Wateredge (World of Warcraft: Wrath of the Lich King)

Creando una hermandad.

Maldita sea, Ventormenta, como odiaba esa ciudad. No era por los humanos, sino porque se perdía a cada rato. "Bueno, al menos esto será rápido", eso pensó la pícara en ese momento. Justo cuando llegaron se acababa de crear otra hermandad compuesta en su totalidad por humanos, enanos y gnomos. Puaj, humanos, los gnomos no molestan al igual que los enanos pero esos humanos son tan engreídos y estúpidos como un troll.

Dejando a los dracos en la calle entraron al lugar. Zallha solicitó los estatus de hermandad y para suerte de ella quedaba uno sin rellenar.

- Antes de comenzar les daré las indicaciones. Primeramente deben elegir un nombre para su hermandad, después poner su firma en este papel y entregármelo, luego podrán escoger el diseño de su Tabardo de Hermandad.

- Sin molestarle señor, ¿no podemos escoger el nombre después de firmar y hacer el diseño del Tabardo?

- ¿Porque prefieres así?

- Digamos que ninguno de nosotros comparte el mismo criterio y esto puede ser más trabajoso si lo hacemos así.

- Bueno, el orden de los factores no altera el producto, así que... esta bien, adelante.

- Perfecto. Vengan aquí manada de sarnosos.

- ¿No podrías usar otro títulos con nosotros?

- ¿Prefieres que les diga putos consentidos?

- No... me quedó con el otro.

Zallha se giró al maestro y éste le entregó el papel de firma pero la pícara tuvo dificultades para leer.

- Señor, podría leerme esto, no entiendo la letra de los humanos.

- No hay problema. Esto es un estatuto de hermandad, usted es la Maestra de la Hermandad. Aquí debajo deben ir con o mínimo 5 firmas para que se considere válido el procreso.

- ¿Pueden ponerse más de 5?

- Por supuesto. El máximo es 25 miembros

- Vaya. 5 firmas como mínimo, pero somos 9.

- En realidad son 7- señaló a Vilathir y Analad- ellos no pueden estar inscritos junto a ustedes, ni siquiera deberían estar aquí. Son héroes de la Hor...

- Yo no le sirvo a la Horda.

- Ni siquiera le servimos a Quel'Thalas.

- Abandonamos nuestra tierra hace años.

- Sólo respondemos ante los Caballeros de la Espada de Ébano y Darion Mograine.

- Aún así no pueden.

- ¿Y si solicito permiso de su rey y me lo da?

- La palabra del rey es ley.

- Bien. Ustedes hermanitos, síganme.

- ¿A dónde vamos Zallha?

- Al castillo de Ventormenta, a ver a un viejo amigo.

- Zallha... ¿no nos matarán si entramos en el castillo?

- ¿Que pasa Analad, tienes miedo?

- No es eso, simplemente es que todos piensan que somos del otro bando y...

- Ya rubio.

- Me llamo Vilathir.

- Es lo mismo muchacho. No estoy tan loca como para hacerlos pasar por la entrada principal, al menos no todavía. Se lo que hago hermanos. Cada uno agarre un saco de escama y síganme.

- Esto no me gusta Vilathir.

- Coincido contigo hermano.

- Ya dejen de llorar y no se pierdan.