiera ido hasta allí con intención de llevárselo.

¿Acaso era porque estuvo enfermo? Casi sonrió ante el pensamiento, pues era un poco tarde para preocuparse por su salud. Ya hacía un par de días que se sentía mucho mejor.

WooYoung podría haberse muerto por la fiebre y su tutor no se hubiese enterado hasta ahora.

—Como le estaba comentando, señor Kim, a principio del año escolar tuvo un descenso en su desempeño por un par de inconvenientes, pero ya es un asunto solucionado.

¿Solucionado? Tuvo que morderse la lengua para no intervenir con una palabra bastante impropia.

—Sus calificaciones se están arreglando y si sigue de esta manera pronto volverá a ser el mejor alumno de su generación, como siempre lo ha sido —continuó hablando, una de sus manos apoyada en su hombro con toda la confianza del mundo—. ¿Verdad, WooYoung?

El nombrado sólo lo observó fijamente por un momento, sin decir ni una sola palabra o hacer un gesto afirmativo. El hombre no pareció conforme con su falta de respuesta ya que apretó su hombro con cierta ligereza, en señal de advertencia. Sin embargo, no se inmutó.

Una vez más podía confirmar que a la institución le importaban un rábano sus estudiantes. Su única preocupación era que aprobaran las asignaturas y eso era todo, lo demás ya no era asunto suyo.

Y sí, tal vez no lo fuese, pero un poco de interés no los mataría. No se necesitaba mucho ni demasiados o costosos recursos para generar un buen ambiente educativo, uno donde los estudiantes pudieran sentirse importantes y considerados realmente como personas, con problemas y sentimientos, y no como individuos tontos que sólo debían memorizar y memorizar hasta el cansancio.

Inception [SanWoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora