8 meses después.
Dylan.
– Eres un odioso. –Maya bufa y me río. – Estoy a punto de reventar y aún no se que nombre le pondrás.
– Ya te dije que es sorpresa. – tomó su otro pies. – Será el nombre perfecto.
– Para mi eso es una excusa y aún no sabes que nombre ponerle.
Ruedo los ojos. – Ya lo tengo Maya, te gustará.
Alan bufa nuevamente y Adrien ríe, mi hijo de siete años no podía vencer a su mejor amigo en el videojuego.
– Igual soy mejor que tú en el fútbol. –se defiende Alan.
– Seguro. –responde tranquilamente el rubio. – ¿Quieres jugar de nuevo?
– Sí, pero esta vez jugaremos Mario Kart. –Alan se acerca a la televisión y comienza a buscar el juego.
– Solo te gusta jugar ese porque haces trampa.
– No es cierto. –dice indignado.
– Sí, lo es.
– Que no.
– Que sí.
– Que no.
– Que sí.
– No.
– Sí.
– No.
Maya gruñe y ambos niños se callan.
– Dios, ¿quieren callarse? Alan, te amo pero eres un niño tramposo. Adrien, cariño; tú también haces trampa en Super Smash Bros.
Mi hijo abre la boca y lo apunta. – ¡Lo sabía!
Los niños comienzan a pelear mientras el juego se inicia, solo que esta vez en voz baja.
– Dylan, necesito ir al baño. –me levanto y le doy la mano para ayudarla, una vez esta se encuentra de pie, un líquido se suelta.
– Dime que no rompiste fuente. –la miro y ella abre los ojos alarmada.
– Iugh, mamá se orinó.
– ¡No! – chilla esta.
– Alan, ve a buscar la bolsa que está en nuestra habitación y mis llaves. Tu hermana va a nacer.
El pequeño hace caso y su amigo nos mira alarmados.
– Adrien, ¿tus padres están en casa? –le pregunto y este niega– Bien, irás con nosotros. La mamá de Maya los pasará a buscar al hospital y así podrán jugar con las gemelas.
Maya suelta un gemido de dolor. – Solo tendremos esta bebe y ya, la fábrica se cerrará.
Alan vuelve con lo que le pedí y emprendemos nuestro camino al hospital.
(...)
– Ya llame a tus padres, están en camino.
– Mm-hm. –Maya tiene su rostro rojo y los ojos apretados– Te odio, Sprayberry.
Me río y tomo su mano. – Bien que te gustó.
– Mejor cállate o dejare a mis hijos sin padre. – responde con un tono mortal.
– Bien. Me callo.
dos horas después.
– Siento que el bebé me quiere matar, ese dolor es sobrenatural.
La doctora ríe. – Solo tienes seis centímetros, Maya. Vendré a verte en dos horas, si quieres puedes ponerte a caminar.
Ella asiente.
tres horas después.
– Amor, ¿esta bien? –Maya me da una mirada de muerte. – Esta bien, me callo.
Ella asiente y se apoya a la pared. – Eso seria lo mejor, gracias.
cuatro horas después.
– Esta bebe no quiere salir. –la doctora saca la mano, y se quita los guantes. – Volveré dentro de una hora mas.
– ¡Doctora, espere! –Maya se sienta en la cama, la verdad me duele verla así. Su rostro es de puro dolor y ahora mismo, yo no soy su persona favorita. – ¿No podemos hacer nada mas? ¿No puede sacarla de una buena vez?
– Lo siento, Maya. Las cosas no funcionan así.
Mi esposa se deja caer contra las almohadas y bufa. – Me debes un buen regalo, Sprayberry. Uno sumamente costoso y ridículo.
– Esta bien.
–Cállate, tu voz me fastidia.
seis horas después.
– ¡Por favor! –se queja Maya – si no estoy lista, yo misma agarraré un bisturí y sacaré a este bebé de mi.
La doctora ríe, pero yo sé que ella lo haría.
Le pide que abra las piernas, y comienza a evaluarla. Luego de unos minutos, se quita los guantes con una sonrisa.
– Ya estás lista.
Ambos la miramos con sorpresa.
–¿Qué? –pregunta mi esposa.
– Ya vas a ser mamá. –me río y le doy un beso en la frente– Venga papá, vamos a arreglarte.
Demoro unos diez minutos poniendo la cosa verde en mis pies y cuando estoy listo, vuelvo a la sala. Las piernas de Maya se encuentran más abiertas de lo que yo alguna vez lo he hecho, su cabello se encuentra pegado a su frente y sus rostro esta rojo y sudado. Para mi, nunca ha estado mas hermosa.
– Te odio, Dylan. No es justo que tú estés ahí, sin dolor y yo aquí sintiendo como me parto en dos.
– Si pudiera, cambiaria de lugar contigo sin pensarlo.
– Lo sé.
Luego de una hora más pujando, gritos de odio y dolor por parte de Maya, un mini desmayo de mi parte y direcciones dichas por la doctora. Un grito suena en la sala y sonrío.
– Papá, venga a cortar el cordón.
Le doy un beso a Maya, la cual se encuentra llorando. – Te amo.
Me acerco a la enfermera que me tiende las tijeras y corto el cordon. Apartan a la bebe unos minutos mientras la examinan, la doctora continúa curando a Maya y está solo llora.
Ponen a la bebé en mis brazos, una vez que se aseguran que se aseguran que esta se encuentra bien de salud y se le pongo a Maya en el pecho, esta rompe en llanto, y besa la cabeza llena de sangre y cosas feas de nuestra pequeña llena.
– Hola, bebe hermosa. –no deja de besarla y yo noto como las lagrimas comienzan a salir de mis ojos. – Hola bebe.
– Leah.
Maya me mira confundida. – ¿Ah?
– Su nombre es Leah. –repito– Leah Lee Sprayberry.
La rubia sonríe y observa a nuestra hija.
– Leah... me gusta.
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Long Game
FanfictionCuatro años después de que Josh había abandonado a Maya sin razón aparente, la rubia está dispuesta a rehacer su vida con alguien más. Las cosas cambian cuando Joshua vuelve a la ciudad de New York y se encuentra con un chico dispuesto a luchar por...