XVIII

228 23 4
                                    

Capítulo 18

Verdades

Los señores Weasley paseaban por los jardines del colegio, cuando a lo lejos, divisaron a su hija sentarse en el borde del Lago Negro, sola. Se sorprendieron de no ver rastro de Hermione allí. Desde hace mucho tiempo que no la dejaba sola, y eso les molestaba.

Se miraron y encaminaron hacia su hija menor.

Cuando la pelirroja notó su presencia, se puso en guardia. En seguida se levantó con su varita y se alejó unos pasos. Cualquiera pensaría, ¿qué podrá haber pasado para que alguien reaccione con ese temor a sus propios padres?

—No exageres. No te haremos nada.

— ¿Sí? Pues la última vez que dijeron eso yo terminé desmayada en mi habitación

. —Eso te lo merecías.

—Por supuesto que no. ¿Cómo podía merecer tal cosa? ¿Dejarme tirada llena de sangre? ¡¿Cómo podría merecer eso?!

— ¡Por incompetente! — gritó Arthur.

Por suerte, nadie pasaba por allí... O tal vez para mala suerte.

— ¡Nunca penaron en mí! Solo hicieron lo necesario para salir bien parados de la situación. ¡¿Acaso se dan una idea de lo que sentí?! ¡No!

—No nos levantes la voz, jovencita.

—Ustedes ya no son nadie para mí. Los odio. Con todo mi ser. Por desgracia me tocó conocer su peor cara.

—Contrólate o me veré obligada a hechizarte. — bramó Molly.

Aunque era poco probable, pues Ginny seguía con la varita en alto, haciendo imposible que alguno de los dos la hechizara sin que ella se proteja.

—Fue el dolor más grande que sentí en toda mi vida. — sollozó. Era la primera vez que les decía las cosas a la cara.

— ¡Ese bastardo no merecía nacer!

—Ni siquiera... — no tenía fuerzas. — ¡Ni siquiera pude conocerlo! ¡No pude conocer a mi propio hijo!

—No podíamos permitir que tuvieras un hijo con un..., un Zabini. ¡Merlín nos libre! Hicimos lo correcto. Algún día lo entenderás, hijita. — Molly intentó acercarse.

— ¡No! Aléjate de mí.

—Han pasado meses, ya olvídalo.

—Como se nota que no tienen corazón. ¡Fue mi elección ser madre!

Ginny se descuidó un segundo. Solo un maldito segundo.

—Paren... Por favor...

Volvía a estar en el piso. Indefensa. Lastimada. Sufriendo. Sus padres no podían arriesgarse a que ella hablara más.

Estaban en el lago, todos los demás dentro. Nadie podía oír su llanto ni sus gritos de auxilio. Estaba sola, nuevamente. Entre tanta jodida mierda, estaba sola.

No supo cómo, ni cuándo, pero finalmente el dolor cesó. ¿Se había desmayado?

—Weasley, ¿estás despierta? —quiso reconocer aquella voz, la voz de un ángel.

Poco a poco sus ojos se cerraban.

—Mierda, mierda, mierda.

El chico, nervioso, sacó su varita y realizó un encantamiento a una hoja que se disolvió en fuego. Llamó a sus amigos en ayuda, y también a Hermione, de alguna manera sabía que debía hacerlo.

Un viaje en el tiempo | HPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora