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La nieve empezaba a derretirse poco a poco y mi cumpleaños se acercaba. Durante todo el invierno no salimos a ninguna expedición, la nueva era densa y muchos soldados se perderían con tan solo el frío.
Al pasar de las semanas, mi relación con Levi se hacía menos tensa. Había veces que para cenar ya había una taza extra con agua caliente y un poco de hojas de té, dejada para mi. No me miraba ni me decía nada, pero la taza era suficiente.
En mi cumpleaños, el chico me dijo un seco "feliz cumpleaños", lo cual me hizo sentirme algo feliz. No podría decir que éramos amigos, pero poco a poco parecía dejarme estar en su compañía.
—¿Se podría decir que Levi y tú son amigos?— preguntó Petra mientras nos alistábamos para una expedición. —No, no creo, tan solo somos compañeros— expliqué.
Salimos al patio donde estaban los soldados formados, y nos incluimos en las filas según nos habían dicho nuestro escuadrón del día. —Suerte, Rose— Petra me dijo soltando mi mano. —Suerte a ti igual— dije con una sonrisa.
Nos montamos en nuestros caballos y yo me acerqué al jefe del escuadrón para no separarme. —Es tu séptima expedición, ¿cierto?— preguntó el hombre. —Si, señor— respondí. Este solo asintió y no dijo nada más.
Abrieron las puertas y salimos cabalgando rápidamente. Poco a poco nos separábamos para quedar donde debíamos, con nuestro escuadrón del día.
El lugar de mi escuadrón era el ala izquierda, primera división. El clima era frío, la única fiebre de calor era el pálido sol que chocaba contra mi piel blanca, haciendo mi cabello rojo resaltar.
—¡Titán a la izquierda!— informé sacando mi bengala roja. Seguimos cabalgando mientras más humo rojo se veía a la distancia, y luego, después de unos minutos, el humo verde decoró el cielo, cambiando nuestro trayecto.
La expedición iba bastante bien, hasta que entramos al bosque de los arboles gigantes. —¡Karina!— Exclamé al ver como un titán la arrebataba del caballo de entre los árboles. Más gritos de mis compañeros se escuchaban mientras más titanes los agarraban. Mi garganta tenía un nudo que apenas y me dejaba pasar saliva. La adrenalina y el terror se apoderaban de mi, pero no iba a morir ahí.
—¡Cambien al Equipo De Maniobras!— ordenó el capitán. Sentí el aire contra mi cuerpo mientras me elevaba con ayuda del gas. Volteé para atrás para ver al resto de mi equipo, pero solo quedábamos el capitán y yo. —Perdimos a todos, capitán— declaré mientras nos movíamos rápidamente.
Después de un tiempo, el trayecto fue cambiando y se le dio fin a la expedición. El capitán y yo regresamos solos. Logré recoger el cuerpo de uno de mis colegas. Estaba severamente lastimado, su craneo estaba completamente roto y sangrando, le faltaba un brazo completo junto con el hombro y sus costillas estaban rotas.
Lo subí a mi caballo en cuanto vi que no había señales de ningún titán. Su cuerpo estaba entre mis brazos, detenido por mi torso mientras yo llevaba las riendas del caballo. No pude evitar sentir mis ojos hacerse acuosos mientras su peso muerto chocaba contra mi.
Llegamos a la re-agrupación de el cuerpo de expedición. Con cuidado me baje del caballo con el cuerpo de Zarael. Me acerqué a donde estaban poniendo el resto de los cuerpos y lo recosté con cuidado. —Zarael Galván— dije al soldado que estaba anotando los nombres.
Busqué a Levi con la mirada una vez que supe que Petra y Hange estaban bien. Me topé con los ojos negros del azabache en mi, haciendo un contacto visual de lejos. No sabía leer su expresión, el chico nunca parecía mostrar alguna emoción. Pero yo estaba segura que mis ojos le gritaban de lejos...
Levi, me alegro que estén bien.
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