UNSTOPPABLE | Levi Ackerman

𝕏𝕀𝕀

Darius Zackly era la mayor autoridad que tenía el ejercito dentro de esos tres muros. En sus tiempos fue comandante de las tres ramas de la milicia, y reconocido como uno de los mejores soldados en habilidades tácticas. Aunque ya no contaba con el privilegio de la juventud, se notaba que aprovechaba los años dorados con su puesto de generalísimo en la Suprema Corte de Justicia militar.

Era un persona confiable, y fuerte mentalmente, por lo que no sería alguien que se deja intimidar fácilmente por lo desconocido. Erwin finalizó dando los detalles sobre cómo sería el encuentro. Ya tenía todo planeado.

La pelinegra exhaló el aire contenido en sus pulmones, estaba preparada para lo que fuera y la astucia de su comandante la mantenía confiada de cual fuera el plan que tuviera en mente. Esa misma tarde después de su llegada, estaban arreglando la oficina central de la Sede ya que allí se llevaría a cabo el encuentro al siguiente día en la mañana.

La secuencia de acción era simple y precisa; primero, Erwin pondría al tanto a Zackly con los informes de la expedición donde ocurrieron los hechos. Luego, Hanji sacaría a la luz sus análisis médicos científicos que estuvo trabajando en torno a Liberi y, por último, la protagonista de la hazaña le mostraría de lo que se trataban tales habilidades. Simple, ¿no?

A esa reunión sólo asistirían los capitanes de la Legión, esos eran cuatro, a parte del comandante y Liberi. A pesar de que ella no tenía un cargo muy alto en la Legión, aún llevando casi incluso más que Levi allí, para ser capitán se requería más que haber sobrevivido mucho tiempo. Se necesitaba un espíritu de líder y una fuerza mental necesaria para afrontar la muerte de sus subordinados. Verlos morir si las ordenes no eran buenas, o con la impotencia de no poder salvarlos.

Incluso sin ser capitana Liberi lo sentía, ella era buena liderando si la situación lo requería pero no tenía el valor suficiente para ser una verdadera capitana. Ya se lo había dejado claro hace mucho a Erwin, pues este le había propuesto manejar su escuadrón teniendo en cuenta las buenas rachas que mantenía en las expediciones y el respeto que se había ganado entre sus camaradas. Para él, Rose demostraba ser una excelente líder. No obstante, ella prefería seguir siendo una soldado cualquiera. No títulos, no responsabilidades con nombre. No se quejaba por seguir órdenes, esa era su zona segura y todo lo que ella podía hacer era apoyar, obedecer, o incluso, proponer iniciativas que complementaran las órdenes de sus mayores. Así lo hizo con Mike Zacharius, su antiguo capitán. Ahora era con Levi Ackerman, su actual capitán.

El soldado más fuerte de la humanidad.

Ese apodo para su capitán estuvo resonando en su mente durante toda la limpieza. Lo escuchó de parte de unos reclutas que se encontraron al llegar, el azabache pareció ignorarlos sencillamente, pero Hanji y ella si quedaron algo inquietadas. O bueno, al menos ella, ya que la castaña no demoró en molestar al ojigris. Por ello, estaba segura que ese apodo se esparciría muy rápido entre todos los soldados.

¿Tenía sentido? Bastante.

Rememorando todas las peleas cuerpo a cuerpo que tuvo con él, y las incontables veces que recibió buenos golpes de su parte. Golpes bastantes dolorosos aún cuando eran encuentros amistosos y suponía que debían tenerse piedad. Ella más que nadie conocía su verdadera letalidad, porque tal fuerza sobrehumana era un don que lo acompañaba desde muy niño. 

—Con esto terminamos,—la voz del hombre en quién estaba pensando resonó en la gran habitación. Ya habían terminado con toda la limpieza, Petra y Ouro se veían bastante agotados, mientras que Erd se mantenía serio al igual que Gunther, pero este último más pensativo.

—Si señor.—respondieron todos, Petra con un poco más de animo de lo habitual. La pelinegra pudo notar que esos grandes ojos chocolate no dejaban de observar al capitán.