Epílogo.

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– ¿Puedo hacerte el amor una vez los niños se duerman? –Dylan susurra en mi oído y niego con la cabeza.– Me dueles, Maya Sprayberry.

Nos encontrábamos en nuestra cama, el solo acababa de ocultarse y yo me encontraba dándole pecho a Leah bajo la atenta mirada de mi esposo.

– Debemos esperar al menos cuarenta días, para no correr riesgo de un embarazo... y también porque estoy sanando internamente.

– Te pasó lo de sanar, pero quiero otro hijo.

Le doy una mala mirada y el sonríe angelicalmente. – No tendremos más hijos, es un dolor traerlos al mundo.

– Pero crearlos es divertidos. –besa mi cuello.

Alan se acerca a nosotros mientras seca sus manos con una toalla. – Ya están limpias, ¿puedo cargarla?

– Claro que sí, ven aquí. – Dylan lo ayuda a subir al sillon. – Pon tus brazos así, cuida su cabeza.

Coloco a la bebe en sus brazos y este al principio está un poco rígido.

– Es muy pequeña.

– Así eras tú de bebé.–le dice su padre– Solo que con el cabello oscuro.

– ¿Por qué Lee tiene el cabello como mamá? –pregunta el pequeño mientras coloca su nariz sobre la cara de su hermana.

– Por qué Dios quiere que yo muera de un infarto, ¿te imaginas lo hermosa que será tu hermana con ese cabello rubio como el de tu madre?

Alan se ríe. – Será muy linda.

Le doy un beso en la mejilla. – Gracias por pensar que soy linda.

– Por eso debemos unir fuerzas, Alan. –habla Dylan y su hijo lo mira.– Ningún chico debe acercarse a Leah, después se la roban.

Ruedo los ojos, Alan asiente. – Está bien papá, yo la cuidaré.

Observo como ambos planean todo el futuro de la pobre bebé que está en brazos de mi hijo, Leah tendría un padre y un hermano sobreprotector.

Miro a Alan mirar con adoración a su hermana menor, dándole besos en la frente cada vez que esta emite un sonido.

Fijo mi mirada en Dylan, el cual ríe mientras le cuenta una historia a Alan y me pierdo en sus ojos, llenos de amor y aprecio.

Recuerdo cada momento que viví con él, desde la vez que nos conocimos el primer día de clases, como este estaba enamorado de Zoey, también las aventuras que vivimos y las risas, las fiestas a las que fuimos, todos los cumpleaños que me organizó, como me consoló cuando Josh se marchó, las ganas que tenia de vivir conmigo, Alana apareciendo en la puerta de su apartamento, Alan siendo partes de nuestras vidas. La primera vez que nos acostamos, yo no planeaba que esto terminara así, pero no me quejaba.

Y aquí es cuando entiendo el Long Game, los amigos pueden convertirse en familia.






Aquí tenemos la historia de Maya, se me salieron las lagrimas escribiendo este final.

Pero no todo es lagrimas, en mi perfil se encuentra la tercera parte de esta historia.

Su nombre es Leah Meets World, y con el título creo que se pueden dar una idea sobre quién trata. Esta parte cuenta con una nueva generación, espero que les guste.

No se olviden de votar.

Los adoro y gracias por leer mis historias.

Karol.

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