Capítulo 7.

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Maya.

– ¿Por qué no les has dicho aún?

Muerdo mi uña y lo observo mientras hace un nudo en su corbata.

– Por qué somos tú y yo, Dylan. Enloquecieron cuando Alan me llamó mamá, ¿que crees que pensarán cuando vean que ahora si lo soy?

El ceño en su rostro no se disminuye y sé lo enojado que está. Dylan nunca, jamás, never; rechaza un beso. Hoy lo ha hecho constantemente, todo el día. Incluso hoy que uso el labial con todos rosados y que sé que le gusta.  – ¿Como vamos aparecernos en la boda de tu antigua amiga, si tus padres ni siquiera saben que tú y yo tenemos algo? ¡Llevamos dos meses, Maya!

Escucho a Alan jugar en la habitación de al lado con Adrien, su nuevo mejor amigo. Me gustaba que mi niño tuviera alguien con quien compartir, me recordaba a mi amistad con Riley. Hoy era su boda, y había llegado mi invitación hace una semana con un invitado demás, lastimosamente Alan se quedaría en casa de su amigo. 

Me acerco a Dylan cuando noto que se quita su corbata y la tira al suelo.
Pasó sus manos por las solapas del traje y las pasó por su nuca, este cierra los ojos y suspira. – Sé lo que intentas. No todo se arregla con sexo, Maya. Bueno, aveces. Pero hoy, no.

Bufo cuando se aparta de mi y entra a si closet. – Dylan...

Observo como comienza a quitarse la ropa y frunzo el ceño. ¿No irá?

– No ire a esa boda sin que les digas a tus padres que tú y yo tenemos algo, no caminaré y socializaré con toda la familia de tu ex novio sin que sepan que soy tu pareja.

– No puedes pedirme eso, Dylan. ¿No podemos ir normalmente?, todos saben que siempre hemos sido tu y yo.

Suelta una risa seca y se saca los pantalones, me fijo en la protuberancia. Diablos Maya, ya pareces una enferma. Lo hicieron ayer, en el baño. Y en su auto. Y en el cuarto de invitados.

– Eso te lo pasaba cuando aún éramos amigos. Ya no lo somos, nos acostamos cada noche, tenemos citas e incluso un hijo. ¿Como te sentirías si la situación fuese al revés? ¿Te sentirías bien actuando como mi amiga cuando hasta el más ciego se daría cuenta de que no lo somos?

Me quedo callada.

No, no me gustaría.

Me acerco a él nuevamente, con cautela. No quiero que me rechace de nuevo.
Una vez estamos cara a cara, le doy un beso en la nariz.

– Les diré en cuanto pueda. Hoy no, no quiero que armen un espectáculo en una boda ajena.

Dylan suspira y me abraza. – Bien. Pero espero tenerte hoy con una lencería blanca, si no me iré con Alexandra Daddario.

(...)

Dylan y yo entramos agarrados de la mano, lo cual no parece impactar a las personas. Busco a mis padres desesperadamente, no quería convivir con los Matthews. Los encuentro hablando con Farkle, este se sorprende al verme y me da un abrazo.

– Lo último que supe de ti, es que habías muerto. – golpeo su hombro y este ríe.– Es bueno volver a verte, Maya.

– Lo mismo digo.

Escucho y carraspeo, giro mi rostro y veo a Smarckle. – Me encuentro intimidada con que una chica que se considera sexy, este abrazando a mi novio.

Ruedo los ojos y la abrazo. – Hola, Smarckle.

– Hola, Maya. Ahora aléjate de mi o sino besare al castaño que trajiste.

Observo a Dylan, el cual lleva la copa a sus labios y le sonríe a mi amiga. Me alejo de esta y saludo a mamá y Shawn, pregunto por las gemelas y me comentan que serán las niñas de las flores.

Conversamos un rato entre nosotros, manteniéndonos alejados de las familias de los novios, las cuales eran dos polos opuestos.

La boda termina cuando Riley y Lucas se dan el si, y todos aplauden. Luego de tantos años, por fin están juntos. Y yo no puedo ser más feliz.

Le digo a Dylan que regresaré pronto y esta asiente. Me acerco a los recién casados y ambos se sorprenden al verme.

– ¡Maya!

Riley me abraza tan fuerte que escuchó un hueso crujir, Lucas también se une al abrazo tiempo después.

– Felicidades. – les digo una vez disolvemos el abrazo.

– Pensamos que no venías. –Huckleberry pasa el brazo por la cintura de su esposa y añade. – Es agradable saber de ti.

– Tengo tantas preguntas. – Asiento y Riley abre su boca para hablar cuando es interrumpida por una cuarta voz.

– Lamentó llegar tarde, problemas con el vuelo.

Me quedo congelada en mi lugar, y siento que mi alrededor marcha en cámara lenta. Reconocería esa voz hasta dormida, soñé con ella hace muchos años.

– Hola, Maya.

Doy un giro y lo veo. Más alto que hace cuatro años, su rostro ya es el de un hombre y su cabello es un poco más corto. Lleva un vestido caro y una sonrisa impecable.

– Joshua. –saludo.

Long GameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora