𝕏𝕍

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—¡Retirada!

Las señales de bengalas amarillas que se esparcieron por el cielo alertaron al resto de pelotones que seguían cabalgando, todos frenaron en sus puestos y dieron vuelta rápidamente. Muchos ya sabían la razón de que la expedición finalizara, la preocupación y la incertidumbre embargaron sus corazones.

Eran varios los kilómetros que separaban a la Legión del primer muro, por ende, si había una emergencia primero tendrían que reorganizarse y eso tomaría más tiempo del debido. Erwin, el actual comandante llegó junto con sus dos subordinados a las brechas de soldados que les esperaban en el llano.

—Repórtense rápido.—Hanji y Mike, los principales capitanes de escuadrón, se acercaron en sus caballos al rubio. Dieron su informe, y las bajas que habían tenido durante el trayecto.

—Ocho bajas,—dijo la castaña de anteojos.—fueron pocos los titanes que pasaron del ala derecha.

—Cinco bajas en la derecha,—habló luego Mike, Nanaba se le acercó sigilosamente y le susurró algo en el oído.—Diez en el ala izquierda.—completó.

El castaño pareció darse cuenta de la falta de un capitán, miró a su al rededor encontrándose con los rostros decaídos y otros serios de los soldados a su al rededor. Se le atoró la pregunta cuando varios soldados con expresiones aterradas se acercaron al pelotón, casi se estrellaron los caballos entre ellos por lo desordenados que cabalgaban.

—Que carajo.

—¡Comandante, la soldado Rose...!—el rubio no les dio tiempo a terminar sus exclamaciones, se volteó en su caballo y ordenó a los jinetes más próximos a recoger los cadáveres que encontraran. Por el momento parecían no tener amenazas de titanes, ya que todos se dirigieron al sur.

Al castaño le extrañó la actitud del mayor, en su manera de ignorar a aquellos hombres que parecían estar a punto de llorar. Se preocupó.

—Oigan. ¿Qué sucedió?—les preguntó por su cuenta. Se miraron entre ellos pero no le dijeron nada.—¿Se trata de Liberi?

Asintieron ligeramente. Con intención de ir a decirle al rubio se giró encontrándose con los orbes azul oscuro del mismo, ahí comprendió porqué los hombres no hablaban.

—No te metas en eso,—Hanji le avisó tan pronto volvió a su lado, él frunció el ceño.—el enano se encarga.

—Le dejaron la tarea de controlarla, ¿no?—dio en el punto.—Están locos, ese maniático es capaz de lastimarla.

—Si es lo que te preocupa, no te molestes, es lo último que haría.

Ese comentario le molestó, recordó lo que sucedió hace varios días cuando se llevó a Liberi con él. Si Zoe lo decía era por algo más.

A varios metros de ellos el desastre desatado por ondas escarlatas se extendía en un círculo gigante, a pesar de que el ojigris se mantenía firme en el suelo sin ser lastimado por la energía, le era inevitable no tambalearse por la fuerza del viento generado.

Clavó las cuerdas de su equipo en la tierra, y se colgó parte de la capa en la cabeza. Si quería llegar hasta ella tendría que arreglárselas con la fuerza de su cuerpo.
Así lo hizo, tan pronto recogió las cuerdas amenazó con caer de lado, pero abrió las piernas y se sostuvo.

El polvo de tierra que se levantaba del suelo le impedía ver a Liberi, por eso su única guía era la fuente de luz roja que estaba en el centro. No estaba tan lejos, extendió los brazos con las espadas en ambos manos y las enterró en la tierra para empezar a caminar. Cada vez se acercaba más al punto rojo en el aire, y justo cuando parecía estar a unos pasos la tierra, el punto dejó de flotar y las ondas rojizas desaparecieron.

UNSTOPPABLE | Levi AckermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora