Siento que todo el mundo a mi alrededor se ha callado, el tiempo se ha congelado y que la única que es consciente de eso, soy yo.
¿Por que me sorprendía que el estuviera aquí?, era de suponerse. La novia es su sobrina.
– ¿Como has estado, Maya?
¿Es enserio?, mi vida fue un interno cuando se marcho y me va a preguntar como he estado. Respondo un simple, "bien". Cuando abre su boca nuevamente, me doy una vuelta despidiéndome de los novios.
Observó a Dylan desde lejos, mirando la escena. Se que no le ha agradado para nada. A mi tampoco. Solo quería salir de aquel lugar.
(...)
Pasamos a buscar a Alan a la casa de los vecinos, mientras su padre lo acuesta en su cama, ya que cuando lo recogimos se encontraba dormido, yo me encuentro en mi habitación soltando el ridiculo peinado.
Una vez termino, y me encuentro quitándome mi vestido, Dylan entra a mi habitación. Está descalzo, solo lleva sus pantalones de vestir y una camisa. No habíamos pronunciado palabra alguna durante todo el trayecto.
Se sienta en mi cama y suspira. – Entonces... el amor de tu vida volvió.
Lo miro confundida y este sonreiré tristemente, ¿ el amor de mi vida?
No duramos ni siquiera un año, si lo piensan bien ni siquiera estábamos juntos la mayor parte del tiempo. Sin mencionar el hecho de que me había dejado sin ninguna explicación. Hace cuatro malditos años.
– Dylan, no estoy de humor para esto.
Se ríe sin gracia y me encara. – Por supuesto que no tienes humor. Saliste corriendo del lugar sin mirar atrás, ni siquiera te despediste de tus padres.
Termino de ponerme mi pijama.
– Sinceramente, no quiero hablar. ¿Podrías irte de mi habitación para poder tener algo de descanso?
Dylan me mira unos cuantos minutos, me encojo en mi lugar. Nunca en tantos años de conocerlo, había visto la mirada que tiene ahora, es como si quisiera matar a alguien. Todo rastro del chico inmaduro y extraño se borraron hace un par de años, dejando a un hombre con carácter fuerte y decidido. Uno que me gusta.
– Bien.
Se levanta y cierra la puerta al salir.
Menuda boda.
(...)
Me encuentro haciendo una lista de los arreglos florales que debemos entregar esta semana. Caleb se encuentra a mi lado sin prestarme mucha atención, cosa que ha hecho desde que le dije que lo "nuestro" debía terminar. Alzamos la mirada cuando la campanilla de la entrada suena, mi alma se cae a mis pies cuando lo veo. ¿Josh?
Él se acerca a mi, bueno al mostrador, y me mira con una sonrisa. – Hola, Maya.
Lo veo fijamente unos segundos antes de contestar, Caleb alza las manos y se retira al pequeño almacén.
– Hola.
Su sonrisa arrogante no abandona sus labios y mi rostro se contrae más.
– ¿Que haces aquí?
Se encoge de hombros. – Vengo a comprar unas flores.
– Tantas floristerías que hay en la ciudad, ¿y vienes específicamente a esta?
Este hombre pensaba que yo era estupida, lo fui hace años, pero ya no.
– Me pareció que la tuya ofrece lo que estoy buscando.
Reparo en su actitud, hace años no andaría sonriendo a cada rato como si tuviese un chiste interno, tampoco diría cosas así manteniendo una actitud relajada.
Salgo del mostrador y me acerco a él.
Mejor acabar con esto antes.– ¿Que deseas? –preguntó y me acerco a los ramos que tenemos ya listos.– tenemos lirios, rosas, girasol...
– Te quiero a ti.
Me quedo quieta y me doy la vuelta.
¿Qué?
– No. –respondo– no puedes aparecerte casi un lustro después con una estupida sonrisa en la cara y decirme eso.–presiono mi dedo índice contra su pecho.–¡Tu te fuiste!
– No tenía otra opción.
Bufo y me rio sin gracia.
– No actúes como si esto fuese una películas, siempre hay opciones. Irse no era una de ellas.
– Lo sé. –pasa una mano por su cabello y suspira. – Sé que debes tener muchas preguntas, ven a cenar conmigo y te las aclararé.
Me río nuevamente. – Todas esas dudas murieron hace un tiempo, para mi ahora solo eres un recuerdo.
– Maya, mi intención nunca fue dañarte. Tu eres muy valiosa para mi, jamás te haría daño.
– Pues, lo hiciste. Me dejaste devastada, con una inseguridad muy grande. Preguntándome si el problema era yo, si yo no era suficiente para alguien. La respuesta me llegó años después, y no era de extrañarse que el problema siempre fuiste tu.
Ambos respiramos pausadamente, él me mira con arrepentimiento y yo estoy segura que mi mirada debe estar cargada de dolor.
– Ven a cenar conmigo, arreglemos las cosas.
Abro la boca, y la campanilla suena. Alan entra corriendo en la tienda, lleva su boca llena de helado. Se acerca corriendo a mi y abraza mis piernas. – ¡Mami!
El rostro de Josh es un poema, enserio me divierto verlo alternar la mirada entre el pequeño y mis ojos.
– Hola, tesoro. –sobo su cabello y él ignorando a Josh, me enseña la pequeña estrella que tiene en su suéter.
– Mira mami, lo gané por decir todos los colores bien.
Me agacho a su altura, levantándolo.
– Estoy muy orgullosa de ti. –le doy un beso en la mejilla, este ríe y suelta un grito cuando la campanilla suena de nuevo, entrando su padre.
– ¡Papi!
Dylan lo mira con una sonrisa, esta se borra cuando ve a nuestro acompañante.
– Hola, amor. –saluda y veo como Josh frunce el ceño cuando escucha su saludo.
Se acerca a nosotros, y toma a Alan el cual apoya su cabeza en el hombro de Dylan. Me da un beso en la cien y yo intento una sonrisa. Miro nuevamente a Josh, este se encuentra pálido y parece que está analizando algo.
Fija su atención en Alan, y luego en mi.
– ¿Es mío? –pregunta con voz suave. Dylan ríe.
– Lo siento, amigo. Alan es mi hijo, de sangre. Mi espermatozoide andante. –le doy una mirada asesina por la manera de referirse a nuestro pequeño.
– No, no es tu hijo.
Pero hubieses tenido uno.
Frunce el ceño. – ¿Tu eres su madre?
Asiento.
Forma una sonrisa tensa, y con un asentimiento de la cabeza, sale de la tienda.
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Long Game
FanfictionCuatro años después de que Josh había abandonado a Maya sin razón aparente, la rubia está dispuesta a rehacer su vida con alguien más. Las cosas cambian cuando Joshua vuelve a la ciudad de New York y se encuentra con un chico dispuesto a luchar por...