I.

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"...Estoy enamorado…"





Un pequeño pájaro aterrizó frente a sus ojos. 

Sólo un milímetro más y hubiese chocado contra el vidrio. El otoño había traído consigo algunas bajas temperaturas, por lo que no era de extrañar que la ventana se mantuviera cerrada incluso a esa hora del día.

El ave dio unos pequeños saltos y aleteadas a lo largo del marco, como si estuviese buscando un modo de ingresar al aula. Sus pequeños ojos negros brillaron por un momento gracias a la luz del salón al mismo tiempo que movía su cabeza hacia un costado, que en gestos humanos, hubiese sido interpretado como de confusión. 

WooYoung se mantenía con una mejilla apoyada contra su mano cuando el pájaro apareció. Lo observó por un momento antes de estirar la mano libre hasta la ventana, rozando apenas el cristal con su dedo justo donde se encontraba el animal. 

En un acto instintivo, el ave intentó picotearlo pero el vidrio no se lo permitió. Movió su dedo un poco más allá, y una muy leve sonrisa se formó en su rostro cuando el pájaro lo siguió e intentó picotearlo nuevamente.

Imitó el movimiento de nuevo, mucho más interesado en aquel peculiar contacto con el animal que en lo que estaba sucediendo en el salón de clases. Se sentaba casi al fondo, por lo que no fue difícil ignorar la voz del profesor pidiendo silencio. Algo sobre un compañero nuevo llegó hasta sus oídos, pero no le tomó importancia.

Si no se trataba de algo directamente relacionado a los contenidos de la asignatura, entonces no le interesaba saber sobre ello. Se mantenía concentrado en el ave marrón de la ventana, por lo que no fue de extrañar que no prestara ni una mínima atención a la presentación del chico nuevo, ni mucho menos notara como este tomaba el lugar libre al lado de YunHo, justo detrás suyo. 

WooYoung devolvió su atención al profesor sólo cuando el pájaro retomó su vuelo. Su mirada se mantuvo clavada en la dirección que había tomado el ave, perdiéndose en el infinito cielo azulado. Era una imagen interesante, por lo que decidió que esa noche soñaría con ella.

Sus ojos se perdieron bajo las hebras negras de su cabello mientras comenzaba a escribir lo que el profesor explicaba, aunque sin dejar de preguntarse internamente que se sentiría gozar de esa libertad y poder volar hacia donde quisiera, sin que nadie pudiera detenerlo.

Tal vez nunca lo sabría. Ni él, ni el resto de las personas en ese salón de clases. Los humanos eran los seres más inteligentes de la tierra, pero también los más complicados. No bastaba sólo con desear hacer algo y ya, por supuesto que no. Estaban obligados por su entorno, e incluso por su propio intelecto, a razonar cada acción de forma muy minuciosa. 

Funcionaban igual que una máquina estadística que calculaba todo lo que podría salir mal. Si el resultado no era perfecto, ese deseo no era viable y allí era cuando la libertad se cortaba de raíz. La persona se veía obligada a renunciar a sus deseos y a tomar un camino más fácil, que aunque no solía traer más que infelicidad, traía menos consecuencias. 

La mayoría del tiempo el ser humano era miedoso, no se atrevía a salir de su zona de confort. Prefería mil veces evitarse los problemas que enfrentar todo con valentía. 

Algunos tenían como motivación anhelos algo precisos, como convertirse en músico o ser un gran empresario. Otros, mucho más abstractos, simplemente se conformaban con la estabilidad emocional y los vínculos con otras personas. Tal vez por medio de amigos irreemplazables o familias acogedoras, o tal vez sólo con la presencia de una mascota. Lo importante era alcanzar la felicidad.

Si tenías una motivación que te impulsara a vivir, no importaba lo que fuese. Si te hacía feliz, no importaba cómo. 

Y ese era el problema de WooYoung. No tenía nada. 

Inception [SanWoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora