Capítulo 1.

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Presente.

Maya.

Miro a Alan correr hacia los brazos de Dylan y sonrío. Ambos se adentran al mar, el niño se aferra a los brazos de su padre y chilla cuando nota el agua fría.

Me dejo caer sobre mi espalda en la silla y me coloco mis lentes. Dejo que el sol me de un pequeño beso y me dejo llevar por los recuerdos.

Hace cuatros años, poco tiempo después de mudarme con Dylan, su vecina había aparecido una noche en nuestra puerta. Esa noche el ojiazul no estaba y ella pensó que yo era su pareja, hizo un escándalo y se marchó.

Ocho meses después apareció nuevamente en nuestra puerta con un bebé en brazos; Alan.
Al principio le pregunté a Dylan que había pasado, ¿como pudo descuidarse tanto? Su vecina, Alana, estaba regalándole su hijo a Dylan, pero no porque sí. Dylan era su padre. Ella no quería saber nada de ese niño, alegaba que este era una piedra en su camino, pero que le parecía una buena idea dejarlo con su padre.

Mi amigo al principio estaba en shock, le tomó varios minutos reponerse, aceptamos al bebé y luego de que confirmamos de que era su hijo, Dylan la hizo firmar un documento en el cual ella renunciaba a su derecho como madre.

Nos habíamos mudado a una casa, podría haberme quedado en el apartamento, pero en el momento en el que cargue a Alan por primera vez, supe que lo querría como un hijo. Y no fue que extrañar que cuando comenzó a decir sus primeras palabras, me dijese mamá.

Dylan había madurado bastante, aún seguía siendo un tonto y mujeriego, pero estaba criando bien a su hijo. Era un padre amoroso; había dejado la universidad, se tragó su orgullo y tomó su lugar como director ejecutivo en la empresa de su padre. Trabajaba largas jornadas, pero cuando llegaba sacaba energía para jugar con su hijo.

Alan era un niño tierno, con una pequeña sonrisa lograba alegrarte el día. No me molestaba que pensara que era su madre, prácticamente me ha visto todos los días de su vida. Lo he cuidado cuando está enfermo, lo malcrío cuando su padre no está, juego con el todo el tiempo e incluso miro sus caricaturas favoritas.

Lo amaba, como supongo que una madre amaba a su hijo.

Me apoyo sobre mis codos cuando los veo acercarse nuevamente, el pequeño se acerca a mi y lo seco con una toalla.

– El agua está de puta madre. – Dylan saca una cerveza de nuestro cooler y se sienta a mi lado, mojándome.

Una vez compruebo que Alan está menos mojado, le doy un beso en la frente y lo alzo hasta colocarlo en mi regazo.

– No digas esas palabras delante de tu hijo, Sprayberry.

– Mayie, Alan sabe que no debe repetir lo que digo, ¿verdad campeón?

El pequeño castaño asiente y apoya su cabeza en mi pecho, su padre se levanta y nos mira.

– ¿Listos para comer?

Asiento y siento a Alan en el lugar que ocupaba mi amigo. – Tráenos unas hamburguesas, y recuerda que la de Alan no traiga pepinillos, es alérgico.

Dylan rueda los ojos y coloca su manos en su cintura. – Dame un poco de crédito, Hart. No voy a matar a mi hijo.

Se aleja hacia un puesto que vende comida rápida y observo como algunas chicas lo miran. Siendo honesta, todas lo miran. Incluso una señora de avanzada edad. No puedo culparlas, Dylan tiene ese aspecto que te hace soñar cosas sucias con  él.

Yo no había soñado con él, pero debía aceptar que mi amigo era sensual. Por la manera de tratarnos y que Alan se refiera a nosotros como sus padres, la gente pensaba que manteníamos una relación, pero se equivocaban. Éramos dos amigos que se apreciaban, vivían juntos y un pequeño niño hermoso los consideraba su familia.

– ¿Mamá?

Bajo la mirada y veo como Alan me observa con sus hermosos ojos azules, hace que se me derrita el corazón. Dylan tenía buenos genes.

– ¿Si, principe Alan?

Frunce el ceño cuando escucha como me refiero a él. Según el niño, ser principe significaba estar con niñas, y él detestaba a las niñas. Ya veríamos en unos años.

– ¿Tu me quieres?

Hago una mueca y frunzo el ceño.              – ¿Porque me preguntas?

Observo como baja la mirada y juega con sus manos. Alan era un niño muy tímido y reservado, hablaba pocas veces.

– El abue Shawn quiere a tia Anne y tia Rosie, es su papi. ¿Y tú mami? ¿me quieres?

Lo acomodo mejor para me mire.

– Escúchame bien Alan Theodore Sprayberry, te amo con todo mi corazón. Siempre te amare, no importa lo que hagas, nunca dejare de amarte.

Alan sonríe, y aprieta sus lazos. Me acerco y beso estos.

- Yo también te amo, mami.

Dylan se acerca con la comida y cuando nos aseguramos de que Alan tenga todo disponible para comer, llamó su atención.

– ¿Podemos para por gas?

gas, era nuestra palabra clave para helado.

Miramos disimuladamente a Alan y este sigue entretenido mordiendo la hamburguesa que hemos divido en cuatro para que pueda comerla mejor.

– Llevamos dos días comiendo gas, vamos a engordar. De hecho, estoy engordando. Ayer la chica con la que estaba me dijo que tenia lonja.

Me río. – Pues sí, te veo más cachetón.

Él bufa. Y termina de comer su hamburguesa de un solo bocado, ¿les he dicho de que Dylan come muy rápido?, parece un oso hormiguero.

– Además este fin de semana es la misa del niño. Tendremos gas a montón.

misa, aka fiesta de cumpleaños de Alan.

Cierto, lo olvidaba.

Terminamos de pasar la tarde en la playa y cuando me encuentro colocando a Alan en su silla de bebes, este yace dormido.

Observo a Dylan hablando con unas chicas y aprovecho para fastidiarlo.
Le doy vuelta a un anillo que tengo en la mano el cual tiene una roca, y este queda luciendo como uno de matrimonio.
Me acerco al ojiazul y las chicas me miran.

– Amor, ¿ya nos vamos?

Este me mira confundido por mi actitud y frunce el ceño.

– ¿Qué?

– Alan ya está en la silla de bebe, vamos amor.

Lo jalo y este aun confundido me sigue, me giro a ver a las chicas las cuales lo apuntan y hablan con rostros enfadados y sonrío.

– Te odio, Maya Hart. Me dejaste sin sexo esta noche.

Long GameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora