XIII

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Capítulo 13

Orion, convenientemente, se había sentado junto a Hermione, frente a sus padres. Ella estaba algo nerviosa, es decir, sabía que era su ahijado, pero como no estarlo si no dejaba de decir cosas como: "Sexy tía Mione, ¿me alcanzas el jugo de calabaza?" o "Joven y sensual madrina, ¿cómo soportas a tío Harry?" Dentro de todo, supuso que el chico, conociéndola bien, sabía que aquello la ponía nerviosa, y que simplemente así era su relación en el futuro.

Los chicos, o algunos de ellos, se habían dado cuenta que se empeñaba en evitar cualquier cabellera pelirroja, con excepción de los gemelos y Ginny, con quienes hablaba entusiasmado sobre Quidditch, escobas del futuro y bromas.

Pero Ron aún no captaba la indirecta.

— ¿Puedes contestar la pregunta que te hice?— preguntó por cuarta vez, ante todas las negativas.

—No puedo. No puedo decirle si tendrá hijos o siquiera si está casado. Debe esperar, señor Weasley, como todos. — al responderle de aquella manera, todos se le quedaron viendo.

No es que le haya faltado el respeto, sino el exceso de él. Lo trataba de "usted" cuando no lo hacía con nadie más, además de la hastía que se escuchaba en su voz.

— ¿Por qué no me llamas tío, como a todos?— lo había preguntado de forma brusca, ni siquiera trataba de ser amable.

Orion evitó la mirada de Ron. Miraba a Sirius, quien aguardaba también por la respuesta.

—Lo siento, señor Weasley— volvió a repetir. —, no le puedo llamar tío, cuando es claro que no lo es para mí.— se levantó fingiendo tranquilidad.— Con permiso.

Se despidió con una sonrisa y con las manos en los bolsillos se dirigió a la mesa de Salazar. Cuando llegó, ignoró a las serpientes que lo miraban de mala manera y se acercó a Regulus.

—Hola...— dijo detrás de él, haciéndolo girar. Estaba emocionado.

Regulus tardó un momento pero también le sonrió. — Hola.

Orion no aguantó un segundo más sin abrazarlo. Realmente siempre había soñado con conocer al hombre por el cual hacía honor su nombre, y la persona que le dio la oportunidad de nacer.

—Te admiro demasiado. — le susurró. — Gracias...

Regulus hizo una mueca de sorpresa, pero luego sus ojos fueron tapados por una pequeña capa de lágrimas que se negaba a dejar caer. Aun así, sonrió y le palmeó la espalda.

Le admiraba. Aún con todo lo que hizo y haría, con sus errores, ese chico le admiraba. Orion pudo ver más allá de aquella fachada que había construido el día que su hermano lo abandonó y admiraba al chico detrás de ella. Estaba agradecido con Sirius, por hablarle tan bien de él al chico, a pesar de todo.

Desde la mesa de los leones todos le observaban. Ronald fue el primero en comentar la situación, pensando que hacía lo correcto.

— ¿No le dirás nada a tu hijo, Sirius?— ambos Sirius le miraron. — Esta en la mesa de las serpientes.— dijo como si eso explicara todo.

—Está con su familia.

— ¿Familia? Ese mortífago, ¿familia? Vamos, Sirius, no juegues. Sé que eres liberal y eso, pero no creo que sea la mejor compañía para que tu hijo se relacione.

—Cuidado con lo que dices, es de mi hermano de quien estás hablando.— intervino Canuto, algo molesto.

—Ronald, sabes que te tengo un gran aprecio. — el pelirrojo sonrió, regodeándose. — Pero que sea la última vez que hablas de mi hermano de esa manera.— el chico frunció el ceño.

Un viaje en el tiempo | HPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora