Capítulo XXX: Sueños (Capítulo Final)

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Me desperté porque andaba con calambres en los muslos y pelvis y sentía que andaba con dolores menstruales, hace un par de días ya que andaba con mal estar, estábamos a comienzos de Octubre y eran como las 4 de mañana, Ad estaba durmiendo al lado mío y yo me revolví en la cama un poco para encontrar una posición más o menos cómoda y que me disminuyera el calambre o el dolor pero nada, en cambio me quede despierta hasta que Ad se despertó, no porque yo la hubiese despertado si no que era porque su alarma sonó, era la alarma que ponía a las 7 de la mañana cuando estaba segura de que no se despertaría sola ni por casualidad.

Como costumbre se levantó de la cama y fue al baño para luego salir de este y caminar al armario, yo continuaba moviéndome en la cama hasta que no lo soporte más y me senté en esta como si de algo fuera a ayudar y me hice el ánimo para arruinarle el día laboral a Adelina, en los últimos meses yo había respetado eso, pero hoy día no creía ser capaz de poder quedarme sola en la casa.

— Ad — le dije incómoda por el malestar y ella me miro — ¿Tienes algo importante que hacer hoy? — le pregunte.

— No lo se ¿Por que? — dijo aún media dormida.

— No me siento bien ¿Puedes quedarte conmigo? — me quede esperando una respuesta de ella.

— Voy a llamar a Samantha — eso era un si en su vocabulario.

Creo que era la primera vez en mis casi 9 meses de embarazo que le pedía que se quedara conmigo y agradecí que accediera sin pedir explicaciones y era por una sola razón

Hace un mes aproximadamente con Vanessa nos habíamos sentado en la mesa de la cocina a hablar, del embarazo y de todo lo que conllevaba él labor de parto, creo que como ella era doctora era la mejor persona que había o que estaba a mi disposición para explicarme eso pues en lo personal hubiese preferido haberlo hablado con Alejandra ya que había sido ella la que ya había tenido dos hijos y no Vanessa pero dado a que la mayor de las Gregson estaba ocupada con el trabajo tuve que conformarme con la charla que tuve con Vanessa, ella me había explicado todo con lujo de detalles, las contracciones cuánto solían durar y con qué clase de dolor solía compararse, la dilatación del cuello uterino, los calambres musculares, el tapón mucoso (no es la mejor cosa para explicar así que la voy a evitar), la distensión abdominal que era cuando el bebé se daba vuelta para quedar con la cabeza en la pelvis, las contracciones de Braxton no se cuanto que en resumen eran las contracciones falsas y algunos otros malestares generales que podía tener, Vanessa me había dejado en claro que si llegaba a sentir que por mera casualidad se pudiera dar la situación de que sentía que iba entrar en labor de parto lo primero que debía hacer era llamar a Adelina independiente de si estaba en el trabajo o no y por esa misma razón le había pedido a la empresaria que se quedara conmigo, persona que en este preciso momento se había ido a no se donde seguramente a llamar a Samantha.

Me senté en el borde de la cama para levantarme, necesitaba que el calambre pasara un poco así que me puse a caminar por la casa, cuando llegue a la cocina (realmente no tenía ni idea de porqué fui a la cocina) me apoyé en la mesa, estaba comenzando a tener contracciones, era esa sensación de que el útero se aprieta durante un par de segundos, eran contracciones irregulares y bastante leves así que no había nada de que preocuparme por ahora al menos.

— Ya le dije a Samantha que no iría a la oficina — Dijo Ad que entraba a la cocina en ese momento — ¿Qué ocurre amor? — preguntó preocupada al verme parada en la cocina mientras apoyaba casi todo mi peso corporal en mi mano contra la mesa.

— Nada, son unos calambres y ya — le dije un poco desganada.

— ¿Quieres que te dé algo para el dolor muscular? — en definitiva eso era lo último que necesitaba.

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