⊰CAPÍTULO 14⊱

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Respiré hondo. Varias veces, necesitaba clamar ese ataque de nervios. Muchas personas se llamaban a sí mismos Diablo simplemente siendo unos pobres diablos pandilleros. Sev podía referirse a que así lo llaman porque es peligroso, porque está en cosas torcidas. O porque él realmente lo es...

—Algunos amigos me llaman Lucy, también. —sonrió cínico. –Pero ya ves que ninguno de esos nombres se asemejan a mi nombre real.

—No te creo. —susurré.

Él se encogió de hombros. —Ese no es mi problema, niña. —metió sus manos entre sus piernas, agarrando la madera de la mesa e inclinándose al frente, a mi. —Solo quería que tuviese claro con quién hiciste un trato.

Lo observé directamente, bajando rápidamente la mirada. Con esa mirada penetrante hasta la monaliza dejaría de estar en su posición.

—Yo nunca hice un trato contigo.

Él volvió a sonreír cínico. —Si lo hiciste, ¿quieres que repita tus palabras?

Mis mejillas ardieron.

Ayúdame, por favor Dios.
Alguien haga algo.
¡Por favor! ¡Alguien!
¡Necesito uno de tus ángeles!
¡No me dejes sola de nuevo!
No otra vez, no podré soportarlo. Seré una mejor persona.
Haré lo que quieras.
Por favor, ¡ayúdame!

Yo no te pedí ayuda a ti. —susurré con los ojos llenos de lágrimas. La culpa carcomía cada centímetro de mi conciencia.

—Pediste la ayuda de un Dios. —corrigió. —Yo lo soy.

Lo miré a través de mis lágrimas.

—No lo eres, eres un demonio. —aseguré.

—La cultura griega, ¿la conoces? Fue la más acertada a la hora de describirme, a mi y a mis hermanos. —tomó de nuevo el libro, pasando hija tras hoja. —Aunque las otras religiones también hablaron de ciertas verdades, la mitología griega es la que más se acerca a mi título.

Mis labios temblaban. No dejaba de repetirme la imagen del cuerpo de Gregori Salinas, tirado en el aquel frío salón, con aquel tipo hablándome despacio, diciendo que me calmara.

—¿Quién es él?

Sev me observó curioso, volviendo a cerrar el libro.

—¿Quién es el asesino de mis padres? —aclaré.

—El nombre del animal es Karina. —se encogió de hombros. —Su dueño de llama Rahmij.

Solté el aire. Entonces ese tal JJ sí decía la verdad y, si él decía la verdad, entonces cada cosa en su diálogo lo era. ¿Y eso cómo explicaba la situación de PJ?

—Pero no te traje para hablar de eso. —siguió Sev. —Lo que quiero es que me devuelvas el favor, como ya te lo dije.

—¡Ya te dije que no sé dónde está ella! —dije desesperada, ¿es que él no escuchaba?

—Sí lo sabes Amelia, solo no lo recuerdas. —sollocé. —Te diré algo. Si me ayudas a conseguirla te liberaré de cualquier deuda o pacto conmigo. —Lo miré sin entender. —Y créeme cuando te digo que tienes muchos.

—¿Cómo quieres que te ayude si no lo recuerdo?

—Porque una parte de ella vive en ti, Amelia, por eso has soñado con ella, por eso sabes mi nombre.

Pacto con el diabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora