la visita.

776 72 9
                                    

amity llegó llorando, y llorando seguía, pero en un nuevo contexto.
ambas estaban casi al borde de la muerte, exhaustas y sudorosas. sin embargo, aún así, luz no le quitaba los ojos de encima a su chica.
—¿qué tanto me miras?—le preguntó la chica de cabello verde, y ella rió.
—¿qué? ¿no te puedo mirar?
—no.—respondió, haciéndose la altanera, jugando a ser la chica ruda que se cree mejor que los demás.
—pues, ¿sabes algo?—luz se le acercó una vez más—no me importa.
sus narices se rozaban, y la chica no podía dejar de mirar los labios de amity. esos labios rosa eran más que apetecibles; eran irresistibles, y sólo verlos hacía que luz perdiera el control. así que no esperó más y saboreó esos labios dulces, que no ponían ningún tipo de resistencia a aquel nuevo beso, que era muy diferente a los demás; esta vez era más inocente, más calmado, y llevaba consigo menos deseo y más amor.
cuando se separaron, amity se volteó y le dio la espalda; esta vez el cansancio la había vencido ya. así que luz se acercó a ella, la tomó por la cintura, y la abrazó. de aquel modo, dormirían sin espacio alguno entre ellas: el sueño constante de luz.

todo iba muy bien hasta que hooty se metió por la ventana en medio de la madrugada.
—hoot, luz...—susurró. luz abrió los ojos lentamente, sin moverse para no despertar a amity.
—hooty, han de ser las tres de la mañana. ¿qué quieres ahora?
—hay un chico afuera. insiste en partirme la cara si no sales YA, hoot. igual o peor que las palizas de amity.
luz resopló y volteó los ojos. separó su brazo del cuerpo de amity con mucho cuidado para no despertarla, se puso sus pantuflas de nutria y salió a ver quién era la visita tan inoportuna.
bajó por las escaleras sonámbula, intentando no caerse, pero cuando abrió la puerta y vio quién era, todo el sueño se esfumó.
—¿jesse?
el chico alzó la barbilla y la miró con desprecio. él no jugaba a ser un arrogante; él lo era.
—veo que sabes mi nombre,—le sonrió burlonamente, para luego darle la espalda—¿te lo dijo amity?
—eh, no...—mintió—sólo escuché que te llamaban cuando fui a buscarla ayer. de hecho, no la veo desde entonces.
jesse se dio la vuelta bruscamente y se acercó a luz más de lo que debió haber hecho.
—¿no me digas?—se separó de ella y apuntó hacia la ventana de la habitación de luz—no sabía que amity tenía una hermana gemela. de otro modo, ¿quién es ella?
amity traía puesto un polo de luz, y desde arriba veía la escena horrorizada.
a luz empezó a consumirle la rabia. ese hombre era un enfermo, un histérico, y sabía que había algo maligno en él. así que decidió dejar de mentir; como eda le había sugerido de antes, lo tenía que enfrentar.
—¿por qué no la dejas en PAZ?—le gritó sin más, pues no tenían vecinos a los cuales molestar.
—porque esa chica va a ser MI ESPOSA, y tú te la llevas como si nada. ¡ella es MÍA!
—¡amity no es de nadie!—le aclaró—¡no es un trofeo para ganar ni un objeto al cual puedes comprar o robar!
—¿la crees muy ángel? tanto amity como yo fingimos ser perfectos para ocultar que somos unas MIERDAS por dentro-
luz le dio una bien merecida bofetada.
—¡amity no es una mierda, imbécil! ¡tú lo eres, no una sino dos!
pero jesse era más fuerte, así que la agarró de la camisa de la pijama y la levantó para darle el puñetazo de su vida, cuando amity apareció en escena.
—¡jesse!
el chico soltó a luz, que cayó al piso, raspándose la mejilla.
—¡cariño!—sonrió como si nada, intentando darle un abrazo a amity, que lo apartó—todos estábamos muy preocupados por ti. qué bueno que te encontré.—planeaba ya irse, pero no sin antes terminar dándole un buen escarmiento a luz—vámonos a casa, sólo deja que-
—¡no!—exclamó amity, poniéndose frente a luz para protegerla—me iré contigo, pero no le hagas daño.
jesse sonrió complacido. qué fácil había sido conseguir lo que quería.
así que la tomó por los brazos fuertemente y se la llevó por la fuerza, mientras luz se incorporaba.
—¡amity, no!
intentó correr tras ella, pero ya era tarde. ese imbécil era más rápido de lo que imaginaba; lo último que escuchó de aquella chica que tanto amaba fue un fuerte y agudo sollozo que camuflaba su nombre en él.

Por TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora