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Capítuo 5

Todos durmieron inquietos esa noche, con miedo e inseguridad. Harry no se despegó de sus padres hasta volver a la torre, no podía dejarlos, no ahora que estaban juntos. El día siguiente todos estaban muy temprano desayunando, listos para más presentaciones.

—Por culpa de la ansiedad de todos por las presentaciones, los elfos deben trabajar desde más tempranos, es injusto. ¿Por qué no se hace cada uno su desayuno si tan apresurados están?

—No puedes decirme que tú no tienes aunque sea un poco de curiosidad, Hermione, estás más que metida en este asunto. ¡Era tu giratiempos! — exclamó Ginny, quien estaba algo emocionada por el día que les esperaba.

— ¡Claro que tengo curiosidad! Pero eso no quiere decir que me guste la explotación de los elfos domésticos.

— ¿Y qué? ¿Dejarás de comer como la última vez solo porque no te gusta que hagan su trabajo? Come ya, Hermione. — intervino Ron. Seguía con un humor de perros desde la noche anterior.

Cuando por fin todos terminaron, las sobras desaparecieron y todos esperaron a que alguien finalmente subiera a presentarse. Escucharon un suspiro y luego una chica rubia se sacó la capucha.

—Siempre dije que el futuro es un regalo lleno de oportunidades, pero no puedo decir que éste futuro me guste precisamente... Pero los Tropposolos dicen que todo estará bien.

Luna, quien se sentaba con los leones hace un tiempo para evitar los malos tratos por parte de sus compañeros, sonrió con dulzura y recargó su cabeza en el hombro de Neville, que se puso más que nervioso. Eran idénticas, nadie podía ser capaz de decir que aquellas dos chicas no tenían parentesco alguno

—Mi nombre es Pandora Stretton, mis padres me pusieron así porque una vez...

—Pandora...— interrumpieron a coro algunos encapuchados.

—Lo siento— contestó mirando el techo. —, me estoy desviando.

—Tu madre es muy bonita, Luna.

—Sí, solía serlo...— Alice, quien estaba a unos asientos de ellos, la había escuchado, pero no dijo nada.

Los ojos le picaban, Pandora no podía morir también.

—No quiero aburrirlos, así que si no les molesta iré al grano. — justo en ese momento, dejó de mirar el techo y se centró en los alumnos. — Tengo 16 años y voy en Ravenclaw. — casi todas las águilas se pararon a aplaudirle, menos los que molestaban a Luna constantemente. — Soy prefecta y me gusta mucho serlo, porque en las patrullas puedo estar cerca del Lago Negro y el Bosque Prohibido. Hay muchas criaturas interesantes allí en la noche. — reveló, sonriendo. — Hablando de eso, mis materias favoritas son Cuidado de Criaturas Mágicas y Pociones, mi grupo de amigos es pequeño, ¡pero me gusta! — sus amigos comenzaron a gritarles cosas alentándola y ella murió de la vergüenza. —Mi mejor amiga es Alice y mi mejor amigo es... No se ha presentado. — Luna conocía a su madre y sabía que decir aquello le había dolido. — Mi patronus es una hermosa y divertida liebre y no, no juego Quidditch. Solo relato los partidos de vez en cuando... Bueno, me gustaría ser Alquimista al terminar el colegio y así podré llevar a cabo varios de los experimentos que tengo en mente, ya saben, pociones y eso. — Luna agachó la cabeza ante eso, sabía que era su sueño pero eso le costó la vida. Se dieron cuenta que nadie la había interrumpido, su dulce voz solo te embobecía por completo. — Y cuando tenga una hija, la llamaré Luna.

Sin más, fue trotando mientras saludaba algunos estudiantes de primer año que estaban cerca, para luego acercarse a la mesa de los leones junto a Alice.

Un viaje en el tiempo | HPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora