𝓒𝓪𝓹𝓲𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓭𝓲𝓮𝓬𝓲𝓸𝓬𝓱𝓸

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parte 1
"Antes de la caída del Muro María"

Después de acomodar todo para recibir los titanes que atraparíamos, me cambiaron de establecimiento

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Después de acomodar todo para recibir los titanes que atraparíamos, me cambiaron de establecimiento. En la siguiente expedición, como prometido, logramos atrapar a dos titanes vivos. Hange no esperó para comenzar los experimentos y así fue.

Los privamos de luz para observar sus movimientos en la noche, no comieron ni bebieron agua... les hicimos de todo. Por una parte me sentía mal, se veía que podían sentir dolor, pero era necesario si queríamos sobrevivir como especie. Capturábamos más titanes cuando veíamos que ya era suficiente o morían por una equivocación nuestra.

Pase a vivir en otro establecimiento que Levi y mis otros amigos, mi amistad con ellos seguía fluyendo, sobre todo con Levi, que iba y venía por petición de Erwin para checar que Hange no estuviera haciendo nada muy loco.

Fue en el año 845, un poco antes de la caída de la muralla, cuando Levi se quedó unos días para ver cómo se estaban llevando a cabo los experimentos. Nos sentamos juntos, pero esta vez en una oficina dado a que mi rango y el de él habían subido en los últimos tres años.

—¿Cómo está Anna?— me preguntó Levi una vez sentados. La hija primogénita de Anna tenía ya tres años, y estaba embarazada otra vez, tenía ya unos 8 meses de embarazo, significando que pronto daría a luz. —Bastante bien, dará a luz pronto— dije. —Dicen los doctores que son gemelos— dije sonriendo a mi misma. —¿Y tu haijada?— preguntó. —Pésima idea ser su madrina, ahora juega a estar en la legión— suspiré dejó salir un pequeño "hm" en forma de risa. —No quiero que viva una vida corta— dije.

Nos quedamos en silencio un rato, cada quién tomando té. Un pequeño flashazo se vino a mi mente, haciéndome dejar de tomar té.

—¿Sabes qué? No quiero morir virgen— dije mirándolo. —¿huh?— este soltó confundido. —Lo que escuchaste—dije viéndolo directamente a los ojos. —Estás loca— Levi declaró. —Ya lo sabía— respondí. —Olvídalo— dije ya apenada por lo que pasó. —No, ahora acabas lo que empezaste— dijo Levi viéndome directamente.

Cuando menos me di cuenta, estaba besando a Levi. Lo había jalado hacia abajo del pañuelo que tenia, y lo estaba besando. Se liberó de mis labios y me miró directamente. —Aquí no, vamos a ensuciar— dijo este. Asentí y lo tomé de la muñeca, llevándolo a mi cuarto.

Sus labios se encontraron otra vez y este me tiró a la cama. Poco a poco nos deshacíamos de la ropa del otro, quedando expuestos. Ya no había nada que esconder entre nosotros. El estaba hincado frente mi, mirándome. Mis mejillas se enrojecieron y por inercia tapé mis pechos con mis brazos.

—¿No fuiste tú la de la idea?— este preguntó. Antes de responder el ya tenía mis manos sobre mi cabeza, entrelazando nuestros dedos. Sus labios bailaban junto a los míos, poco a poco el ambiente sofocándonos más. —Ahora te aguantas, mocosa, tu empezaste—

Lo sentía como una explosión de colores. Estábamos ya unidos, no podíamos estar más cerca del otro. Mi respiración era agitada contra el cuello de Levi. Mis abrazos lo abrazaban por la espalda y sus caderas estaban entre mis piernas. Escuchaba sus jadeos en mis oídos, y no pude evitar recordar esa noche en el techo hace ya unos años. Le había declarado mi amor a Levi, no de una forma romántica, solo lo quería que supiera qué me importaba más que un simple compañero.

Pero en estos momentos, no sabía qué estaba pasando. ¿Estábamos haciendo esto por amor? ¿O tan solo era por lujuria? Sea cual sea el caso, ambos queríamos esto. Ambos queríamos sentirnos. No había nada más entre nosotros, tan solo nuestros cuerpos mezclándose. Todos mis sentidos se habían apagado, tan solo el del tacto seguía ahí, y una que otra vez me podía oír a mí misma y a Levi. Fue un momento especial, nunca me había sentido tan cercana a alguien.

Levi cayó rendido a mi lado, mirando el techo. —Mira el lado bueno, tu tampoco vas a morir virgen— bromeé. —Cállate enana— este ordenó. —tsk, ahora estamos todos sudados— se quejó. —Tú y tu obsesión con la limpieza— reí. —Estoy confiando en que tu cama esté limpia, ¿eh?— amenazó. —Lavé las sabanas hoy, espero eso sea suficiente—

Pasado lo anterior, fue un momento muy casual. Los dos tendidos en mi cama, yo reía mientras este se quejaba o me callaba. Las ofensas amistosas de parte de él no faltaron, cosa que me hacía reír más. Un rato después ambos nos quedamos dormidos, caso raro para el chico, dado que este tan solo dormía unas horas al día y lo hacía sentado. Pero esta vez al despertar, lo tenía a mi lado, pacificamente dormido.

Me levanté un poco, recordando lo pasado cuando mi cuerpo empezó a doler. —Levi...— susurré. —Oi... Levi, levántate— lo sacudí ligeramente. Este se despertó e hizo una mueca. Vio el estado en el que estábamos, y cambió su mirada de dirección. —No me digas que ahora tienes vergüenza— molesté riéndome. —Cállate enana—dijo este con la voz rasposa. —¿Ni un buenos días?— pregunté y este solo gruñó. —Era broma— dije parándome sin importar mi cuerpo desnudo. —¿Vas a venir a bañarte o...?— llamé. Este se levantó y me siguió al baño. —No te preocupes por embarazos, por cierto, tengo mis métodos— dije giñandole un ojo y guiándolo a la regadera, mi cabello rojo danzando atrás de mi.

 —No te preocupes por embarazos, por cierto, tengo mis métodos— dije giñandole un ojo y guiándolo a la regadera, mi cabello rojo danzando atrás de mi

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𝓢𝓬𝓪𝓻𝓵𝓮𝓽// 𝓵𝓮𝓿𝓲 𝓪𝓬𝓴𝓮𝓻𝓶𝓪𝓷Donde viven las historias. Descúbrelo ahora