VI.

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"...Nadie puede llenarme como tú…"










Pacífica. 

No había una palabra más adecuada que esa para describir la imagen que percibían sus ojos. 

Ni siquiera el aire gélido que abrazaba su cuerpo como si estuviese desnudo o las nubes grises que amenazaban con llover podían impedir que admirara esa vista. 

Desde allí, en lo más alto de la torre de los dormitorios masculinos, podía observar con gran detalle los edificios que conformaban el internado así también como las pocas personas que se atrevían a merodear por el campus con evidente prisa, tratando de resguardarse de la tempestad que se desataría en cualquier instante. 

Había estado allí desde que las nubes hicieron acto de presencia, primero no siendo más que algo lejano en el horizonte, hasta que con el correr de las horas fueron invadiendo el firmamento hasta cubrirlo por completo. Fue así que, cerca de las 18 y con el sol ya listo para comenzar a esconderse, el cielo tomó un color entre azul y grisáceo que sólo se atrevía a cambiar por escasos segundos cuando algún relámpago lo iluminaba. En esa ocasión no hubo un atardecer lleno de suaves tonos naranjas o los últimos vestigios de los rayos solares, sólo esa sombría vista.

El paisaje había adoptado una apariencia oscura y deprimente. Y aunque los colores de los edificios así también como el verde de la naturaleza a su alrededor (e incluso en las estructuras mismas, pues poseían algunas enredaderas) aportaban cierta vivacidad, ésta pasaba casi desapercibida ante tanto gris.

De repente WooYoung pensó que aquel fenómeno tan natural como lo era una tormenta se asemejaba a su situación. Primero, todo había sido calmo como en el paisaje que admiró antes de que las nubes aparecieran, una amenaza de la que no fue consciente pero que siempre estuvo allí, al acecho, esperando por una pequeña señal de debilidad para atacar.

Y después, poco a poco, esa oscuridad fue invadiendo todo a paso seguro, trayendo consigo sólo problemas que no hacían más que empeorar a medida que avanzaba. Estaba seguro de que había llegado al mismo punto, ya todo cubierto por nubes sombrías que dejarían caer un gran diluvio y relámpagos en cualquier instante, a la menor provocación.

Un mínimo estímulo, una pequeña acción, y WooYoung explotaría, dejaría caer su propia lluvia lúgubre sobre aquel paisaje que era su persona, y entonces sabría que había sobrepasado su límite con creces, que finalmente había tocado fondo.

Y, tal vez, llegado a un punto de no retorno.

WooYoung ni siquiera lo pensó demasiado cuando extendió su pie hacia el vacío, casi inclinándose hacia delante, como si estuviera jugando con la idea de que no hubiese nada debajo de él que pudiera protegerlo de la caída. Se mantenía de pie en uno de los bordes de concreto, en un pequeño espacio entre el reloj de la torre y el muro, y sin ningún soporte o barrera al cual aferrarse.

Su mano derecha se mantenía ligeramente apoyada contra el muro, siendo este su único agarre. Un ligero movimiento en falso y caería al vacío sin más, incluso una repentina corriente de aire sería suficiente para hacerlo perder el equilibrio.

WooYoung sonrió por lo bajo mientras veía su pie, aquel que aún se mantenía extendido como si estuviera por dar un paso hacia la nada. No pudo evitar ponerse a pensar en el modo tan peculiar en el que funcionaba el mundo, una sola acción bastaba para que todo cambiara en un abrir y cerrar de ojos. Era curioso.

Un solo movimiento, y todo se acabaría. 

No más noches angustiantes, no más cansancio, no más sueños que lo atormentaran con la persona que amaba o con sus peores miedos (o peor, ambas cosas juntas), no más pensamientos sombríos. 

Inception [SanWoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora