𝕏𝕏𝕏𝕀𝕍

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—¿Cómo está?

—Las costillas ya sanaron por completo—meticulosamente retiraba los vendajes del delgado y magullado cuerpo de ella. Una vez terminó, la miró con pesar a sus cansados ojos claros.

La mujer respiró profundo, una vez se le fue retirado el apretado vendaje. En silencio se levantó de la camilla y se colocó una camiseta y un suéter negro.

—Cuando regresemos le daremos la despedida correcta a Mina—tocó el tema que tenía decaída a la pelinegra. Se acercó a ella y le acarició la melena desordenada de su cabeza. Casi reviviendo la forma en como era consolada por ella también.—no te martirices por eso.

—¿Por cuanto tiempo estaremos aquí?—evadió el tema.

—Hasta que Erwin lo considere—contestó, volviéndose a su lugar y guardando los materiales en la caja de suministros médicos.

Liberi bufó, pero no dijo nada más. Su cuerpo aún se sentía cansado, incapaz de responderle aún a una tarea simple y activa, por lo que no tenía más opción que estarse en ese lugar con los demás.

Efectivamente, las honras fúnebres para su difunta amiga y camarada Mina Carolina era lo primero que tenía en mente para su regreso.

Pero no lo culminaría hasta que las cosas se apaciguaran y a su parecer, todavía faltaba mucho para eso.

—Los demás están en comedor, únete.

—Hanji...

—¿Qué?

—Gracias.

La castaña se desubicó.

—¿Por qué?—esta vez, Liberi se acercó para pararse a su lado.

—Por curar mi cuerpo y mi alma—susurró, casi no admitiéndose decir algo tan romántico como aquello. Su amiga se merecía más que eso. Un abrazo. Un apoyo. Lo sabía.

—Canija—la áspera y experimentada mano de la mujer le sobó la espalda, demostrando los pocos signos de delicadeza que pocas veces demostraba.—no es necesario que te esfuerces para decírmelo. Ya lo sé.

La ojiazul contuvo su impulso por suspirar y arraigar la presión de su pecho con más fuerza. Dejó caer la cabeza en el hombro de Hanji, cerró los ojos y mostró una pequeña mueca.

—Me pongo sensible en estos tiempos, así que recíbelo sin peros.

Zoe rió bajo.

—No es la primera vez que lo haces, así que no me sorprende.

Liberi le pellizcó un lado del abdomen.

—Ya no soy la insensible de este grupo pero si te burlas de mi por eso, te patearé el trasero.

Su pequeña discusión con ella le bastó para relajarla un poco, alejar de su cabeza los tristes pensamientos y sumergirla en un día común y calmado que pocas veces podían permitirse disfrutar.

—Nos vemos mañana temprano—alegó luego de salir con ella al jardín. Su caballo estaba siendo preparado por Sasha, la cual saludó cuando vió a su mayor.—me encontraré con Moblit en el distrito del norte, volveremos en dos días.

—¿Se supone que todos quedaremos a cargo de Rivaille?—enarcó una ceja, notando que sólo sería él como único soldado de alto rango y mando, cuidando de todos.

Claro, no se incluyó a ella.

—Ayúdalo como si estuviesen cuidando a sus hijos—bromeó. Liberi rodó los ojos.—encárgate de que no mate a Eren del cansancio con tantas tareas domésticas.

UNSTOPPABLE | Levi AckermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora