Capítulo 5.

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Maya.

Un mes después.

– No me quiero levantar, eres como un oso.

Dylan ríe y me da una nalgada. – Sabes que tenemos que hacer algo, no nos podemos quedar aquí todo el día.

Bufo y me levanto. Tiene razón.

Hace un mes habíamos tenido nuestro "solo por una noche" sin embargo, ya era más que una noche. Habían sido muchos encuentros, para nada desagradables. Incluso hace una semana le había dicho a Caleb que no podíamos tener mas nada. Tampoco es como si hubiese tenido algo con el mientras estaba en esto con Dylan.

Las cosas con mi amigo iban bien, a Alan no parecía molestarle que su padre me besara cuando quisiera y tampoco que lo dejáramos en casa del papá de Dylan para atender "asuntos".

Hacia dos días habíamos faltado a nuestros trabajos solo para un día de sexo. No había un solo lugar en la casa, donde no lo habíamos hecho.

– Bien, no sé cómo funciona esta mierda.

Le quito la caja y le propino un golpe a su mano, la cual aprieta mi seno.

– Tengo que orinar en ella y esperar cinco minutos.

Abro la caja y vació su contenido en el mostrador del baño.

– Te espero afuera, no quiero verte orinar.

Ruedo los ojos y chillo cuando siento otra nalgada. – ¡Dylan!

Escucho su risa y niego con la cabeza.

Procedo hacerme la prueba y cierro la tapa.

Luego de la primera vez, había tomado una pastilla del dia después. Y en nuestros siguientes encuentros habíamos usado condón. Pero mi periodo se había atrasado una semana, y ya no podíamos hacernos los ciegos.

Hace dos días habíamos hablado y decidimos que lo mejor era hacernos una prueba. No importará lo que saliera, estaríamos juntos.

Salgo del baño y encuentro a Dylan dormido. – ¿Es enserio?

Me acerco y golpeo su pecho. – Te he dicho que no me gusta que me golpees.

– ¿Te quedas dormido cuando nuestro futuro está en juego?

Dylan hace que quede sobre él y juega con mi cabello. – No pasará nada, Maya.

Frunzo el ceño. – Eso no lo sabes.

– Tu vientre aún no está listo para ser bendecido por un bebé Sprayberry.

Golpeo su pecho y este bufa. – Cielo, son las 5:00 am y no estoy en humor para ser golpeado.

– Entonces deja de ser un idiota.

Escucho el pitido del baño y me levanto, escucho como Dylan viene detrás de mi y me abraza.

Tomo el pequeño objeto y lo miramos juntos.

Negativo.

Ambos nos quedamos callados. Dylan toma la prueba y la tira a la basura.

– Vamos a dormir, y luego salimos a desayunar.

Noto que sale de la habitación y lo sigo.

– Dylan –este se gira– ¿estas alegre de que no este embarazada? ¿No hubieses querido un hijo conmigo?

Se queda callado y después de un rato suspira. – Abeja Maya, nada me haría más feliz que tener un hijo contigo. Pero ahora mismo noto que tú no quieres ser madre, y no quiero ponerte en una situación que no puedas controlar.

– Pero ya soy madre. –me señaló– tengo un hijo en la habitación conjunta. Un hijo por el que daría la vida de ser necesario.

Dylan se acerca y toma mis manos. – Sé que ya eres madre. Pero no quiero pases por un embarazo no deseado, Mayie.

– Pues quizá eso nunca pase.

Él frunce el ceño. – ¿Que quieres decir?

Niego con la cabeza y me dirijo a la puerta. – Nada.

Entro en mi habitación y busco en un viejo diario la fotografía. Dentro del blanco y negro no se distingue mucho, pero yo puedo verlo. Noto el pequeño ser de la foto, y lloro.

Hace cuatro años, luego de mi primera ve con Joshua Matthews, la pastilla del día después no había funcionado. Como consecuencia había quedado embarazada.

Poco después de que la mamá de Alan apareciera, los síntomas se hicieron presente. Sin embargo Dylan nunca los noto, para ese tiempo él aún vivía sin responsabilidades. Con el poco dinero que contaba, había hecho una cita y lo habían confirmado.

Iba a ser madre y el padre me había abandonado, lo primero que pensé fue en abortar. Pero luego de ver la ecografía, supe que no podía hacerlo.

Me había tragado mi orgullo y había recurrido a la casa de los papas de Joshua, quizá ellos sabrían como contactarlo. Pero estos solo se negaron y prácticamente me echaron. Desde ese día, me había alejado de los Matthews, incluso de Riley.

Esa noche había llegado al apartamento y gracias a Dios, Dylan se encontraba allí.

En la madrugada sentí un gran dolor y después de una semana de saber su existencia, este había desaparecido.

Había tenido un aborto espontáneo. Dylan estuvo a mi lado, tomando mi mano mientras yo escuchaba como la doctora decía que había perdido mi bebe.

Dylan era el único que sabía. Sin embargo el no sabía la otra parte. Me costaría ser madre. Al parecer sufría de quistes en los ovarios, y estos provocaban que tuviera abortos. Seria un milagro si terminaba un embarazo.

Por eso cuando Alan llegó a mi vida, no puedo rechazarlo. Era aquel bebe que había perdido. Mi segunda oportunidad. Él era un bebe sin el cariño de una madre, y yo era una madre sin un bebé.

Escucho la puerta abrirse y siento como Dylan se mete en la cama conmigo.

– Lo siento, Maya.

Besa mi frente y me trae a sus brazos.

– No es tu culpa, Dylan.

Sollozo y este toma mi mano. – Si quieres, lo podemos intentar.

Niego con la cabeza. – Tienes razón, no estoy lista para un embarazo.

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