XXI

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Capítulo 21

Mientras comían bocadillos y conversaban sobre quién podría ser el próximo en presentarse, unos alumnos de slytherin intentaban resolver un pequeño problema...

—¿Weasley no les ha dicho nada? — preguntó Theo a los chicos.

Todos negaron.

Ninguno de ellos había hablado con Hermione o con Ginny desde aquel percance que tuvieron... Ellos aún seguían con la esperanza de que les revelarían la verdad, pero, ¿lo harían? No tenían trato con ellas antes de las presentaciones, no tenían por qué decirles nada, ¿confiar en extraños? Era complicado, pero si lo hacían, tal vez fuera la mejor decisión de su vida.

—Yo le mandé una carta a Granger. — admitió Theo. — Quería saber cómo se encontraban. — dijo al notar como todos lo observaban.

— ¿Te respondió? — preguntó Pansy.

Theo sonrió. Draco no pudo evitar pensar que esa sonrisa no era típica de su amigo.

—Sí, ella lo hizo. — hubo silencio. —No me dijo nada que no nos haya dicho la otra noche, pero estoy bastante seguro de que ahora confían mucho más en nosotros.

— ¿Por qué estás tan seguro? — cuestionó receloso Draco.

—Solo lo siento así. Granger es de esas chicas que necesitan de alguien que las escuche, y estoy decidido a ser ese alguien para ella.

Ella ya tiene a alguien. Pensó Draco. Estaba algo enojado con Theodore, solo que no sabía por qué.

El castaño la veía, algo en esa mirada no le gustaba, pero él nunca había visto a una chica así.

—¡Hola Hogwarts viejo!

—¡Al fin que te presentas! — exclamó Orión.

—Ya calla. — le reprochó Hermione.

—Bien, aquí voy. — dijo para sí mismo.

Se sacó la capucha dejando a la vista a un hombre castaño, con algo así como ondas y bastante atractivo. Su cabello caía desordenadamente sobre su rostro por causa de la capucha. Alto, con cejas pobladas, ojos color miel y sonreía al público.

De cierta manera se parecía a...

—Mi nombre es Edward Remus Lupin. — esperó un segundo, pues sus padres no reaccionaron al instante.

Lunático estaba con la boca abierto y no daba más del asombro. ¿Hijos? Nunca lo había pensado claramente, él ni siquiera pensaba poder encontrar a alguien que lo quisiese... Pero Remus, Remus no podía ni hablar. Él sí que había pensado y sobre pensado la idea de tener hijos. Y la había descartado. ¿Con su condición? No gracias, nunca podría tener un hijo simplemente para ponerlo en peligro cada luna llena. Sus pensamientos fueron interrumpidos por su versión más joven.

—Te pareces a mi padre.

—Lo sé. — sonrió al hablarle. — Eso me han dicho.

Jamás había tenido la oportunidad de hablar con su padre, y ahora al fin la tenía. Era un sueño.

—Bien, para ahorrarle preguntas, al final de mi presentación diré quién es mi madre. Tengo 26 años, lo que quiere decir que debo nacer dentro de dos años. No antes, no después. Dentro de dos años, ¿comprendes? — se dirigió esta vez a su padre adulto.

—Lo he entendido, Edward.

—No, no, no, no, no. — lo interrumpió. — Jamás. Me llames. Edward.

—Pero es tu nombre, ¿no? — ese fue Lunático.

—Sí, pero no lo hagan. Llámenme Ted, o Teddy. Edward me lo dice la tía Mione, y solo cuando se enoja mucho.

Un viaje en el tiempo | HPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora