⊰CAPÍTULO 37⊱

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Esto era una locura, todo en sí lo era. Pasé mis dedos sobre la tapa del diario de Ife, mi dedo quedándose en el grabado de la F, más profundo que las otras dos letras; parecía hecho con mayor esfuerzo.

No tenía las fuerzas para leer más allá, no quería saber qué otras cosas podría contener ese diario, más verdades horrorosas que solo me traerían más pesadillas. Ya tenía suficiente con mi ataque de pánico, ahora apenas podía controlar mi respiración, obligaba a mis pulmones a expandirse y contraerse porque mi cerebro ya no daba para más.

Agradecía el que la detective bajara las ventanas, así podía recibir el choque del aire contra mi rostro, algo que me tranquilizaba más de lo que creería. No habíamos dicho nada desde que dejamos la estación de policías, ella conducía en silencio, tal vez pensando en todo lo que había dicho, de la misma forma que yo pensaba en todo lo que había visto.

Era demasiada información para ambas. Éramos simples mortales bajo el juego de seres desconocidos, con poderes que no podíamos imaginar y más control sobre este mundo de lo que uno creería.

Recuerdo tu confesión del asesino de tus padres. —había dicho la detective. —Fue fantasiosa, estúpida y loca. Pero estas fotos son incluso peores que tu confesión.

Sabía que la detective aún no confiaba en su totalidad en mí, me creía la cabeza detrás del asesinato de ellos, cuando solo fui la tonta que dejó el camino libre para el verdadero asesino. Las fotografías no eran pistas que fuesen a mi favor, o que lograra cambiar de opinión a la detective. Pero eran algo.

Gracias a esas fotos estábamos camino al punto donde Sarah había desaparecido. Ella era la persona perfecta para resolver este crimen, ella había visto todas mis notas y supo señalar varias cosas que yo desconocía, como la leyenda del tesoro español.

Sinceramente, sí debía escuchar todo lo que mi tía Sofie decía. Nunca pensé que eso me ayudara de mucho, después de todo, ella solo hablaba incongruencias o cosas demasiado descabelladas para una mujer de casi sesenta años. Pero ella hablaba emocionada sobre la leyenda del tesoro y sobre su madre.

Mi abuela Penny siempre se guardó para ella todo el dolor por la desaparición de Ife. Sus preocupaciones estaban en mantener a sus hermanas en las líneas, en mantenerse a ella en sus propios cabales. Mi abuela sufría al hablar de Ife, yo lo sabía, así como sufría al hablar de mi madre. Pero mi tía Sofie no, ella era esa pista que podía ayudarme a resolver varios misterios, tal vez no el del diario, porque estaba en códigos, pero si varias cosas como el que mi madre se obligó a sí misma a maltratarme.

Cuando parpadeé, ya estábamos frente al terreno, las planicies y las irregularidades dividiendo brutalmente la naturaleza. Ife consiguió algo aquí, debió haberlo hecho. Ella pasó su vida entera investigando esto, lo hizo toda su vida hasta desaparecer y luego morir. Pero, ¿ella también habrá dado con el portal? ¿Eso fue lo que la llevó a conocerme o fue otra cosa?

—¿Y el supuesto portal? —La voz de Joy me arranco de mi cabeza. Parpadeé varias veces para que mis ojos la enfocaran con claridad, su ceño estaba fruncido por la claridad, sus manos aferradas a sus caderas.

Ese traje que llevaba puesto no era nada apropiado para esto, pero yo estaba en un overall de mezclilla y unas sandalias, así que no podía decir mucho. Al menos ella tenía unas zapatillas deportivas.

Guardé el diario en el bolsillo del overall, comenzando a trazar el camino hasta el portal. No paraba de tirar de mis trenzas, me sentía en un gran embrollo, tan perdida en todo. Ni siquiera me di cuenta en el momento que atravesé el portal, no hasta que gordas gotas de agua golpearon mi rostro, haciéndome retroceder al instante como si un camello me hubiese escupido.

Pacto con el diabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora