EXTRA

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Hermanos responsables

Bufo cuando Leah comienza a soltarse los pequeños moños que tanto me costo hacer.

– Leah, los invitados no demoran en venir ¿puedes quedarte tranquila?

Su mirada azul se choca con la mía, frunce el ceño mientras soba su cabeza.
– Duele mucho, mami

Limpio mis manos antes de acercame a mi hija de seis años y acomodar su corto cabello en dos coletas altas. La pequeña solo se concentra en observar a su hermano menor jugar con su sonajero en el suelo. Escucho unas risas y pasos en las escaleras.

– Mamá, dice papá que no encuentra su corbata azul.

Ruedo los ojos. – Tu padre nunca encuentra nada. Dile que se encuentra en el piso del baño.

– ¿Por qué estaría en el baño una corbata?

Me quedo callada y mi hijo mayor alza una ceja antes de subir nuevamente las escaleras con una cara de asco cuando comprende mi silencio.

– Buenos tardes, Señora Sprayberry. –Adrien, el mejor amigo de Alan, se acerca a mi y me da un beso en la mejilla. – Debo decirle que la decoración quedo perfecta y usted se ve muy hermosa.

Me río y peñizco la mejilla del adolescente.

– Tu también estas guapo, cariño. Y recuerda, soy Maya, te conozco desde antes que tuvieras unos cuantos vellos.

Asiente y entonces enfoca su atención en la pequeña con vestido rojo y medias, que no ha dejado de mirarlo.

– Hola, hermosa Leah. – da un beso en su frente. Veo a el rostro de mi hija ponerse totalmente rojo.

– Hola. – responde en un susurro.

Mis dos chicos favoritos bajan las escaleras juntos, cuando entran a la cocina Alan carga a su hermana, la cual chilla de emoción y junto con Adrien van al pequeño cuarto de juegos que tenemos. Mi esposo toma en brazos a nuestro pequeño Jayden.

– Ven Jay Jay, vamos a ver que hace la hermosa mujer que dice ser tu mamá.

Mi hijo comienza a balbucear algo, y cuando estan lo suficientemente cerca, se tira a mis brazos y sujeta fuertemente mi cuello.

– Hola, mi hermoso y precioso bebé – le doy un beso en la frente.

– Hola a ti tambien, amor. – Responde Dylan haciendo un ademán para besarme.

Frunzo el ceño. – Se lo decía a Jayden.

Abre la boca indignado y se aparta con una mano en su pecho. – Y luego dicen que yo soy el que no da amor.

Ruedo los ojos y le paso nuevamente a Jayden para terminar de acomodar los platillos.

Hoy era víspera de año nuevo, y habiamos invitado a mis padres, mis hermanas gemelas y a mi suegro con su nueva novia.  Adrien también había sido invitado, su mamá estaba trabajando esta noche y no aceptaba que un adolescente se quedara solo en su casa comiendo comida recalentada. Lo he conocido por años, y aunque es un poco callado y aveces rebelde, es un buen chico. Dylan es muy duro con él, cosa que no apruebo y he tratado de hacerle entender que los hijos no son iguales a los padres y que Adrien es como un hijo para mi.

Dylan vuelve luego de haber dejado al bebé con los chicos y me abraza desde atrás. Da un beso en mi mejilla – ¿Quién diría que mi mejor amiga sería mi esposa?

– ¿Quién diría que terminaríamos juntos? ¿Sabes lo que es soportarte?, deberían darme un premio.

– Tu no eres un pedacito de cielo, Mayie. Siempre me andas maltratando.

Golpeo su brazo. – No es cierto.

Me mira serio. – Sí, por suerte acabas de demostrar que me equivoco.

Alan entra desperado a la cocina con Jayden en brazos y Adrien entra despues cargando a Leah, la cual se puede ver demasiado contenta.

– Jayden se trago un videojuego.

– ¿Qué? - Grito y comenzamos a golpear la espalda de mi hijo, pero este al vernos todos desesperados, solo ríe complacido de tanto algetreo.

– ¿Cómo dejaste que tu hermano de dos año se tragara un videojuego, Alan? – lo regaña su padre.

– No fue mi culpa, papá. Leah saco todos los chip de sus cajas y estaba jugando con ellos.

– No no no, culpa mía no. –se defiende mi hija. Señala a su hermano – Culpa, Alan.

Su hermano abre la boca indignado, pero no dice nada cuando su abuelo paterno llega a la cocina.

– ¿Como están mis nietos favoritos?

– Uno es un adolescente irresponsable, una niña que no admite sus errores y un bebé con un videojuego dentro de él. – le respondo a mi suegro.

– Que no fue mi culpa, Jayden se trago solo ese juego.

– No creo que le pase nada, Maya. Dylan solía tragar monedas y miralo, más normal no puede ser.

Me quedo callada antes de entrar en pánico. – Tenemos que sacarle esto antes de que sea peor.

Terminamos en el hospital, dado al tamaño del juego, la expulsión no sería dolorosa. Al final nos decidimos no castigar a Leah o Alan, solo los dejamos sin pastel. Ambos veían enojados a Adrien, a el cual si lo toco.

Una vez recibimos el año nuevo, no tardo mucho la celebracion y todos regresaron a sus casas. Adrien y Alan fueron a dormir a la habitacion de este ultimo. Leah no nos dirigio la palabra desde que la prohibimos de pastel y Jayden se quedo dormido placidamente despues de las 12.

Dylan se sienta a mi lado junto al sofa.

– Te tengo un regalo.

Frunzo el ceño cuando me tiende un papel, lo leo y abro los ojos.

– ¿Compraste una galería de arte?

– No, compre la galería. El arte, lo escoges tú. –toma mi mano antes de seguir– Si hay alguien en el mundo, a quién quiero hacer feliz, es a la madre de mis hijos. – Sonrío. – Te amo, Maya. Y como te amo, sé que amas el arte más que a mí. También he notado que ya no amas tu trabajo, y te entiendo, te hacen vender y presentar cuadros que no te cautivan. Quiero que tu misma pintes, le das oportunidad a otros artistas sin descubrir. Quiero que le heredes a nuestro hijo, tu arte.

Tomo su rostro y lo beso. Una vez nos apartamos, acaricio su rostro.

– Te amo, Dylan Sprayberry.

Long GameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora