Capítulo 9.

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NOTA AL FINAL DE CAPITULO

Dylan.

Nos encontramos cenando en silencio, Alan come tranquilamente sus papas al vapor mientras Maya y yo lo observamos.

Las cosas entre ambos no iban bien, no desde que me confesó que se encontraba tentada a hablar con el inútil de su ex. Según ella las cosas entre ambos no habían quedado bien y debía darle un cierre. Nada relacionado con ese sujeto era de mi agrado, pero tampoco podía negarle a Maya que fuera, era su novio no su amo.

Sin embargo la duda crecía en mi, ¿ella aún tendría la duda de lo que hubiese pasado si Josh no se hubiese ido? Quizá ahora mismo estuvieran casados, con una gran familia. A lo mejor aun fuéramos amigos, y yo sería un padre soltero acostándose con muchas mujeres. No podía negar que él la amaba, se notaba en sus ojos. Pero ya el había perdido su oportunidad, ahora era la mía.

Maya se levanta de la mesa una vez termina y Alan la sigue, llevando torpemente su plato. Tomo el resto de mi trago, el estrés me había hecho acompañar cada comida con un poco de alcohol, y me dirijo a la cocina. Mi hijo toma el pequeño banco que tenemos en la cocina y se coloca al lado de su madre, le pasa los cubiertos mientras ambos tararean una canción. Decido que es mejor dejarlos solos y me voy a mi habitación a darme un baño, sabiendo que Maya se encargará de arreglar a Alan para dormir. Tomo una larga ducha, pensando en todo lo que tenía que hacer en el trabajo, y en como no joder mi relación. Cuando seco mi cabello, entro la habitación de mi pequeño. Este se encuentra en la cama con los brazos detrás de su cabeza y mirando las estrellas que tiene en el techo.

Tomo lugar en su cama y el sonríe al verme.

– Campeón.

– Papi.

Nos quedamos en silencio mirando las estrellas, me relajo totalmente cuando Alan comienza a tararear nuevamente la canción de hace un rato. Noto que tose un poco y continúa con el ritmo.

– Papi, ¿tendré un hermanito?

Frunzo el ceño. –   ¿Donde escuchaste eso?

– Mami dijo que tendría uno.

¿Qué?

Dios mío. No pensé que mi semen fuera tan potente.

– ¿Estas seguro?

– Mami me dijo que lo tendría para navidad.

Eso estaba a casi ocho meses. Todo el estrés que antes había perdido vuelve recargado y la migraña lo acompaña.

– ¿Y tu lo quieres?

Él asiente y se sienta en la cama.

– Todos en mi escuela tienen hermanitos, menos yo. Seria divertido jugar con el, podríamos ir al parque juntos.

Sonrío al ver que sus ojos se iluminan mientras menciona los planes que tiene.
Lo escucho atentamente, era raro verlo hablar tanto. Cuando veo que frota sus ojos, sé que es hora de dormir.

Le doy un beso en la frente y lo arropo.

– Buenas noches, Alan.

Entro en la habitación de Maya, esta se encuentra poniéndose unos botines y tomando su abrigo. Frunce el ceño cuando me ve.

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